Julio el mes de la Santa Anita en Tarija
Ramírez: “Es una ardua tarea mantener viva las tradiciones”
El coime, los tamales, la aloja y los platos de la gastronomía criolla son algunos de los productos de antaño que perviven en las ferias de Santa Anita, muestra que se prevé trasladar a las redes sociales



Preservar las costumbres del valle central de Tarija, que de enero a diciembre se expresa en un amplio calendario de festividades patronales y culturales, es lo que motiva a Aidé Ramírez, promotora cultural de la región, a incentivar y difundir de forma activa estas actividades.
En esa labor ardua y comprometida con la identidad del pueblo tarijeño, Ramírez rememora las tradiciones de la celebración de Santa Anita, que este año por la pandemia del Covid, solo será virtual. En ese marco, sugiere mostrar por las redes sociales el valor de esta festividad que es propia de la niñez y realzar la importancia que tiene el transmitir los saberes de generación en generación.
Destaca que a pesar de los años y los cambios que se tuvieron, algunos productos criollos de la región como el coime, los tamales, la aloja y otros aún se conservan. Sin embargo, considera vital incentivar y apoyar las costumbres, es por ello prevé retomar un proyecto de ley que presentó la gestión pasada a la Asamblea Legislativa Departamental.
Aidé Ramírez Array, Profesora de Estudios Sociales, fue concejal del municipio de Cercado, exdirigente sindical y presidenta de la OTB. También presidió de la Junta Escolar de la Unidad Educativa Ángel Calabi de Tomatitas y apoya la difusión de la cultura y tradiciones de Tarija desde hace varios años.
El País (EP): Entre las actividades de julio está la celebración de Santa Anita, desde Tomatitas usted promueve y busca rescatar que no se pierda esta tradición ¿Cuántos años lleva realzando esta festividad?
Aidé Ramírez (AR): Decir que la Santa Anita es una actividad muy tradicional de Tarija, sobre todo para los niños y niñas, además es donde trabajan las abuelas y las mamás junto a ellos.
Desde hace muchos años que me dedico a esto, toda una vida, con mis niños y familia, a inculcarles esta actividad, practicamos hace tiempo. Por ejemplo ahora ya tenemos moliendo el maíz para los tamalitos, indicándoles cómo se hace, inculcándoles valores a los niños y niñas para que Tarija no pierda su identidad, ese es el espíritu el fondo. Un pueblo tiene su cultura su identidad en muchas formas de demostrar y si esto se llega a perder se dejaría atrás una gran tradición del pueblo chapaco.
Desde mediados de junio ya sabíamos prepararnos años antes, en varias comunidades, en la zona y en la familia, pero desde que empezó el problema del coronavirus, ha cambiado totalmente, pero quiero indicar que para no perder la costumbre, tradición y la esencia de lo que es la festividad de Santa Anita para nuestros niños en Tarija, considero que debemos recurrir a la manera virtual, usando al celular, de alguna manera las mamás, las abuelas y las familias. Así se evitará la aglomeración y multitud de gente para evitar los contagios y lo que estamos viviendo. Pienso que no se debe dejar de lado esta actividad y debemos aprovechar los medios que tenemos para mostrar su esencia.
Muchos confunden con las Alasitas que se hace en enero y febrero en La Paz, con la Santa Anita, pero no es lo mismo.
EP: ¿Cómo era esta festividad años antes y qué productos de la región se preparaban para esa celebración?
AR: Desde niña mis padres me llevaban a la calle Ancha (Cochabamba), ahí solíamos llevar las carguitas de leña que con tiempo las hacíamos, las amarrábamos con la cevinga (paja larga). A los niños les sabían hacer vender los amarritos de leña, sus puestos eran en el piso, los niños vestían la ropa del chapaco, aunque no era tanto como ahora los vestimos con todo.
Las niñas vendíamos los tamalitos, en la calle Ancha antes no había tanta aglomeración ni tanto comercio, no había plásticos, ni juegos que nada tiene que ver con lo que era autentico. Nuestras mamas nos acompañaban.
También antes se llevaba mucho coime, sobre todo las mujeres de Sella, eso era una tradición también. Hacíamos las empanadas blanqueadas, pero esas que se venden con blanqueado fresco y los más tradicional que a mí me gustaba vender era la canasta de pancito, horneados en el piso, las tortillitas y los bollitos, eso me recuerdo de mi infancia en la calle Ancha.
Posteriormente, los quesitos que se hacían como los quesos grandes, los cinchos pequeñitos, llevábamos hasta las piedritas, tal cual hacían nuestros mayores. Era una demostración de cómo se hacían los quesitos. Nos faltaba manos para vender esos productos, no había problemas de puestos, no se pagaba impuestos, tampoco se hacía filas ni amanecerse por un espacio.
EP: ¿Cuándo estima que se empezaron a cambiar algunas tradiciones y se llegó a introducir a la Santa Anita otros productos?
AR: Exactamente no podría decir, pero ya son muchos años atrás que esto se ha vuelto totalmente comercial; nos cuesta y es difícil mantener la tradición. Por ejemplo antes los carpinteros preparaban desde mesitas, banquitas, sillitas, camitas. También tallaban los yuguitos, araditos que usaba la gente del campo para cultivar, pero en los últimos años ya no se ve ni para muestra.
Además antes tallaban muchas otras cosas en el campo como las canastitas de caña, hechas por los canasteros que había entonces, ahora quedan pocos, y la gente compraba todas las cosas, desde los pancitos, tamalitos, bollitos, masitas hasta llenar las canastitas, tanto los niños como las niñas.
Todas esas cosas se vendían antes y se complementaba con lo que hacían las señoras de la calle Cochabamba, como la aloja, chicha en matecitos y las comidas criollas.
EP: ¿Qué es lo que más le gusta a usted y que le impulsa a participar en este tipo de actividades?
AR: Me encanta esto, pese a mis años. Nosotros los mayores y jóvenes tenemos muchas festividades, muchas formas de agasajarse disfrutar la cultura, la música y el baile todo el año, pero los niños veo que tienen muy pocas actividades para disfrutar, más ahora por la pandemia.
Aunque no es igual, por lo menos un parecido, Santa Anita es una de las actividades donde los niños se siente protagonistas de su propia venta y su actividad, viendo cómo otros niños hacen lo mismo también, hacer que se sientan importantes y al hacer eso también estamos transmitiendo valores, las costumbres y la tradición.
Hasta hablando dentro de la formación de la educación estamos practicando la matemáticas, el relacionamiento humano, el saludo etc., porque la abuela y la mamá antes de vender recomiendan a los niños saludar, un buen trato, todas esas cosas son muy valiosas, que a uno le emocionan tanto.
Otro aspecto que me enamora de estas cosas es cuando hago y elaboro las cosas con ellos mismos, por ejemplo cuando voy a moler el maíz, estoy enseñando a los niños como se hace. Asimismo, se trabaja con los niños y creo que así también lo hacen las demás mamás y abuelos. El niño viendo aprende, pero también ayuda hacer los tamales, empanadas etc. Todas esas cosas creo que no tienen explicación, de darles un tiempito a los niños, en esta época en que todos trabajan, pero darles ese tiempo y espacio para que ellos elaboren los productos junto a nosotros es algo muy valioso.
EP: La pandemia del Covid-19 hizo que casi todas las actividades migren a lo virtual, también se han suspendido las ferias de Santa Anita en Tarija ¿Usted preparará su muestra para mostrarla por las redes sociales, como Facebook por ejemplo?
AR: En ese aspecto, cuando sacaron la disposición que iba a haber ferias de Santa Anita en la ciudad no estuve de acuerdo, aunque a uno le apasione. Ahora se suspendió y apoyo esa determinación porque primero es la salud de los niños, los jóvenes que es lo más sagrado.
Virtualmente no voy a participar en eventos que se haga en la ciudad de Tarija, pero aquí (Tomatitas), cada año hacemos una muestra, poquito para que los niños sepan cómo presentar la Santa Anita.
Estoy de acuerdo que las mamás si bien quieren hacer para sus hijos, pueden hacer una venta pequeña para la familia o vecinos, pero de forma amplia es complicado porque la gente se aglomera.
Sin embargo, se puede ver la forma de difundir las imágenes de gestiones pasadas por las redes sociales, de tal forma que la gente y la niñez recuerde que en julio es el mes de la Santa Anita y que podemos volver a realizarlas cuando termine esta pandemia.
Otra alternativa es que se enseñen cómo se hacen las masitas, la comida, las artesanías por las redes sociales, así mostrar cómo se prepara, se manipula, incluso usando los barbijos, guantes y cuidados sanitarios.
Hay que hacer un esfuerzo grande, porque no olvidemos que aparte de inculcar los valores, la tradición y la cultura, y darles un día de felicidad a nuestros niños, también ingresan recursos a cada familia. Las ferias de Santa Anita son una actividad económica grande, pero tenemos que ser creativos para mantener esta tradición y no generar aglomeraciones con ferias presenciales.
EP: Desde su experiencia como promotora de las tradiciones ¿qué deberíamos rescatar de Santa Anita para las nuevas generaciones?
AR: Debemos rescatar nuestras costumbres de antaño, pienso que la pandemia pasará en algún rato con las vacunas, el lugar en la calle Ancha, ahí es la tradición no la podemos mover. Debemos separar de una buena vez esa feria artesanal, si bien nos gusta a muchos y vamos a comprar los productos como cucharas de palo etc., todos necesitamos trabajar, jamás voy a ir contra esa gente que es gremial, es artesana, pero de una vez por todas la gente que prepara aun los productos tradicionales debe tener una ubicación para la Santa Anita de la calle Cochabamba. Cada año es un problemón, por eso ya no viene la gente del campo con sus tamilitos, leñita, el pancito, las empanaditas, tranquilamente las calles laterales se las puede ubicar a la gente del campo ahí. Sabemos que la población crece y cada año hay más cantidad de gente, pero se debe organizarse.
Si bien hay gente que aún prepara los tamilitos, pancitos, empanaditas y otros, pero está dejando de venir a vender a la ciudad porque no tiene un espacio donde ubicarse.
EP: Por otro lado, Tomatitas es un referente del turismo en Tarija ¿cómo están sobrellevando ese bajón en el movimiento económico que causó la pandemia?
AR: Nos afectó bastante, si bien estamos cerca de la ciudad, del río y tenemos la vegetación, tenemos también pocos turistas. De golpe se cortó y son muy pocos los que llegan, la gente está sufriendo porque no hay ingresos económicos. Los restaurantes están vacíos las señoras que vendían las humintas y cangrejitos, lo propio. Al igual que los que vendían los rosquetes, el vino patero, empanadas blanqueadas hojarascas, sabíamos mandar al interior del país, todo bajó de manera terrible.
Han cerrado varios restaurantes, ahora todo es tienda, estamos cabeza con cabeza y eso ya no da más, estamos todos muy preocupados, como pasa al igual que los hoteles.
Aún no se han visto medidas para reactivar el turismo, ahora con el frio y la pandemia estimamos que pase un mes o dos meses más que estamos queriendo reunirnos con las señoras para ver alguna estrategia o alguna otra forma de seguir aportando para que el turismo siga siendo nuestra fuente principal de ingreso.
EP: Finalmente ¿qué recomendaciones nos deja acerca de recuperar y preservar las tradiciones que se manifiestan en Tarija en un calendario cultural amplio desde enero a diciembre?
AR: Recomendaría que las mamás, las abuelas y a los jóvenes que yo sé que aman Tarija, pero hay que demostrarlo. Estamos en el mes de Santa Anita y muchas mamás buscan que sus pequeñitos salgan en la televisión y las redes sociales, con la vestimenta típica de Tarija, pero sugiero que se mantenga bien el peinado, con la flor en la oreja, la mantita, si pueden rectangular, las ojotas negras o cafecitas, por algo hay que empezar, esos detalles hay que ir haciéndolos propios como era de antaño. Nuestra vestimenta es el orgullo más grande que tenemos, pero es una pena que se la está distorsionando totalmente. Por ejemplo algunos les hacen una trenzada de saya, también el colocado del sombrero, debe saber del lado que va la hebilla, la flor y otros detalles.
Tengo un proyecto de ley en la Asamblea Legislativa Departamental, para promover y recuperar estas tradiciones, lo voy a reactivar dentro de poco, por la pandemia no se ha podido hacer el seguimiento.
Eso quiero inculcar, y que las mamás, que ahora quieren demostrar de forma virtual todo lo que es la Santa Anita empecemos con lo de antaño, la alojita de maní, la chicha, el pancito, las empanaditas y las demás comidas.
Presentaciones en las muestras culturales
Gastronomía criolla
La festividad de Santa Anita destaca la presentación de diferentes platos y repostería de la gastronomía criolla del pueblo chapaco. Las chirriadas, los tamales, las empanadas blanqueadas son algunos de los productos que se muestran en esta feria tradicional.
La niñez protagonista
Niños y niñas son los protagonistas de la festividad de Santa Anita, que marca el calendario festivo de julio en Tarija. Son ellos quienes se muestran orgullosos de sus saberes y de preservar la identidad. En la foto una niña con ollas de aloja y chicha de maíz.
El bazar de antaño
Una muestra que no puede faltar en Santa Anita son los bazares, presentación que perdura y que aún es buscada por los más pequeños. Desde ropa chapaca para niñas y niños en miniatura hasta productos artesanales, son las características propias de esta celebración en los diferentes barrios de Tarija.