Estrategias para cuidar a un niño con padres narcisistas
El juicio constante de los padres narcisistas puede perpetuar en los hijos un diálogo interno crítico y perfeccionista. Este tipo de crianza tiene importantes consecuencias en las relaciones de los hijos en la vida adulta
Tener padres narcisistas conlleva importantes consecuencias en el desarrollo de la personalidad de los hijos. A menudo, estos comparten rasgos específicos como resultado de experiencias traumáticas en el seno de la familia. Ser criado por padres absortos por sus propias necesidades y deseos perjudica las relaciones de los hijos durante la vida adulta, normalmente marcadas por la necesidad de validación y el sentimiento de culpa.
La falta de autoestima o la confusión emocional son otras de las secuelas de los hijos criados por padres narcisistas. El impacto de esta educación es duradero y es crucial reconocer aquellos rasgos de la personalidad heredados para avanzar en el proceso de sanación del trauma. La psicoterapeuta Kaytee Gillis desgrana en un artículo para Psychology Today los caracteres más comunes entre los niños sometidos a este tipo de crianza.
Baja autoestima: Los niños pueden internalizar las críticas e invalidaciones que reciben de sus padres de forma constante. Esto provoca que, hagan lo que hagan, los hijos sientan que nunca están a la altura de las expectativas de los cuidadores, con el consecuente arraigo de los sentimientos de fracaso e insuficiencia.
Falta de límites: Los hijos de padres narcisistas pueden tener dificultades para afirmar sus necesidades, al haber estado sometidas en buena parte a las de los progenitores. Ello provoca que no sean capaces de definir los límites en sus relaciones.
Excesiva autocrítica: Los padres narcisistas someten a sus hijos al juicio constante y les exigen el cumplimiento de expectativas demasiado altas. A largo plazo, perpetuará en los hijos un diálogo interno crítico y negativo, el perfeccionismo y dudas sobre sí mismos, que los inhabilitará para ejercer cualquier acción libres de culpa.
Sentirse indigno de amor: La falta de elogios y de reconocimiento por parte de los padres puede hacer que los hijos se sientan desmerecedores de amor y cariño en sus relaciones. Las muestras de afecto pueden ser tildadas de farsa o manipulación por los hijos de padres narcisistas, quienes a menudo toleran abusos por sentir que no merecen algo mejor.
Necesidad de complacer: Los hijos de padres narcisistas priorizan la búsqueda de validación y aprobación constante por parte de los demás sobre la satisfacción de las propias necesidades y la definición de límites en sus relaciones. Se trata de un comportamiento adaptativo que pretende mantener la armonía y evitar los sobresaltos emocionales.
Arraigo de culpa y vergüenza: La manipulación y el chantaje emocional de los padres narcisistas puede inculcar a los hijos un sentimiento generalizado de culpa o vergüenza. En última instancia, esto hace que se sientan responsables de las emociones y acciones de los padres, lo que acabarán aplicando en otras relaciones de su vida adulta como pareja, padre o empleado.
Predilección por las relaciones tóxicas: Aquellos que han tenido una crianza disfuncional basada en la manipulación y el abuso emocional suelen tratar de instaurar estas dinámicas en sus relaciones de pareja, lo cual crea una dependencia tóxica.
Miedo al abandono: Los hijos de padres narcisistas desarrollan un profundo miedo al rechazo, lo que afecta a su capacidad para confiar y entablar relaciones sanas y seguras en la edad adulta. Esto es consecuencia de las constantes amenazas de abandono o retirada de amor de sus progenitores.
Abuso de sustancias: Un rasgo común entre los hijos de padres narcisistas es que tratan de hacer frente al dolor emocional y al trauma mediante la automedicación, la alimentación emocional o el abuso de sustancias tóxicas, mecanismos inadaptados para adormecer sus sentimientos y evadirse de la realidad.
Despertar sexual precoz: Diversos estudios apuntan a que la falta de límites y el abuso emocional en las familias narcisistas puede llevar a los hijos a buscar validación a través de un comportamiento sexual prematuro o de riesgo. Esto puede deberse a la confusión del amor y la atención con el afecto físico.
¿Cómo trabajar la autoestima de tu hijo sin convertirlo en narcisista?
¿Qué hace a un narcisista? La respuesta no está nada clara entre los psicólogos, pero si en algo sí encuentran el consenso es que factores como la genética o el entorno influyen. Y eso es algo que afecta directamente al método de crianza que reciben los hijos por parte de sus padres. En muchos casos, los adultos intentan ofrecer un ambiente seguro, repleto de atenciones y comodidades para sus retoños, no obstante, esto puede volverse en su contra. O en la del niño. Ya que el comportamiento de los padres puede dar lugar a hijos narcisistas.
Narcisismo Es un trastorno de la personalidad que provoca en el narcisista un sentimiento egocéntrico tan desmedido que redunda en una falta de empatía por los demás
Cabe destacar que no se trata de un asunto menor, ya que esto no es un simple rasgo de la personalidad. El psicólogo Manuel Escudero define lo que se considera un alguien narcisista: “Una persona con un trastorno de personalidad narcisista suele tener un sentido excesivo de su propia importancia, una necesidad profunda de atención y admiración y una actitud de menosprecio y desvalorización de los demás”. Esto deriva en falta de empatía y dificultades en las relaciones sociales, por ejemplo.
Durante la crianza de sus hijos, muchos padres se esfuerzan por transmitir ciertos valores a sus hijos para que estos desarrollen su autoestima. Algo que, si no se hace bien, en ocasiones puede derivar en que estos niños estimulen un trastorno narcisista. Por ello hay que hacer una diferenciación clave.
Un niño con una autoestima sana es alguien que se valora y acepta a sí mismo por cómo es. Sin embargo, uno narcisista se considera mejor al resto, con quien se compara constantemente, y, a diferencia que el otro niño, carga con la necesidad de demostrar esta superioridad.
Los errores que los padres suelen cometer y que pueden convertir a sus hijos en narcisistas
Los padres que consideran a sus hijos mejores que los demás —más inteligentes, más hábiles y hasta más guapos—, y así se lo hacen saber perpetuamente a estos, alimentarán el narcisismo de los menores. Esto puede producirse por múltiples factores, incluyendo la preocupación por que destaquen en una sociedad tan competitiva o, frecuentemente, por inculcarles una autoestima que será distorsionada por estos métodos erróneos.
El psicólogo Grant Hilary Brenner explica que actitudes de sobreprotección, un autoritarismo excesivo y la ya mencionada sobrevaloración de los padres hacia sus hijos representan factores determinantes para crear niños narcisistas.
Entonces, ¿cómo trabajar la autoestima de un niño sin que acabe siendo un narcisista? Un punto fundamental consiste en no compararle con los demás niños, cada uno es un mundo y cuenta con diferentes virtudes. Por otro lado, siempre se halagará su esfuerzo, no los logros que ha conseguido alcanzar, ya que a veces se consiguen ciertas metas y otras no. Esto lleva a la importancia de hacerles saber que en ocasiones se cometen errores o las cosas no salen bien, pero son experiencias de las que aprender, no deben sentir vergüenza por ellas.
¿Cómo es un padre narcisista?
El narcisismo es un trastorno de la personalidad que provoca en el narcisista un sentimiento egocéntrico tan desmedido que redunda en una falta de empatía por los demás. Enfocado a los hijos, un padre narcisista ejercerá una crianza abusiva que puede manifestarse de varias formas. Desde un sentimiento competitivo contra los hijos hasta una visión de los niños como una prolongación —más próxima a un objeto— de su propio ego.
"Manipulación, egocentrismo, obsesión por la obediencia y la perfección, completo desinterés por las necesidades de los hijos", así define la psicóloga Valeria Sabater a un padre narcisista. Esta actitud y comportamiento de los progenitores trae consigo una serie de consecuencias que, en mayor o menor medida, padecerán los jóvenes en su edad adulta.
La autoestima es uno de los aspectos que más sufre a causa del dominio mental que ejerce una figura paterna narcisista. La especialista Jennifer Delgado afirma que los niños crecen con una carencia de amor por parte de sus padres, lo que los lleva a desarrollarse con la carga de considerarse indignos de poder ser amados, ya que ni siquiera sus propios padres los aprecian.
Narcisistas y psicópatas, perfiles tóxicos al alza
Todos, absolutamente todos, tenemos rasgos tóxicos. Imaginar una vida sin que alguno de nosotros haya cometido algún error o no haya tenido una actitud negativa consigo mismo y con los demás es más que una misión imposible. El ser humano no es perfecto y siempre va a tener defectos más o menos visibles, aunque en gran medida reconocibles. El problema radica en el momento en que una persona no reconoce esos rasgos o actitudes como tóxicas, y adopta una forma de vida y una estructura habitual de pensamiento en la que los demás siempre son los culpables de todo. Bernardo Stamateas, psicólogo y autor de superventas como Gente tóxica o Emociones tóxicas , define a las personas tóxicas como “adictos emocionales con muy baja empatía que necesitan hacer daño a los demás para poder sentirse bien”. Stamateas cree que el miedo y la culpa son las dos emociones básicas que utilizan para manipular a los demás, y lo hacen “de una forma premeditada, consciente y reiterada”. Por su parte, la psicóloga clínica y técnica en educación emocional, Maria Dolors Mas, matiza que “las personas suelen ser tóxicas dentro de relaciones interpersonales como la familia, el trabajo o las relaciones amorosas, contexto en el que hacen daño a través del desgaste, la intimidación, la culpa o haciendo ver que los demás no existen”. Ambos psicólogos coinciden en señalar que, en la sociedad actual, hay dos tipos de perfiles tóxicos que han ido a más y que pueden ser fácilmente reconocibles en nuestros círculos íntimos habituales: los narcisistas y los psicópatas.
Egoísmo y poder
El narcisista es el que popularmente se conoce como una persona egoísta: “No se cree la mejor obra de Dios, sino se cree directamente Dios”, explica Stamateas. El autor define a este tipo de gente como “personas que se ponen en el centro del universo y a las que los demás tienen que rendir agradecimiento y satisfacer sus deseos y caprichos porque se piensan que es una bendición que les puedan tener como parte de su vida”.
El otro perfil de persona tóxica que ha ido al alza en los últimos años el que se ha catalogado como psicópata y que va más allá del retrato de persona que conocemos por las series o películas policiales. Bernado Stamateas define al psicópata como “aquella persona que ama el poder desde cualquier ámbito y los demás se convierten en objetos de usar y tirar. El autor explica que “no establecen límites afectivos, no respetan los límites, son impulsivos y no sienten grandes remordimientos cuando hacen daño a los demás”. Stamateas completa la descripción de los psicópatas con este análisis: “Son personas que no toleran la frustración y que viven cualquier límite que le pongan como un robo de libertad”.
Cultura consumista
Ante el crecimiento de personas con estos dos perfiles, los profesionales de la psicología han tenido que abrir consulta a personas que con estos rasgos o, de manera más habitual, a gente que se ha visto afectada por la toxicidad de sus relaciones. Stamateas achaca esta tendencia al modelo de sociedad que estamos construyendo en los últimos años: “Nuestra cultura se basa cada vez más en el consumismo, inventan cosas que convertimos en necesidades y hay una preponderancia del individualismo”. Para el autor, “todos estos valores individualistas y consumistas generan un tipo de cultura en la que se pierden los vínculos amorosos y se potencian los rasgos tóxicos”. El psicólogo habla de dos tipos de relaciones: “Una es la basada en el yo te doy y recibo a cambio, que es la que más funciona en el trabajo, y luego está las que se basan en dar sin esperar ninguna contrapartida, sólo por el placer de dar”.
Hambrientos de autoestima
El desarrollo y expansión de las nuevas tecnologías y la imparable aproximación a las redes sociales ha generado, según el psicólogo Bernando Stamateas, la aparición de un nuevo perfil tóxico al que cataloga como “buscadores de miradas y de reconocimiento”. Para el terapeuta, la proliferación de este tipo de socialización está generando un nuevo perfil de usuarios que “tienen como característica principal la pérdida de identidad”. Stametas cree que el problema de compartir información a través de la red reside cuando “no hay una utilidad social, y sólo se comparte la intimidad con el objetivo de acumular las miradas de los demás. Se convierten en buscadores compulsivos de autoestima, de deseabilidad social”. El autor concluye que “esto genera la ilusión de que la estima viene de la mirada de fuera hacia dentro, cuando es justo lo contrario”.
Este tipo de perfil más moderno, comparte espacio con personas tóxicas que han sido más comunes a lo largo de la historia como el envidioso (le angustia los logros de los demás y lo único que calma su angustia es descalificar al otro), el quejoso o criticón (personas frustradas en una determinada área de su vida y que expresan ese sentimiento frustrando a los demás) o el triangulador (utilizan a otras personas de ariete para ir contra alguien al que no pueden ver, en lugar de enfrentarse ellos mismos con el problema).