Exacto...
Sin aceptación no hay paz,
porque negarse a aceptar la realidad
es una lucha que nunca acaba,
y ahí estaba yo,
queriendo que las cosas salgan
según mis expectativas,
entonces todo salía al revés.
Eso me llenaba de frustración,
y claro todo esto que me sucedía
era perfecto, porque no entendía
que hay un principio espiritual poderoso,
la aceptación, la divina aceptación.
Entonces sucede el milagro,
comienzas a estudiar a fondo el asunto,
después conoces la autoaceptación
y la cosa se pone más interesante aún,
o sea apasionante.
Entonces las luchas se terminan,
la serenidad llega a tu vida,
entonces los miedos ya no te comen vivo,
comprendes que lo opuesto al miedo
no es la valentía, sino el amor,
cuando amas todo cobra sentido,
experimentas un despertar espiritual,
nunca vuelves a ser el mismo,
el cambio permanente
se convierte en una premisa,
el proceso de aprendizaje es para siempre...