Miel o hiel en tus palabras
No grites a nadie, no es bueno que grites. Habla con paciencia, no alces la voz. Los seres seguros no gritan, ni ofenden; hasta los susurros clarito se entienden cuando hay armonía en el corazón.
Si gritas, produces pánico y terror, siembras confusiones a tu alrededor. Si alguien te ofende, tú nunca respondas, será tu palabra la que atice el fuego y despierte el odio en el corazón.
Habla con mesura, suave y sencillo; con palabras simples, dulces como miel. Endulza el oído de aquel que te oye y así a los tuyos también.
Cuando dos personas viven la armonía y sus corazones gozan de la paz, un gesto alcanza para comprenderse; no importa si no hablas, igual te oirán.
No crees temores, miedo, confusión, no uses palabras como munición.
Que sean tus voces oraciones de vida sabia bendecida, poema y canción.
No destruyas con tu palabra, no es bueno hacer eso, mejor haz de tu palabra un himno al amor.
El día que aprendamos a respetarnos con la palabra, iniciaremos el verdadero camino hacia la paz universal.