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Los escenarios políticos del 2024

Obviamente, los escenarios políticos del próximo año son una continuidad o consecuencia de lo que vivimos el 2023, marcado por una profunda escisión en el partido de gobierno, a partir de una prematura carrera electoral interna. Esta división impidió también la elección de nuevas autoridades en el órgano judicial. Proceso que quedo obstruido en el órgano legislativo, por la fractura y falta de consensos; dejando en el limbo a la justicia boliviana. 

Cabe, sin embargo, advertir que, los escenarios políticos, sobre todo en nuestro país, son siempre sinuosos, con cavidades fétidas acordes al nivel execrable de nuestra clase política. De todos los bandos, los políticos en Bolivia, comparten la misma vocación cleptómana y el apetito voraz de forjar fortunas con recursos fiscales. Para todos ellos la política es, en esencia, un negocio.

Tomando en cuenta esos antecedentes, veamos ahora los posibles escenarios del venidero año.

El 2024 será un año decisivo en la división y quiebre del MAS. La pelea y los juegos del poder por la candidatura oficial podrían acabar partiendo definitivamente en dos a esa fuerza política. Los conflictos y la puga por el control de la sigla continuaran con mayor intensidad. Será determinante la decisión que adopte la dirigencia actual reconocida en relación a la Resolución 055/2023 del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que anula el congreso “evista” de Lauca Ñ y obliga a la realización de otro, en consenso con las organizaciones matrices. Al interior de esa fuerza política, los juegos del poder serán más intensos de cara a contar con la sigla y el apoyo de las organizaciones sociales fundadoras del “instrumento político”. Si la dirigencia actual no convoca a un nuevo congreso -además hay plazos fatales- se corre el serio riesgo de perder la sigla. Si eso sucede, aunque es un extremo poco probable que no se puede descartar; el 2024, estaríamos asistiendo al funeral de uno de los partidos más importantes de la historia política de Bolivia.

Ahora bien, si la dirigencia actual decide, siguiendo las determinaciones del TSE, convocar a un nuevo Congreso, la disputa entre las dos corrientes al interior del MAS, se concentrarán en la convocatoria, la definición del lugar y la acreditación de participantes. El conclave será determinante para la continuidad del liderazgo de Evo Morales o la renovación que tanto se espera. De cualquier manera, ahí, en esos juegos de poder, debe haber un ganador. Antes de las primarias, una de las corrientes acabara imponiéndose, pues, por lo que se observó el 2023, las posibilidades de unión y reconciliación son escasas, la tendencia más bien es todo lo contrario. Todo eso se dilucidará el 2024, sin descartar incluso que la disputa se traslade a las calles.

Otro escenario, que es consecuencia y deriva de lo anterior, es la ingobernabilidad legislativa. La disputa visceral masista cambio radialmente la correlación de fuerzas en el legislativo, reconfigurándolo de modo insólito.  En el Senado, de 36 curules, el ala “arcista” cuenta con 15 escaños. Mientras que, la nueva oposición, producto del acuerdo entre el ala “evista” con Comunidad Ciudadana y CREEMOS, tiene casi dos tercios. En la cámara de diputados, en cambio, el oficialismo tiene mayoría. Este estado de situación provocara agudos problemas de gobernabilidad. El ejemplo patético se observó este fin de año en el conflicto entre estas dos cámaras. Todo deja entrever que el 2024 tendremos graves conflictos en ese escenario.

En el campo de la oposición tradicional, tampoco se pueden esperar grandes cosas. Todas las fuerzas opositoras y líderes no logran salir del laberinto en que se encuentran desde hace varios lustros. En gran parte, por su miopía, todo lo que pasa el país es de su responsabilidad. Primero, abonaron el terreno para la asunción de Morales al poder el 2006. Después, luego de 21 días de lucha ciudadana en las calles, el 2019, Morales fue expulsado del poder. Esta oposición tradicional, empero, en el gobierno de Jeanine Añez, fertilizo nuevamente el terreno para el retorno del MAS. Es una oposición extraviada, incapaz de leer e interpretar los escenarios. Y, lo que es peor, no entienden Bolivia. No saben, por ejemplo, que, para ganarle al MAS, no solo deben estar unidos; deben romper, fundamentalmente, el voto corporativo. Mientras no tengan capacidad para esa gran faena, de acabar con ese pernicioso sindicalismo corporativista, jamás podrán hacer frente al MAS, incluso dividido.

Dada su infinita estupidez, ojalá logren, a instancias de unas primarias, consensuar al menos un solo candidato de oposición.


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