Carla Amézaga: “Es muy difícil entrar en la industria alimenticia”
“La Rentería” es el negocio de yogures de Carla y su familia.
Fue en 2008 cuando la idea de emprender con productos alimenticios empezó a gestarse en la familia de Carla Amézaga Figueroa. Por aquel entonces visualizaban un futuro en la industria alimenticia, cuyo principal protagonista sería Carla con los conocimientos que iba adquiriendo en la carrera de Ingeniería de Alimentos. La idea era lanzar al mercado tarijeño snacks como papas fritas o nachos. Sin embargo, una desgracia frenó el proyecto. La muerte de la madre de Carla dejó todos los planes para después.
El proyecto estaba latente en la mente de la familia, pero sería recién en 2020 cuando se pondrían manos a la obra para realizarlo. La pandemia por covid-19 fue determinante para ello, pues Carla perdió su trabajo tras años de empleada pública y supo que era el momento de trabajar en ese plan de hace doce años.
“Es un orgullo trabajar en lo que soñamos con mi mamá”.
Carlos y Rodrigo Amézaga, su padre y hermano, y Valerio Cuellar, su esposo, se mostraron preparados desde el primer momento. Ellos ya tenían la intención de abrir el emprendimiento, pero sabían que tenían que esperar a que Carla lo esté también, por sus conocimientos y recorrido en el área de los alimentos.
Pero el emprendimiento familiar llegaba ahora con un nuevo enfoque. Por un lado, se sentía el vacío que la madre de Carla dejó, por lo que el sentimiento de hacerlo bien por ella era una constante. Por otro lado, la familia decidió dejar atrás la idea de producir snacks y optó por los lácteos, concretamente: yogurt.
El nuevo plan llegaba con la idea de ofrecer un producto saludable que comenzó con el yogurt bebible, pero al poco tiempo se expandió a yogures aflanados y griegos.
Aunque “La Rentería”, como llamaron al negocio familiar, se mantiene desde junio de 2020 hasta la actualidad, Carla expresa que les resulta muy complicado consolidarse en la industria. Cuenta que, a su parecer, a la población le cuesta mucho animarse a probar y consumir los productos de empresas pequeñas y jóvenes.
Pero no se rinden, la familia continúa en la labor y Carla se siente orgullosa por realizar lo que un día soñó con su madre. Entre sus planes para el futuro está el expandir la empresa a la industria de los embutidos y lanzar aguas saborizadas también. Carla siente que no es nada sencillo hacerlo en Tarija, pero confía en que la calidad de sus productos hablará por ella.