En mi funeral

Siempre he visto la muerte de una manera más formidable que la de una capa y una oz, la veo como una vieja amiga, amiga que junto con la vida nos recoge de un mismo llanto, al nacer lloramos y al morir nos lloran y a eso me refiero, siento que si muero hay una serie de cosas que me gustaría que hicieran en mi funeral.

Si muero, no me lleven flores, amo tanto las flores, la rosas con su color, la alegría de un girasol y el olor de un jazmín, que recibir una después de muerto sería una pena por no poder disfrutarlas tanto como me gustaría.

Si muero, no vistan de negro, amo tanto los colores vivos que al saber en vida que todos estarán de negro ya me ponen melancólico, tantos colores con los que le sonreí a la vida para que solo reflejen el negro en mi funeral.

Si muero, no se queden en silencio, la soledad me atormenta tanto que en mis días más solos tiendo a gritar para sentirme arrullado con el eco de mi propia voz.

Si muero, no pongan música triste, tanto tiempo ahogado en mi propia tristeza que traté de no reflejar con ustedes, más bien pongan música alegre que, al sonar, sus propios pies empiecen a jugar en la baldosa al ritmo de la música.

Si muero, no me lloren, nunca me gustó ver la gente llorar y traté de no hacerlo frente a muchos, siempre quise hacer reír la gente de la manera más estúpida y torpe posible, de esa manera que solo me recuerdas a mí.

Y por último y más importante, si muero, no vayan a mi funeral, tanto tiempo en vida oliendo las flores, amando los colores, gritando a la soledad, escuchando la mejor música y sonriéndole a la vida, que al no buscarme mientras hacía estos placeres de la vida en vida, no entenderé por qué me buscan en muerte, cuando ni un abrazo podré darles.


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