¿A dónde va el teatro en Tarija?
27 de marzo, Día Mundial del Teatro, gran momento para mirar el estado de este arte en nuestra ciudad.
¿Cuál fue la primera obra de teatro que se presentó en Tarija? ¿Quién la preparó? ¿Qué opinó el público? Son preguntas a las que aún no tengo respuesta. Los registros son como oleadas en las que asoman algunos nombres de grupos, artistas y eventos que sacaron la cabeza un rato y desaparecieron o, incluso, migraron a otra ciudad: Sapo Azul, La Máquina De Hacer Sueños, Dos Pasos, Oki Doki, Q’Churo Teatro, El Churqui, De Las Brujas, Elenco de la UPDS, Jorge Ortiz, César Siles, Red Boliviana de Teatro, Asociación Boliviana de Actores Filial Tarija, Festival de Teatro Unipersonal, Titiriteando, Teatro Artístico Popular, Festival Departamental de Teatro, los muchos festivales intercolegiales y la presencia del Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz en Tarija, que este año se ausentó porque la transnacional Repsol, gran patrocinadora de la fiesta, decidió dejar de invertir en ello, son algunos rastros.
En Tarija, teatreros, titiriteros y payasos se mueven por calles diferentes, todos artistas de la escena con problemas específicos, condiciones laborales precarias, falta de espacios adecuados de representación, en abandono, a veces total, a veces parcial, de las instituciones públicas, “cada uno de ellos desplegando sus velas y navegando sin guía, sin ver nada en el horizonte que lo guíe, y a pesar de ello, sigue navegando”, como dice la actriz y directora egipcia Samiha Ayoub en su mensaje por el Día Mundial del Teatro de este año. Hace 62 que el Instituto Internacional de Teatro (ITI) declaró el 27 de marzo como el día para celebrar este arte. En todo el mundo, teatros y calles se vuelven una fiesta, y cada año el ITI comisiona a alguna personalidad destacada de la escena para escribir un mensaje sobre el Teatro y la Cultura de Paz.
Tomaré algunas frases de Ayoub para estructurar este relato, pero antes haré notar que en las ciudades del eje hay actividades y festivales de teatro para celebrar este Día Mundial, todas con apoyo de gobernaciones, secretarías de cultura y turismo, asociaciones bolivianas de actores, empresas públicas y privadas, con participación de centenas de actores y artistas; mientras en Tarija, la única actividad aparentemente oficial en el marco de este día es una lectura de obras literarias en la Biblioteca de la Casa de la Cultura.
1. “padre de todas las artes, el teatro”
¿Qué es el teatro? En Tarija, es un arte menospreciado. Para el ex Secretario de Cultura, Pablo Pizarro, “varias artes están descuidadas y casi marginadas, y el teatro es una de esas”. En sus 17 meses de gestión, trabajó el Plan Estratégico Municipal de la Cultura y las Artes de Tarija, del cual no se ha visto una clara ejecución. A nivel municipal, sin importar las reuniones y los diálogos, para el Alcalde de turno las prioridades son educación, salud, servicios básicos, alumbrado público, empedrado y asfaltado de calles. No hay duda que son cosas importantes para una ciudad intermedia en vías de crecimiento, pero hay que entender dos cosas:
La primera, en Tarija la cultura es un tema instrumental y marginal. Como dice Pizarro, “te pueden prometer, pero después no pasa nada”. Eso se refleja en la falta de datos, tarea pendiente de este y muchos sectores, pues sin datos no se puede tomar decisiones.
La segunda, es muy posible que la falta de voluntad política tenga raíz en el orgullo que hay por las manifestaciones de las costumbres y tradiciones de “lo chapaco”, y por eso no se mueve un dedo más allá de lo que está sellado a fuego en el folclore cotidiano y en la construcción de la identidad dentro del imaginario social local y (pluri)nacional.
Sin embargo, en Tarija hay mucha teatralidad. Se escoge a las autoridades que hablan mejor, que expresan con fuerza y se mueven con gracia, a veces. Se mantiene una cara y un temple en la calle para saludar fuerte, mientras en casa se opina diferente y en voz baja, porque aún vivimos en un pueblo de paredes finas. Se ama y se practica la copla, esa palabra que toma tiempo y espacio, como el teatro. Y en calles de ciudad y pueblos se ve a lo largo del año esa mascarada mística que es la procesión de los chunchos, que logra una potencia coral sobrecogedora, dramática, en la festividad de San Roque. Todo eso tiene teatralidad, todo eso puede “ser teatro”. Pero se piensa en ello como una forma sólida, hermética, parte ya de la costumbre y la tradición intocables. ¿Dónde está el dramaturgo, el director, el actor, que use esas teatralidades en su escena y las transgreda, a riesgo de ser llamado hereje, o quizás colla?
Por eso el teatro en Tarija se expresa de otras maneras. Los teatreros locales son entusiastas que hacen lo que pueden y como pueden para llevar humor al público, sobre todo, y eso es grandioso porque la chapaca y el chapaco rebosan comicidad, quizá mucho más que los teatreros que han hecho de Tarija su casa, en cuyas obras podemos ver un teatro que tiende a ser más crítico y reflejar otras cosas de la sociedad. ¿Puede ser que en Tarija el público se incomode al mirarse en el espejo del teatro?
Y es que el teatro nos permite mirar lo mejor y lo peor de nosotros, y reflexionar. Como dice Ana Choque, de Epopeya Teatro, “¿se imaginan no verse en este espejo y andar todos desaliñados, o peor aún, nunca darse cuenta del verdadero aspecto de nuestra sociedad?”. Ese es el teatro, y en él se conjugan todas las artes, incluso la danza que ha sabido florecer tan bien en esta tierra, dando muchas academias gracias a la insistencia en la formación, pero también porque es más cercana a las expresiones de lo chapaco.
2. “una mano cariñosa que la sostenga, un pecho que la abrace, un corazón bondadoso que simpatice con ella y una mente sobria que le proporcione las razones que necesita para continuar y sobrevivir”
El teatro en Tarija necesita espacios dignos, y apoyo del público y las instituciones. Hay cerca de 15 espacios culturales privados, apenas 4 de ellos pueden ser lugares de representación escénica, pero Juan Villa, de Teatro Oráculo, comenta que “carecen de las condiciones técnicas mínimas para la puesta en escena de una obra de teatro”. Para Ronald Millares, director de Itaú Teatro, “después de la pandemia, la calle se convirtió en el mejor escenario para las artes”. Y Sadid Arancibia, de Jësaete Teatro, encuentra que “siempre hay que salir y apostar por temporadas de teatro fuera del departamento”.
Mientras tanto, a merced de las instituciones públicas hay un Teatro de la Casa de la Cultura y un Teatro Cine Salamanca. Tanto la opinión como la evidencia indican que están descuidados, subutilizados. Más aún en el caso del Teatro Salamanca, que se usa en otras cosas y está “totalmente vacío”, según indica el director catalán Andrés Grau, quien tuvo que poner todas las condiciones técnicas para representar su obra “El Club de la Vagina” en ese espacio. Él dirige el Elenco Estable de la Casa de la Cultura, el único de la ciudad, y sabe que los medios son escasos, pues él mismo ha tenido que montar y reparar el equipo de iluminación alguna vez.
Tan solo para usar el Teatro de la Casa de la Cultura, cualquier artista o grupo local tiene que pagar un alquiler de 865 bolivianos. Para las artes con mejor convocatoria, es un costo aceptable que se cubre con la taquilla. Para el teatro, un arte sin apoyo, resulta casi imposible llenar 385 butacas. ¿Cómo entender el efecto de esta política pública en el desarrollo de un arte como el teatro? Por ejemplo, pensando en un pintor que solo encuentra lienzos de precios altos, y al final decide irse a pintar una pared de su casa.
Tarija tiene espacios para el teatro, son grandes, y podrían mejorar. La actual directora de Culturas, Cinthya Choque, auditora y cantante folclórica, se ha dedicado a gestionar la reparación del Teatro de la Casa de la Cultura. Asegura que, a fines de abril o en mayo, se hará una reinauguración en la que el público podrá apreciar el sistema digital para controlar luz y sonido con tablets y computadoras, nuevo equipo de luces, una pantalla led, nuevos telones, micrófonos, cableado y más, gracias al fondo de 500 mil bolivianos destinados a tal fin, y a la propuesta de modificación presupuestaria para la cual aún espera respuesta. “El día que yo me vaya, quiero hacer la entrega al nuevo responsable, con inventario, y que firme para que después no digan que se ha perdido nada”.
3. “Empleamos nuestro esfuerzo, tiempo, sudor, lágrimas, sangre y nervios, todo lo que tenemos que hacer para lograr este noble mensaje”
En promedio, un grupo de teatro en Tarija logra montar una obra al año. Con suerte, la presentará un par de veces. Si le va muy bien, cada vez la habrán visto 200 personas. Son 400 espectadores, pero ¿cuánto pagan por ver una obra de teatro? En Tarija, los precios de una entrada oscilan entre 10 y 25 bolivianos, mientras en otras ciudades se llega a 150 bolivianos para una gran producción.
Como dice Arancibia, “hay que calcular que, a partir de 20 funciones exitosas, con buena asistencia de público, uno lograría recuperar la inversión y comenzar a ganar un poco”. Y en Tarija, los teatreros pueden “acomodarse para evitar pérdidas económicas”, como acota Villa, hasta llegar a gastar 7000 bolivianos en una producción. La realidad es que al grueso de las obras de teatro en Tarija asisten entre 20 a 80 personas, y solo algunas logran pasar de 100 espectadores por función, sobre todo en ocasiones especiales, como festivales (intercolegiales, universitarios, nacionales e internacionales, que desde la pandemia no se ven más), o por goce de mejores condiciones laborales y un trabajo relativamente más cuidado de difusión.
En Tarija, el teatro necesita formación técnica para iluminadores, escenógrafos, vestuaristas, tramoyistas, y tantos otros oficios y artes relacionadas a la escena. Claro que la actuación, la dirección y la dramaturgia no quedan fuera. La dramaturgia tarijeña es un asunto pendiente. Se puede decir que no existe, o que hay pocas personas dedicadas a ello, enfocándose en historias personales que aún no dialogan con la sociedad, o que aún están en búsqueda de un lenguaje, como sucede en el taller “Destripando Líneas” de Sadid Arancibia, uno de los espacios más interesantes del oficio en Tarija.
Dejando fuera la dirección, para la actuación hay pocas instancias de formación, algunas de las cuales se dan intermitentemente en centros culturales privados, en la Juan Misael Saracho, en Artescenic de Andrés Grau, o en alguna visita esporádica de teatreros de otros departamentos que imparten algún taller. Y nada más. Cinthya Choque ha revelado que hay un proyecto muy completo para abrir un Conservatorio de Música, y que solo falta presentarlo a las máximas autoridades para que den la aprobación. Gran noticia. ¿Y una Escuela de Teatro? “Podemos ver, sí, me gustaría, es fundamental. Hay tantas cosas que estamos queriendo hacer. Me comprometo a ver este tema y reunirme con toda la gente que se dedica al teatro, para que podamos ver un proyecto conjunto con ellos y podamos trabajarlo”, ha dicho.
Bajo estas condiciones, es difícil que el teatro prospere y mejore su calidad. Es difícil, sobre todo porque el público está acostumbrado a los espectáculos gratuitos. Y si no es gratis, prefiere mirar la televisión, pagada o pirata, acostumbrado al sensacionalismo noticioso, a las grandes producciones de factura extranjera y a la cultura del chiste fácil que lo alejan cada vez más del encuentro, la risa profunda y la reflexión que promueve el teatro.
4. “Somos los que usamos la luz del arte para hacer frente a la oscuridad de la ignorancia y el extremismo. Somos los que abrazamos la doctrina de la vida, para que la vida se extienda en este mundo”
La pandemia de Covid-19, ese episodio que a ratos se lee como efecto ambiental del hipercapitalismo y a ratos como elaborada conspiración mundial, tuvo un efecto interesante en el teatro, pues lo puso a prueba y este encontró maneras de llegar a su público. Fue así en todo el mundo y en Tarija, donde en algún momento las autoridades no bajaron la guardia y liberaron un Fondo de Protección de la Cultura y Deporte con el que artistas como Arancibia, Villa, Millares y Julián "Chiquis" Cartagena produjeron pequeñas obras de radioteatro y audiovisuales para tratar la experiencia del encierro. Fue un límite al que se tuvo que llegar para que las autoridades vertieran su apoyo hacia el sector teatral.
Después, hay figuras de apoyo muy contadas, concursos en los que las obras pueden recibir premios, como ha sido el caso de Villa con su obra “El Juego Perdido”, basada en un cuento de Óscar Alfaro, segundo lugar del Fondo Editorial del Concejo Municipal, o el montaje de “La Casa de Bernarda Alba”, primer lugar del mismo premio. Es algo que se queda guardado mientras los artistas deben luchar y autogestionar sus recursos para producir teatro, en las condiciones que ya hemos mencionado.
Es la gran contradicción de un departamento que tiene la mayor cantidad de riqueza hidrocarburífera del país (aunque le lleguen las sobras), que justifica el 80% de su Presupuesto Operativo Anual con regalías de esta riqueza, y que piensa cambiar su matriz económica hacia otras actividades, quizá la producción agrícola, quizá el impulso del turismo basado en vino y cultura. Ya vino un especialista en gestión cultural a decir que eso será posible solo cuando se pongan a trabajar lado a lado con todo el sector artístico y cultural. Pero no se ha escuchado nada. ¿A dónde va Tarija?
5. “les invito a permanecer juntos, todos nosotros, mano a mano y hombro con hombro, a gritar con todas nuestras fuerzas”
Hay que recordar nuevamente las demandas del sector: respetar el fondo mínimo para la cultura y el teatro; formar funcionarios sensibles a las necesidades de los artistas, formar actores, directores, dramaturgos, técnicos, en volumen y, sobre todo, formar públicos; apoyar al equipamiento de espacios culturales privados, y mejorar las condiciones de acceso a los espacios escénicos públicos, que parecen administrados como si fueran empresas privadas; que haya verdaderas políticas culturales, mejor si hay políticas exclusivas para teatro, y que se ejecuten; promover las alianzas público privadas en favor de la producción cultural y artística de calidad; entender que el arte no solo se trata de las expresiones del folclore, y para eso, crear una dirección específica para artes y otra para folclore y costumbres; financiar encuentros y festivales teatrales en colegios, universidades, instituciones públicas y privadas; difundir la actividad teatral en redes sociales y en espacios públicos; y llevar adelante la creación de una Escuela Superior de Teatro.
Con esto, en Tarija el teatro dejará de ser un niño desprotegido que tiene que buscar entre la basura su vestuario y escenografía. Y lo único que pueden hacer los teatreros de Tarija es mantenerse unidos, insistir, salir de casa, juntarse, hablar. Porque hay escena para todos, pero no habrá nada si todos siguen en sus pequeños escenarios encendiendo la luz sobre sí mismos y nadie más. Mejor antes que nunca. Mejor antes que nos quieran decir que la inteligencia artificial ya reemplazó al teatro, aunque sepamos que siempre será uno de los últimos bastiones de la humanidad. Feliz día.