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Vida en familia

Mensajes de odio y redes sociales: cómo evitar que tu hijo caiga en la trampa

El bombardeo de contenidos tóxicos en internet no solo tiene un impacto en la salud mental de los jóvenes, sino que también normaliza la violencia y los discursos machistas. Es importante que los padres se familiaricen con las plataformas

Reportajes
  • Mayte Ametlla para Mamás y Papás de El País
  • 15/02/2025 10:47
Mensajes de odio y redes sociales: cómo evitar que tu hijo caiga en la trampa
Los expertos recomiendan crear espacios de confianza donde los adolescentes puedan expresar libremente su vida y dudas sin miedo al juicio.
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“Las chicas dicen que quieren un buen tío, pero siempre van detrás del cabrón”, “La grasa es la derrota, bro. El músculo, la victoria”, “Estar en pareja no me renta, mejor centrarse en el dinero”, “Si no eres millonario antes de los 25, eres un NPC (non-playable character o persona irrelevante)”. Frases como estas se repiten una y otra vez en las redes sociales, convirtiéndose en el nuevo lenguaje de una generación de adolescentes que consume, comparte y normaliza discursos machistas, misóginos y ultracapitalistas sin cuestionarlos. La presión por la riqueza exprés y el culto obsesivo al cuerpo, impulsados por influencers y youtubers que venden éxito y estética como sinónimos de felicidad, se suman a este universo de mensajes radicales. Están en TikTok, en YouTube, en hilos de X, en foros y en canales de Telegram y WhatsApp. Y no es casualidad: el algoritmo los premia, los viraliza y los coloca en la pantalla de los más jóvenes una y otra vez.

El Comité de Expertos para el Desarrollo de un Entorno Digital Seguro para la Juventud e Infancia alertó el pasado mes de diciembre que muchos adolescentes de 12 a 16 años corren el riesgo de desarrollar un uso compulsivo de Internet y redes sociales. En el informe, las plataformas más populares eran señaladas por vender la idea de que tener éxito significa estar por encima de los demás, especialmente por encima de las mujeres. ¿Es posible proteger a los adolescentes de estos mensajes sin aislarlos del mundo digital?

Antonio Piñero Luna, sociólogo y técnico en igualdad, señala que las plataformas digitales se han convertido en un espacio de falsa divulgación: “Cada vez más gente cree que lo que ve en redes ha sido investigado, cuando en realidad se trata de información sin contrastar. Es como el clickbait en las noticias: la mayoría se queda con el titular sin leer el contenido”, explica. Para el experto, la proliferación de estos discursos no es casualidad, sino el reflejo de una sociedad cada vez más polarizada políticamente. “Las políticas de ultraderecha, que cada vez ganan más votos en todo el mundo, están impulsando una reafirmación de valores tradicionales que perpetúan el machismo y la superioridad del hombre masculino sobre el resto de la población”, relata.

Sara Navarrete, directora del Centro de Psicología Clínica y de la Salud de Valencia y psicóloga experta en dependencia emocional, autoestima y terapia de pareja, considera que los contenidos más perjudiciales son los machistas y misóginos, ya que “refuerzan la desigualdad de género y la violencia, donde los jóvenes construyen su identidad a partir de un machismo extremo”. Además, señala que otro contenido preocupante es el que versa sobre el culto al cuerpo: “Es muy perjudicial porque puede generar trastornos de alimentación y problemas muy graves”.

La psicóloga ve a diario adolescentes atrapados en esta dinámica. Recuerda un caso. “Una paciente de 16 años llegó obsesionada con los likes y el cuerpo perfecto. Lo que empezó como inspiración acabó en horas de vídeos con trucos extremos para perder peso”. La joven dejó de comer carbohidratos, redujo porciones y llegó a pasar un día entero sin comer, sintiéndose orgullosa. “Cada comentario sobre su físico le daba un subidón, hasta que un día su madre la encontró llorando frente al espejo”. Según cuenta Navarrete, fue entonces cuando buscaron ayuda. Tras meses de terapia, escribió: “No era inspiración, era autodestrucción”. Hoy sigue en recuperación, pero avanza en aprender a quererse más allá de los filtros.

Navarrete advierte que la exposición prolongada a los contenidos tóxicos en redes puede afectar significativamente a los adolescentes. “A corto plazo genera ansiedad, baja autoestima y aislamiento social. A largo plazo, dificulta el desarrollo emocional y refuerza patrones de pensamiento que normalizan la violencia y la discriminación”, asegura. Para la psicóloga, el consumo excesivo de estos discursos también genera falta de empatía: “No hace falta una agresión física para que exista violencia; callar, ignorar o difundir mensajes misóginos y racistas también es una forma de agresión”, sostiene.

El sociólogo señala que las principales redes sociales, como las de Meta y X, están en manos de hombres blancos de mediana edad con una orientación política de extrema derecha, capaces de deshacer los avances en igualdad. Además, recalca que el anonimato facilita barbaridades contra personas por su género, orientación sexual o raza: “En este entorno, donde proliferan noticias falsas y discursos de odio, si los jóvenes no paran de recibir mensajes de este tipo es difícil que no acaben influenciados por estas ideas”.

Por otra parte, la falta de modelos igualitarios en redes y en la sociedad tiene un papel clave en la viralización de actitudes machistas entre los adolescentes. Piñero recuerda también que los adolescentes siguen estos modelos de manera ciega, creyendo que son conductas correctas como ocurre con la pornografía: “Generan falsas expectativas sobre las relaciones, llevando a frustraciones y presiones en la intimidad”. Según señala, la ausencia de referentes influye en la forma en que los jóvenes construyen su identidad: “Si no ves a mujeres destacando, por ejemplo, en una disciplina deportiva, difícilmente te interesará. Por eso, la presencia de figuras como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí u Olga Carmona han impulsado el fútbol femenino”. En este sentido, destaca la importancia de visibilizar en redes modelos de paternidad. “Si desde pequeños no nos dan un muñeco o una muñeca, difícilmente aprenderemos a cuidar a un bebé en el futuro. La educación es una herramienta muy potente: si incorporamos estos valores desde la infancia, será más fácil que los adolescentes los normalicen y los reproduzcan en su vida adulta”, añade.

Navarrete indica que hay cuatro señales clave para detectar si un joven está expuesto a contenido perjudicial en redes: “Un cambio en el lenguaje, especialmente el uso de términos radicales que no ha aprendido en casa; actitudes agresivas o despectivas hacia ciertos grupos; aislamiento social y cambios en la autoestima; y la percepción del cuerpo, como una obsesión con el gimnasio o la restricción extrema de alimentos”.

Para ayudar a los adolescentes a salir de estos discursos, la psicóloga recomienda a los padres no ponerse nerviosos y considera fundamental familiarizarse con las redes sociales en lugar de rechazarlas. “Si no tenemos ni idea de cómo funcionan, nuestros hijos nos verán como dinosaurios digitales y no nos van a hacer ni caso”, avisa. Según informa, que los padres conozcan a los influencers y referentes que siguen sus hijos permite ofrecerles alternativas positivas y ayudarles a detectar discursos manipuladores. “No basta con decirles que algo está mal, hay que mostrarles otros referentes”, señala. Además, insiste en crear espacios de confianza donde los jóvenes puedan expresar dudas sin miedo al juicio: “No hay que alarmarse ni reaccionar con rechazo. Respiremos, escuchemos y, si es necesario, busquemos ayuda profesional para manejar estas conversaciones de forma efectiva”.

Tanto Navarrete como Piñero coinciden en que combatir estos discursos no puede ser solo responsabilidad individual de cada adolescente o de su familia. “Es un problema estructural que requiere estrategias colectivas”, señala el sociólogo. Para él, no basta con alertar sobre el peligro de ciertos contenidos: “No podemos limitarnos a prohibir o restringir, hay que ofrecer nuevos modelos de masculinidad y referentes positivos”, resume.

 

Redes sociales y sobre protección

En las últimas décadas, hemos visto como los problemas de salud mental de niños y adolescentes ha alcanzado cifras preocupantes. Trastornos como la ansiedad, la depresión, el acoso escolar, los trastornos de la conducta alimentaria o las adicciones, desgraciadamente, han alcanzado cifras históricas y alarmantes. Son muchas las causas del gran sufrimiento que están padeciendo en los últimos años los menores, pero dos de los factores que están influyendo de manera significativa son el uso de los dispositivos tecnológicos (móviles, tabletas, videojuegos, etcétera) y el miedo de los padres que genera una gran sobreprotección.

Las generaciones de hoy pasan mucho menos tiempo jugando cara a cara, hablando y mirándose a los ojos que las generaciones pasadas. Como bien indica el psicólogo social estadounidense Jonathan Haidt —profesor de Liderazgo Ético en la Universidad de Nueva York— en su magnífico libro La generación ansiosa (Editorial Deusto, 2024), hemos pasado de una infancia basada en el juego cara a cara a una basada en el teléfono.

 

Bolivia: Cuando hay acceso a tecnología, sin orientación cercana

Anael Torres Gorena

El acceso a internet en Bolivia, más allá de su elevado coste y baja velocidad, se ha convertido hoy en una necesidad por delante del acceso a televisión por cable y otros que se han visto relegados en los últimos años. La digitalización de los estudios, transacciones bancarias, acceso a entretenimiento y otros se han acelerado en nuestro país a altas velocidades, provocando que el acceso a dispositivos con internet sea prioritario hoy en dia.

Frente a carencias estructurales en nuestro país los datos son elocuentes: el 91% de la población boliviana accede a internet a través de un celular y el 56% de la población boliviana ya tiene internet fijo en su domicilio. 

En este contexto, los adolescentes demandan en general a sus padres un celular en torno a los 12 años y este acceso a un dispositivo de uso privado genera diferentes riesgos, entre ellos el acceso a discursos de odio, misóginos y autodestructivos que se ven replicados constantemente gracias al algoritmo, lo cual puede derivar en alienación con formas de pensamiento rígidas y cerradas derivando en mensajes cerrados y unidireccionales que estén amenazando a los adolescentes como únicas verdades, sin posibilidad de contrastarlos con información fidedigna y sobre todo con la orientación paterna/materna.

En este sentido cabe mencionar que influyen mucho las brechas tecnológicas que puede haber entre adolescentes y padres, no solo por no conocer los contenidos que siguen actualmente, (influencers, youtubers, gamers y otros) sino por desconocimiento general de las páginas que visitan, tomando en cuenta que incluso en las plataformas más conocidas existen contenidos de odio o de diferente toxicidad.

En este sentido se vuelve muy importante contar con programas de control parental en los dispositivos que usan los/as niños/as y adolescentes, usar los filtros adecuados por edad, tener acceso consensuado a los dispositivos, control de horas de uso, acceso a wifi y otros; mismos que puedan dotar a los padres de herramientas para conocer en qué aguas están explorando nuestros adolescentes

Junto a esto es más importante aún conversar con ellos/as sobre las inquietudes e intereses que tienen, los juicios que tienen actualmente sobre diferentes temáticas y de donde están surgiendo. En este sentido se recomienda mucho la escucha sin juicio, invitarles a contrastar sus creencias con realidades cercanas, contextualizar los prejuicios, conocer el propio entorno; hablar sobre ello y ofrecer en definitiva dialogo que ayude al joven a contrastar lo que las redes pueden mostrar como realidades inequívocas. No es casualidad que el resurgimiento de patrones y manifestaciones de odio, misoginia, machismo discriminación y otros, tengan como caldo de cultivo especialmente los jóvenes a través de las redes sociales y aplicaciones que usan.

Cabe preguntarse como padres y madres ¿si los cuidamos tanto de los peligros de las calles, por qué no protegerles de los silenciosos y riesgosos contenidos que los persiguen en las redes digitales?

 

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