Ir enfermo al gimnasio
José Arciénaga Preparador físico Seguro te has despertado con una infección estomacal o algún resfriado y te preguntas si deberías saltarte el gimnasio para mejor ocuparte en descansar y recuperarte. Todo depende de cuáles son los síntomas que tienes y cuál es la gravedad de tu...



José Arciénaga Preparador físico
Seguro te has despertado con una infección estomacal o algún resfriado y te preguntas si deberías saltarte el gimnasio para mejor ocuparte en descansar y recuperarte. Todo depende de cuáles son los síntomas que tienes y cuál es la gravedad de tu malestar. Las únicas ocasiones en que deberías saltarte la rutina de ejercicio son muy pocas: si tienes mucha fiebre o vómito o diarrea constante.
Otro de los motivos por los que no deberías de entrenar en estos tres casos es porque te expones a una insolación, pues tu cuerpo no tiene los suficientes líquidos, y sudar sólo empeorará las cosas. Si tienes duda entre si ir o no trabajar debes de aplicar la ley del cuello: si tu malestar se encuentra sobre el cuello (nariz constipada, dolor de cabeza o tos) no tienes excusa, debes ir a entrenar. Pero si tus dolores se encuentran bajo el cuello (cuerpo cortado, fiebre, fuerte dolor estomacal), mejor ni pensarlo.
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Básicamente, si tienes cualquier otro dolor o malestar, debes de ignorarlo e ir al gimnasio. Entrenar cuando te sientes mal es un trabajo difícil, tienes que mentalizarte para eso. Va a ser más doloroso y complicado que en otros días, pero si logras superar esta prueba, no sólo te sentirás más orgulloso de ti mismo, sino que desarrollarás tenacidad y constancia, claves que son necesarias para obtener los resultados que buscas. Recuerda que lo que no te mata (o te produce diarrea y/o vómito constante) sólo te hace más fuerte.
Seguro te has despertado con una infección estomacal o algún resfriado y te preguntas si deberías saltarte el gimnasio para mejor ocuparte en descansar y recuperarte. Todo depende de cuáles son los síntomas que tienes y cuál es la gravedad de tu malestar. Las únicas ocasiones en que deberías saltarte la rutina de ejercicio son muy pocas: si tienes mucha fiebre o vómito o diarrea constante.
Otro de los motivos por los que no deberías de entrenar en estos tres casos es porque te expones a una insolación, pues tu cuerpo no tiene los suficientes líquidos, y sudar sólo empeorará las cosas. Si tienes duda entre si ir o no trabajar debes de aplicar la ley del cuello: si tu malestar se encuentra sobre el cuello (nariz constipada, dolor de cabeza o tos) no tienes excusa, debes ir a entrenar. Pero si tus dolores se encuentran bajo el cuello (cuerpo cortado, fiebre, fuerte dolor estomacal), mejor ni pensarlo.
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Básicamente, si tienes cualquier otro dolor o malestar, debes de ignorarlo e ir al gimnasio. Entrenar cuando te sientes mal es un trabajo difícil, tienes que mentalizarte para eso. Va a ser más doloroso y complicado que en otros días, pero si logras superar esta prueba, no sólo te sentirás más orgulloso de ti mismo, sino que desarrollarás tenacidad y constancia, claves que son necesarias para obtener los resultados que buscas. Recuerda que lo que no te mata (o te produce diarrea y/o vómito constante) sólo te hace más fuerte.