EDUCACIÓN EN VEZ DE INSTRUCCIÓN

Rescatando algunas ideas del padre Gregorio Iriarte, donde menciona que el sistema educativo esta más orientado al área cognoscitiva, relegando o desconociendo totalmente el área emocional, de la afectividad, de los sentimientos de la autoestima, de los diferentes comportamientos. El tipo de enseñanza que predomina, privilegia una educación instrumental y funcionalista, orientada esencialmente hacia el vencimiento del examen, o la obtención de algún diploma, es decir una formación encerrado en su pequeño mundo de inmensas ambiciones materiales y de profundos vacíos existenciales.

 

Una educación que queda atrapada en el área exclusiva de los saberes no es educación, a lo sumo será instrucción. Según el sistema para ser abanderado o para obtener honoríficos, no es necesario mínimamente ser creativo, solidario, ni honesto, ni buen compañero, ni capacidad de síntesis, espíritu crítico e iniciativa.

 

Pueden finalizar con excelentes calificaciones, estudiantes egocéntricos, envidiosos, egoístas, sin personalidad, sin creatividad, sin capacidad de relación, si criterios propios, el sistema, no toma en cuenta los valores, ni los jerarquiza, ni los evalúa, ni los premia, al contrario los ignora.

Una escuela eficaz es un lugar dónde comparte un tiempo y aportando conocimiento dentro del grupo de aula, sin discriminaciones ni exclusiones de ningún tipo, dónde se pueda experimentar por uno mismo, sin juicios, con recursos útiles para la sociedad. Tiene que ser como un tipo de laboratorio dónde las personas tengan objetivos de interés a conocer y experimentar cosas nuevas. La escuela tiene que ser un lugar dónde el estudiantado pueda gozar abiertamente y disfrutar con emoción sin angustiarse, sin sentir miedo a preguntar y aportar.

Las maestras y maestros deben generar un ambiente agradable dentro del aula,

ya que educar no solo consiste en enseñar, en esta óptica educar es facilitar el pensamiento propio, más que instruir de conocimientos, la pedagogía, socrática, apunta a desarrollar la personalidad, desenvolver, desplegar las potencialidades del ser humano. La instrucción busca ordenar de manera antidemocrática, parte de una jerarquía superior, no parte del consenso, impone una realidad distinta a la que tenemos en el contexto.

Instruir es comunicar conocimientos, habilidades, ideas o experiencias a una persona que no las tiene con la intención de que las aprenda y si no las aprende se le sanciona, esa pedagogía del temor, del castigo de la amenaza tiene que cambiar, ya que es profundamente antipedagógica y por la crisis de autoridad, que vive nuestra juventud post – moderna, que resulta obsoleta y anti – formativa.

El inicio de la escuela según el contexto histórico era para instruir, actualmente mucha gente sigue pensando lo mismo, pero hay la opción de escoger la escuela como un sistema que educa a las personas. la escuela tiene que ser capaz de educar, porque es una institución que no puede dejar el componente de valores dónde como resultado se obtiene el comportamiento de una sociedad, y lo que pasa en ella es una reflexión de la educación que se ha aplicado a sus individuos.

 

En conclusión, tenemos que ser capaces de crear conciencia en nuestros estudiantes que sean personas con madurez emocional que deban manejar sus estados emocionales. Esto es educar, abriendo la mente a nuevas posibilidades, acompañar y ayudar a aprender qué vale la pena saber y ser.

La verdadera educación a sido y debe ser siempre autónoma, es decir que uno mismo debe decidir buscar su propio bien, el maestro es un colaborador y facilitador, de esta manera dará respuesta a los problemas de la sociedad, orientada a la formación autónoma, que impulse el desarrollo de la personalidad, de la criticidad y de la creatividad, más allá de lo cognoscitivo, es decir lo afectivo, estético, ecológico, social, político, ético y espiritual, etc. 

El gran objetivo y reto de la escuela es convertir los valores en prácticas de vida, porque la escuela no es un ámbito dónde hayan de prevalecer los grandes discursos o las teorizaciones luminosas, sino el mundo de las distancias cortas, de espacios cercanos con una relación más humana.

Hay que buscar convertirse en seres con valores efectivos, se tienen que reflectar en el día a día con nuestra actitud y nuestros hábitos de vida, cada reacción espontánea tiene que ser nuestro ejemplo de ser. La escuela tiene que educar y es por eso que hay que aceptar, por encima de todo, el reto de ayudar a crecer a nuestros estudiantes.


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