El arte en la sangre de Yasmín Ruth
Tenía 2 o 3 años cuando dibujó su primera obra sobre la arena de la calle.



Yasmín es una artista desde que tiene memoria, pero la anécdota que más cuentan sus padres es aquella vez que la dejaron a cargo de su abuela. “Mi abuelita me mandaba a dibujar en el barro con un palo”, replica Yasmín aquel recuerdo que la hace sonreír más porque no lo tiene registrado. “Un día me dijo que dibujara un perro que estaba descansando en frente. Se impresionó y llamó a mis papás, y quedaron impactados porque, según ellos, lo había sacado muy bien para mis 3 años. Desde ahí me empezaron a apoyar”.
“Toda la pared con garabatos, pero ya cada vez más dibujos. Le costaba medirse”
Jaqueline Ríos, la madre de Yasmín, añade otros detalles al recuerdo, como la tierra mojada, el gran parecido que tenían el perro y el dibujo, y las emociones de la abuela Ruth. “Mi mamá se ha quedado asustada porque (Yasmín) era muy chiquita. Me llama y pensé que le había pasado algo. ‘¡Mirá lo que ha hecho, mirá! ¡Es el perro!’”. Ella también dibuja, pero nada que ver con lo que hace su hija.
Así bromea Juan Pablo Jurado, el padre de Yasmín, quien asegura que el talento que descubrió su suegra le viene su tío Max Choque, quien fuera dibujante y caricaturista de un diario paceño desaparecido hace ya algunos años. “Mi tío ya es mayor ahora, pero de ahí viene la vena”, dice Juan Pablo, quien cursaba su año de provincia de magisterio en la escuela más alejada de San Nicolás, Caraparí, en el tiempo de aquella memoria. Desde entonces, el apoyo a su hija ha sido constante. “Toda la pared con garabatos, pero ya cada vez más dibujos. Le costaba medirse”, recuerda.
La familia “Y”
Yasmín es la segunda de las tres hijas que tuvo el matrimonio Jurado Ríos. Yoselín es la mayor, Yaqueline la menor. Las tres llevan Ruth por segundo nombre, en honor a la madre de Juan Pablo. “Hemos visto necesario tener tres hijas porque es lo correcto para toda familia. La economía no abastece para tener más hijos, y dos no conviene porque a veces no se relacionan bien. Es necesario un tercero para vivir tranquilos”, dice Jurado.
Nacido en Ayo Ayo, su familia se mudó a Villazón, donde el padre abandonó el núcleo. Desde entonces, Juan Pablo se hizo cargo de sus hermanos, apoyando a una madre muy trabajadora. En el ’97, quería irse al cuartel de paracaidismo de Cochabamba, pero a Ruth le dolía la distancia. Terminó por hacer el servicio en Tarija, donde terminó trabajando para una cooperativa de transporte público en la que encontró una vía para postularse a la Normal de Canasmoro y convertirse en profesor.
Acostumbrado a sostener a la familia, Juan Pablo proveía con su sueldo hasta antes de la pandemia, mientras Jaqueline Ríos, de cuna villazonence, asumía todo el trabajo de la crianza y el hogar, al tiempo que emprendía con su madre. Ahora, la familia Jurado Ríos se sostiene con un negocio de café, bebidas y masitas, y tienen un local en la Terminal de Buses de Tarija.
“Yo soy la de en medio”
La habitación de Yasmín es su taller. Ahí se da campo para trabajar y almacenar sus materiales. “Tengo dos hermanas, yo soy la de en medio. Se dedican a sus propias cosas, cada una es un mundo distinto. Yo el arte, la mayor música, y la otra todavía no tiene claro qué va a hacer”, expone. Sus padres dicen que no sale mucho a la calle, que prefiere quedarse, leer libros y dibujar. Pasa que Yasmín tiene una valoración particular de lo que proyecta hacer con su tiempo en la vida.
“Me gustaría poder lograr mis metas, porque siento que tal vez no llegue a hacerlas antes de morir”
Actualmente, participa del concurso de Artistas Emergentes de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. Si gana, piensa invertir en una mesa ergonómica de dibujo que le permita aliviar sus problemas de espalda. “Siempre he sido enfermiza. He nacido con un riñón disfuncional, así que cada año me tienen que hacer checar en el hospital y verme con máquinas. El riñón es muy importante, así que creo que tengo menos nivel de vida que los demás. Me gustaría poder lograr mis metas, porque siento que tal vez no llegue a hacerlas antes de morir”, asume.
Una de las metas es montar su primera exposición personal en la Galería de la Casa de la Cultura, para la cual necesita completar al menos 25 obras. Yasmín trabaja en ello, mientras asiste a ferias y eventos alternativos, donde hace retratos en vivo con un estilo realista y toques impresionistas en carbón y pastel. “En 10 minutos, saca un retrato igualito. Va a ferias, ellas sola se compra sus materiales. Está trabajando”, comenta Jurado.
Próximamente, estará retratando en la Feria de Santa Anita, donde también tendrá algunas pequeñas esculturas a la venta. “Uno, cuando inicia en estas cosas que no son muy comunes, a veces no tiene apoyo. Pero hay que seguir para poder renacer y florecer como uno quiere”, aconseja.
“No agarra normal, como nosotros”
El trazo de Yasmín es rápido, seguro, constante. Cuando trabaja con pasteles, toma todos los colores que puede en una mano. Cuando toma el lápiz, lo hace como si la memoria de su mano volviera a aquella tarde en la que su abuela le pidió dibujar un perro sobre la tierra mojada con un palo. Es decir, su meñique y su anular, los dedos que menos usamos, los tiene dominados para lograr un trazo fino.
“Desde kínder, hemos tratado de cambiarla. No. Así agarra, así escribe. Mire usted, la letra que tiene, como si fuera de computadora, son letras muy bonitas. Sus trabajos y exposiciones del colegio, igual. Los hace de una manera, con un hilito que saca, y cae una cosa, y las exposiciones de historia, con ventanitas. Todo es a mano, y hoy en día vemos que todo esto lo está reemplazando la ciencia y está quedando en el olvido”, relata el padre.
Yasmín opina que la inteligencia artificial “es un gran método para conseguir ideas. No estoy en contra, sólo cuando se trata de comercio y reemplazo de artistas. Pero creo que estamos muy lejos de que puedan igualar a un artista humano”.
“Cada persona es un mundo y vive como es, como siente, como hace”
Ella ha alimentado su trazo con la influencia del arte impresionista y expresionista, con la manera en que artistas como Claude Monet y Vincent van Gogh representaron la luz y la naturaleza. “Es básicamente lo que me gusta y cómo me siento”, dice la joven artista de 17 años que también nutre su obra con lecturas sobre biología, filosofía e historia. “Mezclar eso con el arte me da todavía más ideas”.
“Todo lo que hace es de su mente. Ella tiene otro pensamiento, no es como las chicas de su edad. Me encanta hablar con ella, porque no se queda en una cosa, siempre debate, y es bien informada”, relata Jaqueline. Sus padres aprendieron a gozar del talento de su hija, que para muchos podría parecer una persona fuera de norma. Pero, ¿qué es lo normal? “No existe. Cada persona es un mundo y vive como es, como siente, como hace”, responde Yasmín.
Una maestra en formación
A finales de 2021, Yasmín Ruth pudo ingresar al Instituto de Bellas Artes. Desde que entró, sus profesores han sabido elogiar el trazo que descubrió hace unos 15 años atrás, ha ganado concursos y conocimientos en varias técnicas, como el óleo, la escultura y la ilustración digital.
“Yo tengo varios compañeros que son auditores, administradores de empresa, abogados; están de taxistas, no hay trabajo”, relata Jurado. Los padres de Yasmín la ven como profesora de artes plásticas. Su anhelo tiene sentido pues, entre tantas carreras saturadas, un profesor tiene ítem, salario mínimo, beneficios sociales, y una carrera de ascenso por delante, con un sueldo que dependerá de las horas y el área de trabajo. “Como papás, quisiéramos. Tiene talento, pero va a depender de ella”.
Al borde de la mayoría de edad, Yasmín Ruth Jurado Ríos afina su visión de futuro: quiere ser reconocida como una artista que ponga a Bolivia en un sitial más alto en el mundo del arte. Basta sentarse 10 minutos ante su mirada para tener un retrato y constatar que tiene un trazo maestro.
Es posible solicitar una obra de Yasmín Ruth, o pedirle una sesión de retratos, llamando al 60268008. En su cuenta de Instagram (@niim_say_) es posible encontrar sus obras más personales, con influencias fantásticas y trazos manga, y algunos registros de procesos creativos. Muy recomendable.