Luces y sombras de Darquino
Miles y miles de fotos en más de una década de trabajo le han dado al psicólogo de profesión, Daniel Alfredo Arce Aquino, un sitio en el mundo de la fotografía.
No hubo acto oficial, ni vino de honor; nada de eso. Daniel, mejor conocido como Darquino, simplemente abrió las puertas de la galería de la Casa de la Cultura para que el público tarijeño apreciara su más reciente exposición, titulada Promesante, una cuidadosa y azarosa selección de 33 instantes con los que el artista expresa su particular devoción por la fiesta de San Roque; por las luces y las sombras, en medio de las cuales Pura Cepa conversó con este personaje acerca de su recorrido en el arte de la fotografía.
Pura Cepa (PC). ¿Cuál es el valor de la fotografía en estos tiempos en los que cualquier persona saca fotos con su celular?
Darquino (D). Es fácil hacer clic con la cámara, pero hacer fotos buenas es difícil. Tú sacas un atardecer con un celular en modo automático, y a todo el mundo le va a salir bonito. Pero sentarse a hacer un atardecer, buscando los elementos visuales que hacen una composición, no lo hace cualquiera. Hacer arte es otra cosa. Muchas de estas fotos son muy pensadas. Por ejemplo, esa de los Chunchos, te hablo de unos 200 tiros, de estar sentado esperando, porque se cruza la gente, los perros, hay gestos y cosas que tú no controlas. Pero en la cabeza ya tienes la idea de la foto que va a salir, entonces tienes que esperar. Hay fotos que sigo sin lograr hacer y que estoy esperando todos los años. Me siento en lugares a esperar que pasen cosas, y no pasan. Y eso es lo que un fotógrafo hace. Si ves mis primeras fotografías de San Roque y comparas con las últimas, la cámara que uso ahora tiene mucho mejor color, resolución y demás, pero eso no limita a alguien que está comenzando a hacer fotografía. Cuando te enamoras de algo, sigues y no sabes a dónde vas a llegar.
Me siento en lugares a esperar que pasen cosas, y no pasan. Y eso es lo que un fotógrafo hace.
PC. ¿Cultivas la fotografía análoga?
D. No, yo soy de la generación digital. Soy un tecnócrata en todo. Si tienes un serrucho y tu mano, usa el serrucho porque te va a facilitar la vida. Es bonito y todo, como experiencia lo he hecho, pero ahorita con una cámara puedes hacer todo lo que quieras y expresarte mejor. La tecnología está para ayudarte.
PC. ¿Qué opinas de la inteligencia artificial?
D. ¡Útil! La utilizo bastante porque me ayuda a resolver problemas que no puedo resolver en eventos sociales y sesiones. Pero en Promesante, he decidido no usarla y dejar las fotos como son. Hay revelado, corrección de color, pero no las he tocado con inteligencia artificial porque es fotografía documental, es lo que pasa en la realidad, no hay nada posado. Que haya fotos en blanco y negro y otras a color es una decisión artística, personal.
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PC. Impresiona la intimidad que hay en las fotos blanco y negro de Promesante.
D. Para decidir qué foto hacer en blanco y negro, siempre tienes que ver que sean súper expresivas y que realmente, al ponerlas en blanco y negro, la ausencia de color les dé lo que el color quita. La intimidad y la mirada, y esas cositas que tiene la vejez, la edad, la sabiduría, el blanco y negro las refleja. Son pocas fotos, pero de cosas bien específicas. El resto a color, porque la fiesta es súper colorida, aunque la danza y su historia sean tristes.
PC. ¿Has sido promesante alguna vez?
D. Promesante, no. Pero he sido una persona muy creyente cuando fui adolescente. Tenía mi mejor amigo, René, que sí es Chuncho y danzaba. Si yo no he sido Chuncho, es porque vengo de una familia que en su momento fue de escasos recursos. Entonces pagar un traje de Chuncho no se podía. Luego, cada uno va cambiando y respetando la creencia que cada uno pueda tener. Yo tengo mi postura. No soy creyente. Siempre lo digo y espero que la gente sepa y entienda que el hecho de no creer no te impide sentir el valor que tiene tu cultura y tu música. Trato de contagiar eso a la gente. Puedo criticar muchas cosas, pero no es mi fiesta. Voy, hago fotografía, no juzgo, porque al final la fiesta es del promesante y de la gente que está ahí, que pueden tener sus “problemas” culturales, como cuando Paola Añez hizo un rol masculino y fue la primera chica que tocó tambor en la procesión. Cada quien participa como quiera, pero la fiesta tiene su lógica y su creencia, y son ellos los que deciden cómo se lleva a cabo su fe.
PC. ¿Por qué hiciste Promesante?
D. Obviamente, después de 13 años fotografiando Chunchos, ya tenía la idea de hacer una exposición. El 2013 hice mi primera exposición justo en este espacio, con fotos más pequeñas, y dije, “la siguiente tiene que ser más ambiciosa, más grande”. Estuve trabajando desde febrero para conseguir auspicios y hacer la selección de 13 años de fotografía. Te hablo de más de 25 mil fotografías, de años de estar en las verbenas, las procesiones, buscando los espacios donde están los Chunchos. Al ser todo espontáneo, es mucho más difícil conseguir una buena foto, entonces había mucho trabajo por hacer. Me quedé con 200 fotos, de las cuales, ya en una decisión un poco azarosa, porque como artista te cuesta decir cuál es mejor, seleccioné 33 y las mandé a imprimir esperando que la gente sienta un poquito lo que yo siento por San Roque, que es mucho amor. La cultura con la que te crías, la tienes en el corazón, y escuchar la caña, el erke, la caja, los Chunchos pasando cerca, te retrotrae a tu infancia. Es lo que yo siento, y espero que la gente que vea las fotos sienta más o menos lo mismo.
PC. ¿Cuáles son tus otras líneas de trabajo?
D. Yo vivo de bodas. Mi trabajo, con lo que doy de comer, son las bodas. Hay sesiones, eventos, y esto es un hobby. Me encanta, amo la cultura, y en algún momento que tienes tantas fotos, hay que compartirlas de cierta manera en que la gente no está acostumbrada. Eso es ambicioso, pero esta exposición es la mitad de lo que yo quería. Mi proyecto es que esto viaje a Santa Cruz, Cochabamba, La Paz, para que la gente vea lo que es la fiesta de San Roque. La primera versión de esto tenía pantallas de 42 pulgadas en las esquinas. Siempre le digo a la gente, “tienes que ver mis fotos en grande”. A estas alturas, no me ha dado el presupuesto para comprar o alquilar pantallas y que tengan la experiencia. La gente está demasiado acostumbrada al celular, pero no es lo mismo que verlas así. Te sacan otro sentimiento. Así veo las fotos y así las disfruto. Por eso entrego calidad en fotografías, porque puedo ver realmente todos los detalles.
Como todos los seres humanos, ¿no? Escribes un libro, tienes un hijo, plantas un árbol. Yo hago fotos.
PC. ¿Cómo empiezas a hacer fotografía?
D. Es un accidente. Cuando terminaba Psicología, estuve trabajando como diseñador gráfico en una empresa de publicidad. No sabía. Como autodidacta, he aprendido fotografía y diseño. Todo el mundo quería fotos para sus banners, querían poner la cara de su wawita y cosas por el estilo. Me vio trabajar Gustavo Lanza, un fotógrafo con cerca de 50 años de trayectoria. Me senté a ver fotos y me di cuenta que eran mucho más de lo que yo pensaba. No sabía que había foto comercial, artística, documental, todas las ramas. No era mi intención aprender fotografía. Primero aprendí a corregir, venía alguien con una foto rota, “¿lo puede reparar?”. Después me entró la pica de aprender a hacer fotografía y me compré mi cámara. Estudié, terminé, hice mi especialidad y trabajé varios años como psicólogo, per vi que eso no era rentable, para vivir “mejor”. Entonces dije, “ya aprendí fotografía y tengo unas ideas que me gustaría plasmar”. Fue bastante divertido decirle a la ONG donde trabajaba, en noviembre de 2012, “renuncio, me voy a dedicar a la fotografía y hay que poner las cosas en limpio”, y cerrar esa parte para dedicarme plenamente a la fotografía. Me senté en un evento de modelaje donde nadie me conocía, y fotografié. Había practicado años. Terminó el evento, llegué a mi casa a editar, subir, poner mi marca, y ha sido un boom porque nadie lo hacía. Todos los fotógrafos te decían cosas como, “ya han hecho todas las fotos de Tarija, ¿qué más vas a hacer?”. Pero hay otras cosas. Comencé a subir postales de iglesias, ríos, aves, todo, y eso me ha ayudado a darme a conocer y tener un “lugar” en el medio de la fotografía.
PC. Claro, no es el “qué”, sino el “cómo”. ¿Cuál es el “cómo” para ti, o qué buscas en una foto?
D. Yo creo que tocar corazones. Lo mejor que me han dicho de mis fotos es, “tu foto me ha hecho llorar”. Hace un tiempo, subí una foto de una mujer que caminaba justo por aquí hacia San Roque. Yo las fotos las saco y digo, “hoy no es el momento, va a ser mañana, pasado”. Un día que estaba con eso, recordé la foto, la subí, y al rato me escriben, “esa es mi mamá, falleció hace tres meses, es ella caminando, ese es su paso”. Y te toca aquí. Es lo que buscas al final, trascender, ir más allá. Como todos los seres humanos, ¿no? Escribes un libro, tienes un hijo, plantas un árbol. Yo hago fotos.
PC. ¿Quién es Darquino?
D. Es un personaje. Yo soy una persona asocial, no me gusta mucho compartir. Soy un paria entre los fotógrafos, no socializo. Son mis amigos, saludo como cualquier persona, pero no es mi personalidad ser sociable. Cuando comencé a entenderme mucho más, renuncié a tratar de ser como todas las personas y socializar para sentirme bien con mi forma de ser. En mi trabajo, obviamente hablo con todos, pero soy de dos, tres amigos. Si hay más gente, digo que me acabo de romper la pierna y no voy. El sarcasmo y la ironía son dos cosas que me definen bastante, y tengo que usar un filtro social para no incomodar. Si me das a elegir, estoy feliz y tranquilo escuchando música. Me encanta el folclore, la música antigua, pero en realidad desde los 13 años escucho metal. Me fascina, y hay demasiados estilos nuevos y raros para disfrutar, como los sonidos de puerco. Hay una banda que me fascina, Gutalax. La música es buena y su espectáculo, bueno, están locos.
PC. ¿Te gustó el show de Gojira en los Juegos Olímpicos?
D. Es de la música que no me gusta, como Mago de Oz y un montón de bandas que son excelentes, pero no te pega. Es una cuestión personal. Mi adolescencia es Metallica, Sepultura, Pantera, Slayer. Una vez nos dejaron poner música en el colegio, pusimos Brujería dos minutos y lo cortaron. Expulsado, pero valió la pena.