Los niños
Deberíamos creer más en los niños. Los niños, si les damos la oportunidad, nos enseñarán todo lo que son capaces de hacer por sí mismos y en ese momento nos sentiremos maravillados y orgullosos de estar a su lado.
Deberíamos permitirles equivocarse. De los errores hemos aprendido todos y evitárselos no hace más que retrasar un aprendizaje que quizás llegue tarde.
Deberíamos dejar expresarse y escuchar lo que nos quieren decir, lo que piensan y creen. Porque son pequeños, sí; pero no por ello tienen pensamientos menos importantes que los nuestros.
Tienen sus propios gustos. Y hemos de aceptar que quizás no estén alineados a los nuestros. Es una realidad aunque vivamos en la misma casa y vean nuestro propio ejemplo. Ellos tienen su propio criterio y es totalmente considerable.
Tienen su propio ritmo de actuar, de jugar, de aprender, de descansar… Igual que nosotros, por lo que también se lo debemos respetar como nos gusta que respeten el nuestro.
Los niños saben jugar. No hace falta que le enseñemos ni que estemos todo el día jugando con ellos o proponiéndoles juegos. Lo que conseguiremos es que sean más dependientes nuestros, menos imaginativos y menos resolutivos. Ojo, esto no quiere decir que no le enseñemos cómo se juega a ciertos juegos o cómo se hace tal cosa; me refiero al juego libre, ese juego que surge del propio niño. Y ojo, que tampoco quiero decir que no tengamos que jugar con ellos. Me refiero a que también hemos de dejar que los niños jueguen solos, y disfruten de su propio momento!
Los niños se tienen que aburrir. Es un estado previo, perfecto, a la eclosión de nuevas ideas, de nuevos juegos… Es un beneficio total para el niño, por lo que no debemos criticar, sino darle el tiempo para que se lo gestione y supere.
El niño es el niño y nosotros somos nosotros. Somos cada uno: UNO. Individuales. Autónomos. Dejémosles ser ellos mismos y que no sean el reflejo de nuestros gustos, de nuestros miedos, de nuestros fracasos… Y busquemos también el tiempo para cada uno, nuestro propio tiempo. Es difícil pero es importante para el desarrollo y crecimiento de cada uno.
Los niños son maestros. Son grandes maestros de los cuales los adultos deberíamos pararnos a observar y aprender. Su juego nos enseña de ellos pero también de nosotros, de los valores, de las prioridades… Observa en silencio y maravíllate de su grandeza!