A Leonor

Tu cabellera es negra como el ala

del misterio; tan negra como un lóbrego

jamás, como un adiós, como un «¡quién sabe!»

Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos!

 

Tus ojos son dos magos pensativos,

dos esfinges que duermen en la sombra,

dos enigmas muy bellos… Pero hay algo,

pero hay algo más bello aún: tu boca.

 

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente

para el amor, para la cálida

comunión del amor, tu boca joven;

pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!

 

Tu alma recogida, silenciosa,

de piedades tan hondas como el piélago,

de ternuras tan hondas…

Pero hay algo,

pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!


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