La reinvención de Irina Justiniano y Franz Vargas tras la pandemia
Con el apoyo de sus familias crearon un negocio que ya llega otros departamentos.



Un cambio radical a raíz de la pandemia por COVID-19 llevó la vida de Irina Justiniano Ayarde y Franz Vargas La Fuente por rumbos que no imaginaban en el pasado. Hoy, ya con su marca D’Leite establecida, trabajan por incrementar la producción de sus dulces y licores artesanales y por ampliar su clientela.
A mediados de 2021 Irina, de 27 años, perdió su trabajo por un recorte de personal. Se desempeñaba en una empresa grande del departamento como fiscal de seguridad, ejerciendo su profesión de ingeniera química. El verse sin su ingreso mensual la obligó a buscar opciones alternativas junto a Franz, su pareja.
Valorando las distintas posibilidades tomaron inspiración de la madre de Franz, quien se dedica a la producción de rimpollo. De esa manera la pareja se plateó elaborar licores artesanales de distintos sabores, pero basándose en la receta y consejos tradicionales de la mamá de Franz.
Él, que es diseñador gráfico, se puso manos a la obra con la identidad de la marca y el trabajo de marketing, mientras juntos aprendían a crear sus nuevos productos en el hogar. Con los sabores de café, frutilla, maracuyá y rimpollo establecieron presentaciones en tres tamaños, de las cuales el de 330 ml es el más exitoso. Lanzaron D’Leite en octubre de 2021
Pero aún les faltaba un pilar esencial de lo que la marca es hoy: los dulces. Si la madre de Franz los orientó con los licores, fue la mamá de Irina quien sugirió la idea de preparar dulces y les enseñó también. Es por ello que el carácter tradicional y natural prima en D’Leite.
“Las recetas tradicionales son la esencia de D’Leite”.
Las recetas de ambas madres construyeron las bases del negocio y los conocimientos en las respectivas áreas de la pareja lograron trascender las fronteras tarijeñas. Con ventas realizadas a La Paz, Santa Cruz y Camiri, saben que su margen de crecimiento aún es amplio. Por ello trabajan en la construcción de un ambiente para mejorar la producción.
Próximamente realizarán un viaje a Santa Cruz en busca de un proveedor de frascos de vidrio, dado que en Tarija no les resulta rentable. Irina explica: “En Tarija la unidad cuesta Bs 3.75, mientras que en La Paz o Santa Cruz Bs 1.30. Al comprar en masa hay una diferencia grande”.
Una vez armados con su nuevo ambiente y proveedor, esperan llegar a supermercados y tiendas de barrio, además del al resto de Bolivia.