Deidad

Como duerme la chispa en el guijarro

y la estatua en el barro,

en ti duerme la divinidad.

Tan sólo en un dolor constante y fuerte

al choque, brota de la piedra inerte

el relámpago de la deidad.

 

No te quejes, por tanto, del destino,

pues lo que en tu interior hay de divino

sólo surge merced a él.

Soporta, si es posible, sonriendo,

la vida que el artista va esculpiendo,

el duro choque del cincel.

 

¿Qué importan para ti las horas malas,

si cada hora en tus nacientes alas

pone una pluma bella más?

Ya verás al cóndor en plena altura,

ya verás concluida la escultura,

ya verás, alma, ya verás...


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