Alcanzar un sueño
Hace mucho, nació un niño en un humilde hogar de la ciudad de Cleveland, en Estados Unidos. Su familia era muy pobre, pero supo dotar a sus hijos de grandes valores. Este pequeño se llamaba Jesse.
Un día, el atleta más famoso del momento, Charles Paddock, visitó la escuela en donde estudiaba el pequeño Jesse. En aquella época, Paddock estaba considerado como el corredor más rápido del mundo.
El joven corredor miró a los niños y les preguntó:
– ¿Qué os gustaría ser en la vida? Debéis saber que, sea lo que sea, podéis lograrlo. Solo tenéis que trabajar duro y creer que Dios os puede ayudar a conseguirlo.
El pequeño Jesse lo tenía claro: él quería ser más rápido aún que el mismísimo Paddock. Así que al día siguiente fue a hablar con su profesor de gimnasia y le habló de su sueño:
– Me gustaría ser un atleta tan grande como Paddock- le dijo.
– Está muy bien que tengas un sueño- le respondió él- Pero para lograrlo, debes construir una escalera. El primer peldaño debe ser la determinación; el segundo, la dedicación; el tercer peldaño será la disciplina, y el cuarto, la actitud.
Ese pequeño decidió construir y subir esa escalera, y años después conquistó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. También batió varios récords del mundo, récords que tardaron muchos años en batirse. Ese niño era Jesse Owens.