¿Es la lapicera digital un aliado?
El abandono de la escritura a mano perjudica el aprendizaje
Al escribir se realiza un procesamiento profundo de la información, se mejora la capacidad lectora y de la memoria y se estimula el desarrollo de conexiones neuronales. Si se abandonase de manera efectiva la escritura se perdería uno de los canales de procesamiento para el cerebro.



Hace años, los estudiantes, además de libros, llevaban en sus mochilas un elemento entonces imprescindible para afrontar la jornada en el colegio: el estuche. Un accesorio de distintos tamaños, formas y colores, que contenía en su interior lápices, bolígrafos, pinturas, rotuladores, borrador, sacapuntas e, incluso, reglas, escuadras y cartabones. Con el paso del tiempo este complemento ha ido disminuyendo en importancia.
La causa es la reducción de la escritura manual en las aulas en favor de las nuevas tecnologías que han dado protagonismo al teclado. Una circunstancia que, en opinión de algunos expertos, supone un perjuicio para el aprendizaje y la memorización de las nuevas generaciones, y que ha hecho que empiece a valorarse, como no podía ser de otra manera y acorde a los tiempos que corren, el uso de la lapicera digital para que niños y jóvenes no se desvinculen de la escritura.
La escritura resulta beneficiosa para el cerebro en cualquier etapa de la vida y máxime durante el desarrollo. La doctora Pilar González, neuropediatra del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, apunta que “escribir resulta una tarea compleja en la que se realiza un procesamiento profundo de la información, beneficia la capacidad lectora y de memoria y estimula el desarrollo de conexiones neuronales”. El hemisferio cerebral izquierdo es el responsable de la comprensión y producción del lenguaje oral y escrito.
Por ello, continúa esta experta, “la escritura estimula áreas motoras, visuales y cognitivas”. “Primero se estimulan áreas de percepción y comprensión, después áreas de codificación y, al final, la corteza motora primaria para producir el movimiento”, enumera, explicando las muchas ventajas de la escritura manual: “También se activan otras áreas: memoria, visión global de la palabra y regiones implicadas en funciones ejecutivas (planificación, atención y flexibilidad cognitiva). Ayuda en el entrenamiento de las funciones ejecutivas, estimula la atención y también la capacidad de sintetizar la información. Otros beneficios: reducción de la ansiedad y fomento de la creatividad”.
Si se abandonase de manera efectiva la escritura se perdería uno de los canales de procesamiento para el cerebro. Esto se debe, en opinión de José Ramón García Guinarte, profesor, especialista en Neurociencia y director del Instituto de Neurociencia y Alto Rendimiento, a que “la escritura funciona a través de una inteligencia corporal”. “Es decir”, ilustra García Guinarte, “memorizamos lo que estamos realizando a través del movimiento, además de un componente visual. Si dejásemos de utilizarla estaríamos generando un menor número de sinapsis neuronales. Estaríamos descuidando una de nuestras inteligencias”.
En 2020, un equipo del laboratorio de Neurociencia del Desarrollo del departamento de Psicología de la universidad de Noruega de Ciencia y Tecnología, en Trondheim, publicó en la revista Frontiers in Psychology un estudio que valoraba qué práctica era más eficiente para un aprendizaje óptimo en el aula: escribir a mano, en teclado o dibujar. Para llevar a cabo esta investigación ejecutaron un electroencefalograma de alta densidad provisto de 256 sensores a 12 jóvenes adultos con una media de edad de 24 años y a 12 niños, de 12 años, para estudiar la actividad eléctrica de sus cerebros mientras escribían a mano, a máquina o dibujaban.
En el caso de los jóvenes que escribieron a mano con un bolígrafo digital en una pantalla táctil, ciertas áreas del cerebro en la región parietal y central mostraron actividad sincronizada relacionada con eventos en el llamado rango theta. Estas áreas son importantes para la memoria y para la codificación de nueva información, lo que proporciona al cerebro las condiciones óptimas para el aprendizaje. Al dibujar, se encontraron patrones de activación similares en las áreas parietales, además de desincronización relacionada con eventos en el rango alfa/beta, lo que sugiere similitudes, pero también ligeras diferencias en los patrones de activación al dibujar y escribir a mano. Sin embargo, en aquellos que escribieron en un teclado se observó una actividad desincronizada relacionada con eventos en el rango theta y, en menor medida, en el rango alfa en las regiones parietal y central del cerebro.
En los niños de 12 años se encontraron los mismos patrones de activación, pero en menor medida. El estudio concluye que los niños y niñas, desde temprana edad, “deben ser expuestos a actividades de escritura y dibujo en la escuela para establecer los patrones de oscilación neuronal que son beneficiosos para el aprendizaje”.
La escritura está directamente relacionada con la capacidad lectora. La doctora Pilar González explica que “al escribir el alfabeto, el niño entrena su capacidad de reconocerlo y es muy importante para su capacidad lectora”. “La coordinación visomotriz que requiere la escritura se ha asociado a los logros académicos. El desarrollo de aptitudes de motricidad fina en la infancia puede predecir no solo el éxito que se tendrá en la escritura, sino un mejor desempeño en lectura y matemáticas en la escuela primaria”, afirma.
La utilización de la lapicera digital sobre pantallas táctiles ofrece beneficios frente a la lapicera tradicional, como puede ser trabajar con distintos colores, tipos de subrayados o distintas técnicas para resaltar la información. Sin embargo, en opinión de la doctora Rosa María Funes Moñux, pediatra neonatóloga del Hospital Universitario Príncipe de Asturias y profesora Asociada de la Universidad Alcalá de Henares, “el esfuerzo en la escritura manual con la realización de resúmenes o esquemas elaborados por uno mismo fomenta la atención, la retención de conceptos y el rendimiento en el aprendizaje”. “En la escritura manual se entrenan también habilidades como la distribución del espacio, la limpieza y el orden”, asegura. “El uso del lápiz digital o del teclado con el corta y pega posee resultados menos favorables en el aprendizaje en diversos estudios”.
Además, prosigue esta pediatra, neonatóloga y autora del libro Crecer con wifi, “con las nuevas tecnologías se aprecia un lenguaje más informal en los alumnos en trabajos escritos formales, recurren más al plagio y muestran una clara tendencia a la escritura abreviada, simbólica o con faltas de ortografía normalizadas. La ortografía también se ve mermada en su aprendizaje debido a los autocorrectores”. Y concluye que “aunque se usen los lápices digitales, no debería desaparecer la escritura a mano por los beneficios que aporta. Deben convivir y complementarse”.
Por qué escribir a mano convierte a tu hijo en un niño más creativo
Los teclados están desterrando el papel y la lapicera a la hora de escribir y en el caso de los niños no es una excepción. Incluso los centros escolares incorporan el uso de dispositivos electrónicos para que sus alumnos estudien. Pero, ¿qué se pierden nuestros hijos cuando dejan de escribir a mano? De entrada, parte de su individualidad comunicativa, ya que “en la escritura a mano se expresa nuestra personalidad. Cada uno de nosotros tenemos una letra con un tamaño, inclinación, orientación y trazo diferente. La escritura requiere procesos diferentes en cada niño, según su tipo de enseñanza o su propia red neuronal encargada, entre otras habilidades, del funcionamiento emocional y de su movimiento corporal, en este caso manual”, explica Montserrat Díaz Rosell, Doctora en Medicina Traslacional Neuropsicóloga del Centro Integral San Lorenzo.
Cuando un niño escribe a mano, se entrenan y activan varias habilidades. “La escritura es fundamental para el desarrollo de áreas cerebrales de los niños, que de otra forma no se pueden estimular, como las cognitivas, ya que se pone en funcionamiento el proceso de escoger determinado tipo de letra y desarrollar el movimiento adecuado con la mano para escribir. También se activa el área de la memoria, debido a que es preciso recordar cómo se escriben las palabras. Además, para escribir a mano, es necesario tener la capacidad de detectar errores; comprobar; modificar contenidos y expresiones, así como una planificación inicial y organización de ideas estructuradas”, añade Díaz.
Un niño que escribe con bolígrafo o lapicera en un papel “desarrolla la coordinación entre ojos y mano, se desarrolla la capacidad de regular la fuente de luz de manera natural y no determinada por una pantalla, se estimula la creatividad y la habilidad de la expresión del mundo emocional a través del uso de trazos, colores, formas y de diferentes presiones con la lapicera sobre el papel. De esta manera, los niños desconectan un tiempo del uso de las pantallas que les provocan sobreestimulación y aprenden a que no siempre se depende de la electricidad para hacer actividades”, concluye la neuropsicóloga Montse Díaz.
Cómo motivar para usar la lapicera
Jugar
Desde casa, se puede motivar a los niños para que disfruten del uso del lapicera y el papel, con ideas, como plantear el escribir a mano o dibujar como un juego. Los niños aprenden jugando y desde que tienen alrededor de tres años pueden comenzar a garabatear con lapicera y papel para entrenar su capacidad de imitar trazos con dibujos y formas creativas.
Imitar
Aprovechar la capacidad de imitación de los niños. Si nuestros hijos ven que, además de los teclados, cogemos bolígrafo y papel, querrán participar con nosotros en la actividad. Es positivo que se realicen listas de la compra, se anoten carteles en la casa y se puedan escribir indicaciones o cartas de felicitación de cumpleaños para que los niños entiendan lo personal de escribir a mano.
Crear rutinas
Crear una rutina que incluya escribir o dibujar. Si creamos el hábito de dedicar todos los días un rato con nuestros hijos para utilizar papel y lapicera será más fácil que interioricen la costumbre de escribir a mano o dibujar. Usar materiales atractivos para que los niños usen papel, lapicera o pinturas, como en el caso de los mandalas, pizarras o blocs de dibujo que también fomentan su creatividad.