Corta la relación con tus familiares hirientes

Administra la relación con tus familiares hirientes.

Ámalos, pero aléjate si ya no suman alegría. No todas las madres y los padres aman y defienden. Algunos sólo luchan por sus ideales personales.

Hay familias tan hirientes y dañinas que la distancia se convierte en el único remedio para sanar.

Hay familiares enloquecidos que vuelcan en nosotros su ira, su rencor y sus heridas.

Hay padres a quienes no les importamos. Ni antes, ni ahora, ni nunca.

Hay hermanos y hermanas crueles, abusivos, violentos y que se creen con algún derecho sobre nosotros.

Hay familiares que traicionan, que roban, hablan mal y envidian lo nuestro, así sea nuestra sonrisa o ganas de vivir.

Hay familiares que quieren verte bien, pero jamás querrán verte mejor que ellos, y otros que se reúnen para hablar mal de ti y entre ellos consolarse haciéndote ver a ti como el malo o mala de la película. Que hacen bandos para desacreditarte, pensando que así son mejores que tú.

Hay hijos e hijas que no aman a sus propios padres, que son groseros, que no tienen empatía alguna y que están con ellos porque les conviene y para obtener alguna ganancia.

Hay familiares que sólo están para nosotros cuando les conviene y para seguir usándonos «en nombre de la sangre que nos une».

Es importante hacer una reflexión porque a veces la culpa es nuestra, dejemos también de «romantizar la familia, la pareja, los padres, los hermanos».

Necesitamos crecer, evolucionar, sanar, poner límites para no estancarnos en el camino de la vida.

Es necesario ver la «sombra», el lado oscuro de nuestro árbol familiar y tener la fortaleza para alejarnos de lo que nos dañan.

Tenemos que ser nuestra prioridad y dejar de sufrir por familiares que sólo nos roban la energía.

Reconócelos, pero no formes jamás parte de sus heridas, su ira, su abandono, su hipocresía, su manipulación.


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