Aniversario del Gran Chaco
Fray Quebracho, el párroco en moto que amaba el Chaco
Los pobladores del Gran Chaco cuentan que con un carisma especial que lo caracterizaba, Fray Quebracho llegaba en su motocicleta a las poblaciones del Gran Chaco a evangelizar con su alforja cargada con la biblia, la cruz y un diccionario y que contribuyó a forjar el carácter chaqueño y sembrar la s



La historia de Fray Quebracho es la historia del Gran Chaco de finales del siglo XX cuando seguía siendo un territorio agreste abierto a machetazos por las petroleras, o más bien, por los duros chaqueños que trabajaban para las petroleras y que por entonces solo aspiraban a hilar un par de buenas cosechas o vender bien sus vacas para subsistir allí, olvidados por todos.
Los pobladores del Gran Chaco cuentan que con un carisma especial que lo caracterizaba, Fray Quebracho llegaba en su motocicleta a las poblaciones del Gran Chaco a evangelizar con su alforja cargada con la biblia, la cruz y un diccionario y que contribuyó a forjar el carácter y sembrar la semilla de la autonomía.
Era un hombre grande, de ojos claros, rubio, de piel blanca y siempre estaba colorado. Cuentan que su voz bien fuerte y potente, infundía miedo e intimidaba a los que no lo conocían, ganando así el respeto de los lugareños. “Andaba, con su capa que caracteriza a los franciscanos, montado en su motocicleta BMW alemana, donada por la cooperación alemana de cilindrada 800. Así era el padre Oliverio Pellicelli, más conocido como Fray Quebracho. El párroco que transitaba como fantasma las tierras oscuras chaqueñas”, cuenta Guadalupe Miranda, una habitante de Villa Montes.
Fray Quebracho nació en la ciudad italiana de Orte (Roma), el 5 de mayo de 1918. Entró a la orden franciscana el 12 de agosto de 1934. Muy joven llegó a la Argentina, donde acabó de estudiar y fue consagrado y ungido en Salta como sacerdote el 8 de diciembre 1942. Evangelizó en el Chaco argentino y luego se vino, cuando tenía cerca de cuarenta años, al lado boliviano.
Dicen que llegó de Italia a la zona chaqueña de Argentina y Bolivia, entrando por Salta hasta Tarija y posteriormente al Chaco hasta la región del Aguaragüe, Itaú, Aguas Blancas, Crevaux, d’Orbigny, Yacuiba, Villa Montes y Caraparí.
Alguien que lo conoció y con quien pasó momentos inolvidables fue el cantautor chaqueño Yalo Cuellar, autor de la célebre composición en su honor, quien comenta que “el italiano Fray Quebracho fue notable en el Chaco boliviano por su obra misionera en bien de la comunidad católica. Lo que hizo primero es empezar a forjar el criterio en la gente, edificando otras iglesias al lado de las antiguas”, revela el artista.
Según Cuéllar, Pellicelli se enraizó más con la gente chaqueña, decidió quedarse y descubrió su talento para la poesía, inspirado en el paisaje donde él vivía. “Él comenzó a componer y los músicos de la región comenzaron a juntar su música con las composiciones de Fray Quebracho”, cuenta Cuellar. Escribió libros de cuentos para niños resaltando las festividades a nivel regional. En ellos narraba sobre las fiestas de Caraparí e Itaú. A las mismas asistía gente de Yacuiba y de Argentina, haciéndose celebraciones y procesiones grandes.
En Caraparí, donde él vivió, descubrió también que es un buen cocinero, pues preparaba platos exquisitos para la gente en las fiestas. Su plato preferido era el pollo al vino (denominado por él “Pollo al cura”), porque llevaba vino. Cuéllar dice que una de sus preferencias era tomar un rico vino tinto, especialmente del chileno. “Tenía muchos amigos y familias que compartían con él, era apegado a la gente, sencillo, abierto, franco, bromista y muy alegre”, expresa. Cuéllar recuerda que su padre era transportista. Recorría la ruta entre Yacuiba y Caraparí, en la que había un lugar llamado Saladillo donde la flota llegaba, fue ahí también donde el padre Fray Quebracho llegaba después de evangelizar en su motocicleta. Cuentan que además de su alforja, donde tenía la santa palabra, tenía siempre su vino, su queso y sus huevos hervidos.
Su habitación
Su dormitorio era tan sencillo que “sólo tenía la catrera de cuero, un pequeño velador, sus botas chaqueñas, su sombrero y una bacinica”. Renegaba de algunos religiosos que tenían algunas preferencias. Decía “que trabajen y no esperen que la gente les de todo”. “Él no era materialista”, asegura Cuellar. Cuando terminaba sus misas se despedía diciendo “Salud corazones’” y entonces tomaba un “seco” de su vino. Su legado fue la evangelización, la poesía, “escribió poemas para niños que tenían que ver con los animales del lugar, con aparecidos y fantasmas que se hicieron leyenda en la zona. Tenía una manera especial de hacerlo”, relatan los lugareños.
Entre los artistas chaqueños reconocidos que convirtieron sus poemas en exitosas canciones está el cantautor: Juan Enrique Jurado con el tema “Mi sombrero chaqueño”, pero Fray Quebracho es también autor del Himno al Chaco. Su herencia la dejó más en el Chaco tarijeño donde estuvo muchos años.
Su paso por la Escuela Militar de Cóndores es especial. Era capellán y no solamente daba misas, sino que también hizo instrucción militar dejando leyenda en Sanandita. Estuvo prácticamente en todo el Chaco. “Ya cuando estaba mayorcito le hacen entrega, los alemanes, de un Jeep Toyota, pero no podía conducirlo bien, tuvo algunos choques y no manejaba bien con caja mecánica”, cuenta Cuellar. Dicen que su deseo era que lo entierren debajo de un quebracho (árbol fuerte). Lamentablemente, la iglesia se lo llevó a Sicilia (Italia).
“Yo soy fray quebracho, el curita borracho”
Él decía: “Yo soy Fray Quebracho, el curita borracho”, fue de esa manera que se quedó con ese sobrenombre. “Un año y medio antes de que muera Fray Quebracho, comencé a escribir una canción para él, porque yo compartí muchas cosas, fue parte de mi vida, de mi historia, los encuentros, donde compartíamos enseñanzas junto con mis padres. Lamentablemente él no escuchó la canción, pues la terminé cuando el ya no estaba”, cuenta con melancolía, Cuellar, recordando esa hermosa canción que ahora es un éxito.
Parte de su letra expresa lo siguiente: “Hay hombres que están marcados por el destino y van buscando otros sueños por el camino por sendas llenas de penas y otras de olvido, hay hombres que lo dan todo por los amigos. Montado en un par de sueños llegó de lejos. El viento borró su huella como queriendo empujarlo hacia lo llano de campo abierto como sembrador de fe y de amor sin tiempo (...)”.
NOTA DE APOYO
La obra y muerte del padre Oliverio Pellicelli
Su obra fue reconocida y en honor a él hay calles, escuelas, monumentos y plazas llevan su nombre.
Gabriel Gutiérrez, habitante de Yacuiba, recuerda al padre Pellicelli como un icono muy importante para el Chaco, porque “no sólo fue un cura extranjero más, fue un chaqueño más”. “Se preocupó por el tema social, la gente del campo, en Villa Montes, Yacuiba, Caraparí tuvo mucha influencia”, dice.
“Fue poeta, escribió e interpretó varios temas musicales y poemas, que dejó como herencia en el Chaco. Las danzas como chacarera, zamba, gato, escondido, cueca, triunfo, él las ha recopilado para darles mayor difusión. Se preocupó mucho de la cultura, aunque no dejó muchos registros organizando festivales. Es un personaje que dejó sus expresiones, en sus poemas, donde expresa el amor y el cariño por los pueblos”, agrega Gutiérrez.
En el Gran Chaco se recuerdan las palabras de Fray Quebracho que decía: “Chaqueños no se duerman, su riqueza difúndanla, siéntanse orgullosos”. Él acuñó varios términos como el “infierno verde”, “Chaco, rincón de promesas”. Además, inspiró a varios líderes cívicos chaqueños a luchar por la descentralización y por la autonomía. Era muy amigo de la gente del campo, era poco citadino. “Su obra, su amor, su compromiso con la cultura, con la identidad eran enormes, no se faltaba a las festividades de los santos o a una carrera de caballos. Bendecía con cariño, se involucró con todo”, cuentan los habitantes de Villa Montes.
Su muerte
Partió hacia Italia enfermo y casi desahuciado, lamentablemente no fue cumplido su deseo de ser enterrado en el Gran Chaco y sólo queda el recuerdo de su obra carismática. Oliverio Pellicelli falleció a sus 75 años en Roma (Italia) el 16 de junio de 1993, tras un prolongado cáncer. Sus restos descansan en la ermita de Bellegra, cerca de Roma.
Más detalles sobre su vida
Su motocicleta
Muchas veces andaba, con su capa que caracteriza a los franciscanos, montado en su motocicleta BMW alemana, donada por la cooperación alemana de cilindrada 800. Así era el padre Oliverio Pellicelli, más conocido como Fray Quebracho
Su dormitorio
Su dormitorio era tan sencillo que “sólo tenía la catrera de cuero, un pequeño velador, sus botas chaqueñas, su sombrero y una bacinica”. Renegaba de algunos religiosos que tenían preferencias. Decía “que trabajen y no esperen que la gente les de todo”.
Quebracho
Dicen que su último deseo era que lo entierren debajo de un quebracho (árbol fuerte). Lamentablemente, la iglesia se lo llevó a Sicilia (Italia). Más aún hay gestiones para traer sus restos y ponerlos al pie del Aguaragüe.