Las posadas

Cuentan que la noche del 24 de diciembre, San José acudía con su mujer, María, embarazada de nueve meses, hacia Belén. La pareja vivía en Nazaret, pero ambos tenían que acudir allí porque San José nació en este lugar, y el emperador romano Augusto quería elaborar un censo con todos los habitantes.

María estaba a punto de dar a luz, y se encontraba realmente agotada del viaje. Así que José llamó a la puerta de la posada más grande y cómoda de Belén, para descansar.

– ¿Quién llama?- Se oyó decir a alguien tras la puerta de la posada.

– ¡En nombre del cielo! Pido posada para mi mujer, María. Está agotada, y a punto de dar a luz.

Un hombre entreabrió la puerta, y al verlos, pensó que no tendrían suficiente dinero para pagar la habitación:

– No tenemos sitio para tunantes. ¡Iros y no molestéis más!

– ¡Por favor, ten piedad! ¡Dios te lo premiará!

– ¡Fuera de aquí he dicho!- y el hombre cerró de golpe la puerta.

José y María siguieron andando un poco más, hasta la siguiente posada. Entonces, José, decidió probar suerte de nuevo:

– ¡En nombre del cielo! Pido posada para mi mujer. Está agotada. Por favor, un poco de caridad.

Una mujer abrió la puerta y miró a la pareja de arriba a abajo.

– ¡Largo de aquí! ¡No tenemos sitio! ¡Dejadnos en paz!

San José decidió entonces intentarlo en un albergue, el albergue de los pobres. Estaba junto a un viejo establo en donde dormía un buey. San José llamó a la puerta del albergue:

– ¡Por favor, pido posada para mi mujer! Está a punto de dar a luz y se encuentra exhausta…

– ¿Quiénes sois?- preguntó intrigado el dueño del albergue.

– Somos peregrinos. Venimos de lejos, de Nazaret. Mi mujer lleva en su vientre al hijo de Dios- contestó San José.

– ¿Será eso cierto?- dijo asombrado el hombre- ¡Dios mío! ¡Qué gran honor!

El hombre, conmovido ante la pareja de peregrinos, decidió buscarles alojamiento. Como el albergue estaba lleno, acomodó el pesebre, con paja y una cálida hoguera para que María no tuviera frío.

Y así fue cómo esa noche, el 24 de diciembre, algo grande que estaba a punto de ocurrir… ¡sucedió! En lo alto del cielo comenzó a brillar con mucha más fuerza, una estrella. Indicaba justo el lugar donde se encontraba el pesebre en donde nació Jesús.


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