Tejedoras y modelos transformaron la Casa Dorada en una pasarela de culturas
El Segundo Encuentro de la Lana, el Hilo y sus Derivados finalizó parando el tráfico de la Ingavi y la General Trigo para hacer de la Casa de la Cultura un espectáculo integrador.
Elizabeth Carreras, artesana tejedora, ha recorrido todas las regiones del departamento de Tarija conociendo la diversidad de los tejidos originarios. El año pasado, gracias a su experiencia, conocimiento, y al esfuerzo coordinado de instituciones como Casa Creart, Carreras pudo lanzar el Primer Encuentro de la Lana, el Hilo y sus Derivados, que unió a tejedoras, artesanas y modelos en una fiesta cultural con charlas, talleres y una pasarela de modas.
Este año, la segunda edición creció en asistencia y propuestas. El programa se desarrolló entre el 7 y el 22 de julio, replicando y actualizando la oferta del año pasado. Sin embargo, el remate de esta segunda edición ha dejado en claro que en Tarija es posible hacer cultura de otra forma, tomando en cuenta la diversidad, aplicando una perspectiva económica que toma en cuenta al público local y turista, sostenido por el tejido humano y social que crea alianzas con las que se logra mucho.
Tejidos tarijeños
Carreras relata que en la zona alta de Tarija “se hacen phullus y ponchos, y los hacen de fibra de origen animal, ovejas, llamas, vicuñas, y la pintan con tintas naturales. En la campiña tarijeña, hay mantas tejidas a crochet y macramé”.
“Me gusta ir todos los años a las mañanitas en San Lorenzo, y en la madrugada bajan los chapacos de las comunidades y las señoras traen sus mantas de crochet, completamente tejidas por ellas”
De acuerdo a Elizabeth Carreras, estos tejidos se diferencian de los que se pueden encontrar en la región sub andina de Tarija, en lugares como Entre Ríos, donde se hacen jergones para poner encima de la silla de los caballos, y donde las mujeres Guaraní y Weenhayek tejen con fibras vegetales. “Tenemos la cestería, que es elaborada por comunidades guaranís con la hoja de palma. Seguimos bajando, y nos encontramos con los diferentes pueblos que en la actualidad se llaman Weenhayek, pero antes tenían otras denominaciones. Una tradición de muchos de estos pueblos, tanto en la parte boliviana como argentina y paraguaya, es tejer con la fibra de caraguata”.
Atestiguando la diversidad cultural, y siendo ella misma una tejedora, Carreras quiso llevar la riqueza del tejido tarijeño a la pasarela, y esta vez en grande. “No es un desfile de moda, es una pasarela donde muestras artesanía y diferentes temáticas que los artesanos tienen. Ese ha sido mi aporte en la organización del evento. Transmitir esas ideas locas a Edward, Fabio, Lelé. Y lo han entendido y apoyado”.
Tejer un evento
Gracias a la gestión de Fabio Cruz de Casa Creart, Edward Farfán del “Hostel Pata y Perro”, y Leyda Suárez de Lelé Academy, la pasarela “Tejiendo Sueños” tomó una nueva dimensión. A ellos se suma la buena voluntad del actual director de la Casa de la Cultura, Mike Figueroa. “Le transmití que la Casa de la Cultura tiene que dejar de ser elitista. Si es del departamento, tiene que mostrar lo que producen las culturas del departamento”, dijo Carreras. Figueroa asumió la “idea loca” como suya y se sumó al tejido.
Por su parte, Farfán, gestor cultural y amante de la cultura, fue invitado por Carreras para ser parte del equipo de producción del evento, y sobre todo de la gran pasarela final. “Estoy muy feliz y agradecido por tener esa oportunidad y hacer cosas que amo hacer. Es difícil crecer en Tarija, y le estoy metiendo todo. Pienso que, con corazón, todo se logra”, dijo Farfán, para quien cada tejido lleva por detrás la historia de quien lo produce. “¿Por qué no darlo a conocer y sentirnos orgullosos de lo que hacemos aquí?”.
Además, Edward comprende que existe un factor económico importante que este tipo de actividades culturales, dentro de lo que ahora se empieza a descubrir en Tarija bajo el paradigma de la economía naranja, puede ayudar a mejorar. “Gracias a esto, las personas siguen tejiendo y no se pierden los saberes. Para estas mujeres, es su primera fuente de ingreso, más allá de la pesca que ahora no hay”.
“Si vienen turistas, se mueve la economía y ganamos todos. Y para hacer este tipo de eventos, hay que juntarse. Para crecer, tenemos que hacerlo en comunidad”.
La perspectiva de Farfán se basa en su experiencia como empresario del turismo. El gerente propietario del “Hostel Pata y Perro” piensa que la ciudad necesita actividades. “La gente sale, ya no se guarda ni se opaca. Hay que salir a las calles, hacer notar que tenemos actividades el año redondo”.
Tejedoras
En las calles y dentro de la Casa Dorada lució el trabajo de la artesana guaraní Alcira Canuto, Fabiana Carvajal de Mar León, la tejedora Rosa Vilte, el trabajo en crochet de Nedenka Zamudio, Paola Álvarez de Una Santa y Ya Mamita, y Elizabeth Carreras con su marca Carawata. Ellas produjeron accesorios y prendas para vestir a 45 modelos, quienes lucieron el repertorio en 6 números diferentes, uno dedicado a las creaciones de cada diseñadora.
Los trabajos motivaron grandes aplausos del público. Destacó el diseño de Carreras, quien emplea una diversidad de materiales en sus tejidos, sobre todo el hilo de caraguata que da nombre a su marca. “He presentado tejidos en lana, en crochet, inspirados en las mujeres chapacas, carteras hechas con palma, hechas en coordinación con mujeres guaranís. También un poncho grande en caraguata, que fue una sensación. Y por fin he podido hacer mi coleto. Es un abrigo de cuero que usan los chaqueños en la llanura para entrar al monte y arrear al ganado. Siempre quise hacer uno para la pasarela, y presenté un abrigo de cuero inspirado en el coleto”.
Edward Farfán se encargó de vestir el trayecto de la calle con una gran variedad de ponchos y aguayos, gracias a la colaboración de comerciantes artesanos. “Hacemos trueque para realizar cosas. Es la forma de crecer. Todos tenemos algo que aporta. El efectivo no se mueve entre nosotros los tarijeños, pero tenemos talento y sabemos hacer cosas”.
En la pasarela
Completando esa fusión entre cultura originaria y mundo de la moda, Leyda Suárez se ocupó de dirigir el trayecto de la tropa de modelos. “La pasarela es uno de los mejores escenarios para plasmar lo que es la autoestima y valoración. Ahí es donde matamos los miedos, ponemos a prueba nuestras habilidades y confiamos para animarnos a hacer algo que nos saca de nuestra zona de confort”, dijo Suárez.
Ella es la propietaria de Lelé Academy, donde enseña técnicas de pasarela desde hace un par de años. “Es el cuarto desfile en el que tengo la oportunidad de trabajar. Antes daba mis clases en Casa Creart, y he creado un vínculo con este lugar que siempre abre las puertas a toda clase de personas que tengamos proyectos, emprendimientos, que seamos creativos en nuestras áreas de conocimiento”, contó Leyda.
Para la maestra de modelos, “la Casa Dorada es un museo mágico, uno de los lugares más lindos del casco viejo de la ciudad. Desde la fachada hasta los rincones más pequeños, tiene espacios únicos”. Al igual que sus colaboradores, Leyda destacó el trabajo en equipo de artesanas, diseñadoras, gestores culturales, y otras personas que se unieron a colaborar, como fotógrafos, sonidistas, iluminadores, cañeros, maquilladoras, peinadoras, vestuaristas y DJs.
Lana, hilo y sus derivados. Con un cierre sorprendente, sus creadores y organizadores demostraron que la calle es un espacio de creación donde el peatón local puede sentirse bien y disfrutar de la cultura, y el turista se encuentra con momentos agradables que perduran en su memoria. Sobre todo, que las cosas buenas se hacen tejiendo lazos colaborativos. En palabras de Suárez, “cuando las personas que han participado en un evento se sienten realizadas, elevan su autoestima, se sienten más seguras, saben que pueden salir de su zona de confort y sentirse bien, ese es un evento bueno”.