Acoso sexual y la necesidad generar indicadores para medirlo

Recientemente han existido muchas denuncias de acoso sexual en el trabajo. El número de trabajadores que reportan haber tenido experiencias con acoso sexual es elevado. El tema también ha llamado la atención a diferentes países interesados en prevenir este comportamiento indeseado con el fin de prevenir pérdidas en la productividad o efectos en la salud mental de las personas y prevenir las externalidades negativas que pueden surgir como efecto de este comportamiento, por ejemplo, el efecto en el entorno laboral, familia, amigos, o la imagen de la empresa.

El concepto de acoso sexual según la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) incluye insinuaciones sexuales no deseadas, solicitudes de favores sexuales y otros acosos verbales o físicos de naturaleza sexual en el lugar de trabajo o entorno de aprendizaje. Si uno compara las encuestas que recolectan sobre acoso sexual, los indicadores son tan variados que no se pueden utilizar para comparar la situación entre las empresas ni entre las naciones. El solo concepto de acoso verbal puede significar diferentes cosas para diferentes personas, diferentes niveles de percepción o incluso la frecuencia con la que se experimentó esto. La forma en que la persona o la sociedad lo percibe también es otro desafío para el establecimiento de una medida. Esto puede derivar en la recolección de percepciones que no dan claridad hacia las intervenciones y sanciones a establecer de forma más efectiva.

Por ejemplo, ¿es lo mismo enviar un mensaje sugestivo que un toque inapropiado? O ¿es lo mismo un toque en el hombro que un toque en una parte intima o tener un acercamiento a menos de medio metro? O ¿es lo mismo insistir en tener una relación sexual o insistir que uno se ve bonito(a)?. ¿generan el mismo efecto en la persona? Si/no y ¿cómo se castiga? ¿por infringir 1 vez o más veces? Por ejemplo, sería correcto despedir a una persona de su fuente laboral. Y si así fuera, ¿estamos juzgando bien o estamos causando efectos que llevan a la vulneración de derechos del “infraganti y su entorno social?”

Otro problema es que las organizaciones pueden ofertar conciliación, pero no pueden resolver crímenes que deben ser derivados a las autoridades pertinentes. El hecho de que el acoso sexual se trate al interior de las instituciones puede generar una percepción negativa a la imagen de la organización que puede ser juzgada por no prevenir o manejar el problema adecuadamente. La pérdida de imagen institucional puede costar mucho.

La intervención más común que se han implementado es una oficina para recibir estas denuncias y seguir un proceso. Si bien uno puede imaginar que hay muchos resultados positivos de estas intervenciones, también uno puede percibir que hay disconformidad. En este último, las “víctimas o su entorno” acuden a los medios sociales que no siguen un protocolo y pueden causar mucho daño. Siempre es posible que los resultados de un proceso formal no sean los esperados. Uno puede alegar diferentes factores para esto. No obstante, acudir a las redes sociales para plantear la denuncia es cuestionable porque no respeta las instancias de la autoridad, la presunción de inocencia, el derecho fundamental de que la otra parte tenga la oportunidad de dar la versión, promueve el rumor y el juzgamiento a través de la sociedad que no tiene a la mano más que una versión oral sin ninguna otra prueba. Esto lleva a que la sociedad otorgue un castigo que muchas veces es mayor al de un criminal porque cancela a la persona socialmente eliminando todos sus derechos, incluso el laboral.

El tema de acoso sexual es importante y aún más la forma en la que lo medimos. Una medida clara basada en la ciencia podrá ayudar a tomar las mejores intervenciones reduciendo las externalidades negativas para las partes en conflicto y sus entornos.


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