Ordenar tu interior

En medio de ropas arrugadas, encontré mi conciencia, cubierta de polvo, arrugada, con huellas visibles del paso del tiempo. Le tuve lástima y me tuve lástima. La limpié, la sacudí, la dejé como nueva, apta para todo servicio. Pero no fue todo. También localicé desidias, muchas desidias. Desidias repletas de mañanas.

Mañana haré esto.

Mañana haré lo otro.

Mañana haré aquello.

Mañana… y mañana…

Junté toda esa chatarra y la tiré. Entre los pañuelos vi disimuladas las angustias y los temores.

La esperanza, que tuve tan olvidada.

Los afectos, que no siempre manifesté.

Las amistades, que tanto descuidé.

La fe... La renovada alegría de vivir.

Empecé a acomodar. No es inocencia, no es credulidad, es haber puesto el ropero en orden. Es tomar lo que ofrece el destino y gozarlo en plenitud. Satisfecha, cerré el ropero. Ya tranquila, reinicié la marcha por mi camino. Tengo una meta, hacia ella debo ir. Recuerda que debes arreglarlo. Hazlo ya, hoy mismo. Deja que Dios, el universo o en quien vos creas te limpie, entrégale todo. Es necesario poner en orden nuestro mundo interior. Como el ropero, tu mundo interior necesita ser arreglado.


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