Despatriarcalizar por medio de la educación

La educación en Bolivia tiene varios desafíos que enfrentar en lo que concierne a la despatriarcalización el ámbito educativo juega un rol revolucionario, donde niños y niñas del país desde el Ministerio de Educación vienen desarrollando diversas políticas para erradicar la violencia en el Sistema Educativo Plurinacional, buscando combatir toda forma de discriminación y maltrato, para una Educación Despatriarcalizadora.

Se debe tener en cuenta que las instituciones educativas reciben mujeres y hombres socializados por la familia y la sociedad en géneros masculino y femenino, los cuales refuerzan, mantienen, producen y reproducen los estereotipos de género. A los hombres se les educa para manejar el poder, mientras que las mujeres son instruidas para que reproduzcan el rol maternal y doméstico en las distintas actividades que desarrollan, en consecuencia, se les orienta a carreras de esa naturaleza.

A partir de la experiencia educativa llevada a cabo en el área rural se pudo observar que, durante los recreos, el patio de la escuela era más utilizado por los niños para jugar futbol mientras que las niñas utilizaban espacios pequeños y reducidos, ante esta situación los docentes no intervenían de ninguna forma, ya que son conscientes de los estereotipos de género, de tal modo se valida que los niños ocupen todo el espacio del patio. Otro aspecto que pude tomar en cuenta es que los mismos maestros inculcan en los niños modelos de superhéroes, donde se les anula el derecho de que expresen sus sentimientos de dolor o angustia, expresando la famosa frase “los hombres no lloran” de tal forma sin darnos cuenta estamos de alguna forma contribuyendo a generar en un futuro la violencia de género

En el rol actual como maestros debemos comprender que la despatriarcalización a partir del aula nos posibilita a la deconstrucción de las formas tradicionales de pensar, sentir, actuar y relacionarse, es precisamente allí donde tanto estudiantes y maestros debemos cuestionar aquellas practicas patriarcales que aún se observan, expresado en colectivos masculinizados y materializados en acciones cotidianas del diario vivir.

Es más cuando hablamos de género es lo que aprendemos desde muy pequeños. Desde los primeros espacios de socialización (familia, escuela, comunidad) se nos enseña, cómo debemos ser y cómo debemos comportarnos como hombres y mujeres, es de tal forma que se puede mencionar que nuestra  sociedad es la que, valida la desigualdad, haciéndola pasar como resultado de la diferencia biológica.

Por otra parte, en las unidades educativas existe un reglamento interno donde de forma explícita menciona las normas de convivencia y adecuada interacción entre directivos, maestras, maestros y administrativos con las y los estudiantes, que a la vez visibiliza que, frente a cualquier acto de violencia, se procederá de acuerdo a los Planes de Convivencia Pacífica y Armónica.

Ante lo cual es conveniente trabajar en la construcción de situaciones en el aula con los niños y niñas buscando posibilitar cada día la consolidación de las condiciones que fomenten el ejercicio de los derechos de todas y todos; que conlleve procesos de reflexión, y concienciación sobre la necesidad de despojarnos de las ideas patriarcalizadas en nuestra sociedad.

Otro aspecto que se debe tomar en cuenta aquellas acciones ligadas a los planes de coeducación de cada unidad educativa, donde se deben desarrollar todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación, que supone eliminar estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños, también es necesario propiciar espacios que brinden las mismas oportunidades equivalentes a condiciones de vida a nivel personal y social, independientemente de su sexo, opinión o cualquier otra condición.

Es importante entender que uno de los mecanismos para actuar de manera efectiva antes casos de violencia en las instituciones educativas, es poder contar con mecanismos de comunicación y denuncia efectiva, que proteja a las y los estudiantes, que en caso conozcan o se encuentren en situaciones de violencia, puedan comunicarlo de manera inmediata.

Lo cual implica que las maestras o maestros puedan llegar a establecer vínculos de confianza dentro de los límites profesionales y éticos pertinentes, buscando facilitar el diálogo con sus estudiantes sobre situaciones críticas y traumáticas que puedan estar experimentando.


Más del autor