Orlando Canaza, artista por accidente
En sus años de estudiante, el encargo de una normalista en apuros llevó al entonces ingeniero en ciernes a descubrir un talento insospechado.
Cuando Orlando Canaza estudiaba para ser ingeniero metalúrgico, viajaba todos los días de Machacamarca hasta Oruro para asistir a la universidad. “Me gustaba la matemática”, recuerda el orureño de 60 años de edad como si repasara los 34 kilómetros de ida y 34 kilómetros de vuelta que recorría de lunes a viernes, hasta que un día su padre alquiló un cuarto para que viviera en la capital.

No vivió solo. En los cuartos de aquella casona había varios estudiantes más, algunos de la Escuela Normal. “Una de las inquilinas estaba bien saturada de trabajo. Tenía que hacer cuadros didácticos y me pidió el favor de ayudarle. Le dije que no tenía tiempo, pero me rogó harto. ‘Ayúdeme nomás’. Ya”, relata Canaza con una sonrisa de asombro al revivir la decisión que le cambió la vida.
“Aparecían los caballos corriendo, los soldados con espadas. Bien salió. Yo mismo me admiré. Yo no sabía que era pintor o que sabía dibujar”
La normalista le dio una caja de colores, cartulinas, y un libro donde aparecían las estampas con las que lograría la misión de representar la Batalla de Junín para una clase de sociales. Al día siguiente, el incipiente artista se hizo de fama. Su obra no sólo gustó a la solicitante, quien adquirió la maña de pedir otros trabajos, sino que la voz había corrido entre los estudiantes, “entonces ellos más vinieron a buscar”. De esa manera, Orlando Canaza empezó a ejercitar ojo y mano, copiando e inventando una cantidad de obras que nunca llevaron su firma.

Sus nuevos seguidores lo hincharon para que estudiara la carrera de Artes Plásticas en la Normal. Decidió comunicar el cambio de carrera a su padre, que en ese entonces trabajaba en la Comibol. “Primeramente, no aceptó. Estaba estudiando ingeniería porque mi papá era minero, ‘tienes que salir ingeniero’, me decía. Después aceptó, ‘vas a entrar, pero no a la Normal de Oruro. Vas a irte a la mejor de Bolivia, que está en Sucre’”.
Al iniciar la década de los 90s, luego de convertirse en Profesor de Artes Plásticas, Canaza viajó a La Paz y encontró trabajo en el Canal 11 de la televisión. “Ese año, le vendieron el canal a un camba. Tenían que volver a contratarnos, pero ya dije no. Mi papá me estaba diciendo, ‘¿en vano has estudiado el magisterio? ¡Trabajá de profesor!’”, y Orlando regresó a Oruro. No fue fácil entrar al magisterio, “pasé situaciones de política que no quería”. Trabajó ad honorem y demostró su capacidad al punto que los padres de familia se organizaron para conseguirle un ítem con algunas horas a la semana.
En su tiempo libre, estudió Arquitectura, pero trabajó poco en eso. El título de Arquitecto le sirvió para tomar el puesto de Profesor de Geometría en el Instituto de Bellas Artes, donde pronto se encargó de la cátedra de Pintura. Desde el 2009, se dedicó a su propia obra. “Yo me siento íntegro y bien formado en todas las especialidades: pintura, escultura, cerámica grabado”. Aunque en su familia no hubo otros artistas, seguramente el talento viene de su padre, a quien recuerda como un hombre muy habiloso.
