Para aprender a jugar a las damas
Existió durante una época un jugador de damas tan perfecto que todos querían que les dieran clases. Se llamaba Qiu y era idolatrado en todos los reinos. Además de por ser tan buen jugador, por ser el mejor maestro.
Qiu siempre contó a todos cuál es el pilar básico para conseguir ser tan bueno como él:
– Yo tenía dos discípulos- solía contar Qiu- Los dos eran muy inteligentes. Los dos muy hábiles, con grandes reflejos y ambos con un gran deseo de convertirse en grandes jugadores de damas. Sin embargo, uno lo consiguió, y el otro no.
– ¿Por qué? - preguntaba siempre alguno de sus discípulos.
– Muy sencillo: mientras yo explicaba, uno de ellos me escuchaba con atención. El otro, sin embargo, enseguida pasaba a contemplar el aleteo de las mariposas en el jardín. ¿Quién pensáis que aprendió todo lo necesario para convertirse en el mejor jugador de damas?
Moraleja: «No aprende más el más inteligente, sino el que más atención presta a lo que desea aprender»