No intentes cambiar a nadie

Nunca intentes ayudar a alguien, a menos que esté listo y tenga la voluntad de ser ayudado.

Esto es algo que todos aprendemos finalmente, de la manera difícil.

Hasta que la ayuda sea pedida, hasta que exista la disposición para escuchar, para preguntar y desafiar los viejos patrones, tu intento de ayudar será sentido como manipulación, control y resistencia; como tu problema, tu necesidad, tu lucha, no la de ellos.

Las defensas se van a hacer más fuerte, las posiciones se endurecerán, y acabarás sintiendo frustración, o sintiéndote superior, débil, o roto. Y los roles espejados de “víctima” y “salvador” te harán sentir más desconectado que nunca del otro.

¿Cómo ayudar realmente?

Entiende que cada persona tiene su propio proceso.

Suelta tu sueño de sanarlos o recuperarlos, o iluminarlos.

Desacelera, valida su experiencia presente.

No intentes imponer tus motivaciones o asumir qué es “lo mejor” para ellos.

Tal vez tú no sepas lo que es “mejor”.

Tal vez ellos son más fuertes, más inteligentes, cuentan con más recursos, y están llenos de potencial del que alguna vez pensaste posible.

Tal vez realmente necesitan sufrir, batallar, o buscar más.

Tal vez se están alineando y sanando en su propia y única manera.

Cuando intentas cambiar a alguien, les estás comunicando que ellos no están bien tal como son, que te desagrada su experiencia presente y quieres que sea diferente.

Hasta quizás estés comunicando que no los amas, no confías en ellos, o no los respetas.

Cuando dejas de intentar cambiarlos, y los encuentras tal como están ahora (incluso si esto te trae frustración, miedo y culpa), grandes cambios inesperados pueden ocurrir, porque ahora eres un verdadero amigo y aliado del universo.


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