En algunos países existen leyes que norman estas expresiones
Piropos, ¿acoso o adulación?, lo que las mujeres callan en Tarija
Más allá de las adulaciones están aquellos “piropos” que ofenden y que las mujeres toman como agresivos, e incluso están los comentarios dichos entre las mismas mujeres



Desde siempre se ha dicho que los tarijeños son conquistadores, que saben qué decir y cómo se deben pronunciar palabras dulces, que sean del agrado de las mujeres, sobre todo de aquellas que los inquietan.
Empero, cuántos de esos piropos son apropiados realmente. Tras un sondeo virtual realizado por El País a 50 mujeres, 40 de ellas afirman que los “halagos” en muchos casos son muy ofensivos y tienen tono sexual.
Al respecto el cumpa Mico dice “Existen tarijeños apagados y tarijeños encendidos en cuestiones del buen piropo a las mujeres”. “El ondular de sus graciosas caderas hace despertar mis sensaciones adormecidas”, agrega con una sonrisa y añade sentirse enajenado.
El cumpa es muy conocido en Tarija por su actitud galante con las mujeres a las que siempre está adulando de manera tan decidida que se lo vio incluso frenando en seco con su camioneta en mitad de la calle, simplemente para asomar la cabeza por la ventanilla y decir cosas como: “¿Qué hace una estrella volando tan bajito?”, “Soy capaz de tirarme al suelo y besarle los pies”.
De acuerdo al cumpa Mico el chapaco es conquistador, es el que más galantea. Destaca que incluso en las coplas tarijeñas se reflejan los piropos, algunos pasados de tono.
Para Ilda, Beatríz y Carmén, quienes forman parte de las consultadas para este reportaje las mujeres han venido aceptando y soportando los piropos desde siempre, debido a la cultura “bromista y machista” que predomina en Tarija.
Según la psicóloga Margot Téllez la cultura tarijeña no da mucho espacio a criticar este tipo de cosas. Coincide en que las mujeres tarijeñas han venido callando muchos piropos subidos de tono sobre todo porque éstos se han normalizado a tal punto de que forman parte de chistes y canciones. Incluso se anima a decir que la mayoría de los piropos chapacos hacen alusión a lo sexual.
Cuando el piropo molesta
Entonces más allá de las adulaciones están aquellos “piropos” que ofenden y que las mujeres toman como agresivos, pero también están los comentarios dichos entre las mismas mujeres. Empero, esto no solo sucede en Tarija sino en todo el mundo.
“¿Has visto? ¡Qué mal se conserva esa para su edad!” En no pocas ocasiones hemos escuchado proferir expresiones denigrantes y vejatorias dirigidas a las mujeres: “Estará con la regla”, “anda con la menopausia”, “mira qué buena está”, “¿dónde se cree que va vestida así?”
En este contexto el lenguaje se convierte en un arma de acoso sexual. Y no solo se trata de hostigamiento marcado por la jerarquía del “acosador” hacia la víctima, sino que se da este tipo de situaciones entre iguales, sin distinción de rango, en una situación simétrica profesionalmente, pero asincrónica en cuanto al trato y tratamiento en ámbitos públicos y privados.
Todo ello supone una regresión y una vuelta al primitivo.
Quiénes ejercen el acoso verbal
El lenguaje identifica a cada uno y habla de su propia personalidad, de su comportamiento individual. Estos acosadores actúan así porque lo han hecho de niños, lo han visto en el núcleo familiar y en su ambiente más próximo.
De acuerdo a María Pilar Úcar Ventura, profesora de Ciencias Humanas y Sociales, el “piropo” está relacionado con el galanteo de otras épocas, el protocolo para cortejar a la mujer con el poder de la palabra, más aún destaca que éste se encuentra revestido de un donjuanismo atávico y en no pocas situaciones con la intención de molestar e intimidar (“¡Pero, mujer, si solo es un piropo!”).
Posición de poder y autoridad
De acuerdo a la experta en este tipo de acoso, el acosador se siente con el derecho de interpelar a las víctimas en la calle, en el trabajo, sin haber recibido previamente su consentimiento y entendiendo que sus comentarios hacia las víctimas están justificados, son halagos o son socialmente aceptados.
La palabra lanzada supone que la persona que recibe esa “lanza” nos pertenece, la hacemos nuestra sin pedir permiso, así, porque sí.
“Las mujeres no pedimos la opinión que los hombres tienen de nuestro físico; si quisiéramos conocerla, la preguntaríamos. Pero siempre hay quien se tira a la piscina y piensa que el cuerpo de la mujer es patrimonio del patriarcado y se arroga el derecho de invadirlo con sus miradas, actitudes y comentarios: una intromisión en la libertad de las mujeres convertidas en objeto, cosificadas”, explica Úcar.
Delito de acoso ocasional
De momento, hay muchos países que tienen una legislación en contra del acoso callejero como Portugal, Bélgica y Holanda en Europa, y Perú (pionero en Latinoamérica), Chile o Costa Rica.
Se trata de proteger de forma integral el derecho a la libertad sexual mediante la prevención y la erradicación de todas las violencias sexuales, que afectan a las mujeres de manera desproporcionada, como manifestación de la discriminación, situaciones de desigualdad y las relaciones de poder de género.
Hasta ahora solo estaban penadas estas situaciones en el ámbito de la violencia doméstica, esto es, entre familiares, pareja o expareja. En este tipo de circunstancias, la palabra clave es “consentimiento”: si la víctima que recibe la expresión ofensiva no la ha deseado, se considerará delito.
De acuerdo a la experta, ante la falta de denuncia hay que atender este problema con actos preventivos más que reactivos, tales como campañas de concienciación sobre qué es el acoso y cómo se puede determinar, y destinar recursos para facilitar y favorecer una educación igualitaria.
Toca volver a aprender: desaprender y reeducar atendiendo siempre a los derechos individuales; recuperar el valor de la palabra conciliadora para evitar comportamientos abusivos.
Lance sexual indeseado
El acoso verbal consiste en un lance sexual indeseado, una intrusión no solicitada de los acosadores en los sentimientos, pensamientos, actitudes, espacio, tiempo, energías y cuerpos de las víctimas; muchos de ellos tienen su origen en el desdén y provocan “la descalificación y la anulación”. Suponen una bofetada, un ninguneo, incluso todo un chantaje.
Algunos estudios realizados sobre el acoso verbal a una amplia muestra de mujeres demuestran que 72 % no consideraba apropiado silbar a una mujer por la calle, mientras que 20 % afirmaba que es aceptable en ocasiones; 55 % calificó esta práctica de “acoso” y solo el 20 % afirmaba que era “cortés”.
En las últimas décadas han surgido grupos como Stop Street Harassment (Parad el Acoso Callejero) o Hollaback (Responder al Grito), la campaña Stop Telling Women to Smile_ (Dejad de Decir a las Mujeres que Sonrían) e iniciativas muy secundadas como Cards Against Harassment (Cartas Contra el Acoso), todas ellas con la pretensión de visibilizar y denunciar situaciones de acoso verbal.
“Recuperemos el halago familiar cálido y afectuoso, un reconocimiento y premio que nos llega de la voz del otro como una mano tendida al corazón; una palabra amable sin intención perversa, sin jerarquía ni preminencia hacia el próximo, sin deseo de someter y subyugar. Nuestras palabras hablan de nosotros. La palabra es producto de nuestros pensamientos, que pasan a ser emociones y estas se verbalizan y se muestran en actos concretos”, concluye Úcar.
En conclusión nuestro objetivo será desterrar palabras agresivas, insolentes, procaces y subversivas, desconsideradas, faltas de urbanidad y respeto que se cuelan de malos modos en las relaciones humanas, sociales y profesionales contraviniendo las reglas del juego.
Una ley que quedó en el olvido
En el año 2016 el entonces presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, Lino Cárdenas, informó que se analizaba aplicar sanciones a aquellas personas que emitan "piropos" con mensajes ofensivos y sexuales a mujeres que transitan por las diferentes calles del país.
El objetivo era aplicar e incorporar esta sanción en el proyecto de Ley 146 Contra el Acoso Sexual Callejero. En este contexto, Cárdenas aseguró que muchas mujeres que transitan por la vía pública o por otros espacios urbanos reciben “piropos” que exceden los límites y se convierten en ofensas.
“Quienes rechazan estas insinuaciones maliciosas tienen todo el derecho a denunciarlas. Las personas que están acostumbradas a acosar a través de piropos deben saber que han confundido la coquetería con la violencia sexual”, dijo Cárdenas.
Asimismo, el legislador aseguró que durante una campaña denominada “Cartas de Mujeres Bolivia”, se recogió más 17.000 testimonios que evidencian este tipo de violencia en los nueve departamentos del país.
"Es importante reconocer la existencia del acoso sexual callejero, como un tipo de violencia de género, pues refleja una agresión psicológica a la moral personal producida en espacios públicos y debe ser penalizada y no tolerada", señaló Cárdenas.
Finalmente indicó que las mujeres “tienen todo el derecho” a transitar libremente por los espacios públicos sin recibir ofensas y sin importar el tipo de vestimenta que lleven.
La iniciativa como muchas quedó en el olvido.