La resiliencia es clave en educación

Como se sabe en el mundo, la transmisión oral y la memorización preceden a la escritura y lectura cómo las herramientas de la educación. En Bolivia con el Imperio Incaico (Siglo XV al XVI), no existía ningún sistema escrito; la educación estaba basada en oír y memorizar además de los quipus (nudos de hilo de diferentes colores) que servían para registrar cantidades. 

En el Incanato, educar era imitar usos, costumbres y tradiciones. Más tarde, en la colonia, educar fue trasplantar la cultura ibérica donde los indios y campesinos fueron proscritos. En 1825, como república, se creó una educación etnocida. En 1845 se pone en vigencia el Estatuto Frías y luego las escuelas municipales y la Ley de libre enseñanza de 1872. Recién en 1904 se diseñó la maquinaria educativa del país con las modernas concepciones pedagógicas europeas. En 1905 se dictó la ley de educación indigenal. En 1908 se aprobó el Plan General de Educación y el Estatuto Daniel Sánchez Bustamante con el que en 1930 se establece la autonomía educacional. El 6 de junio de 1909, se fundó en Sucre la primera Escuela Normal de Maestros. En 1917 se fundó en La Paz el Instituto Normal Superior para profesores de secundaria. (Extracto de la tesis de grado “Límites periódicos y psicopedagógicos para la selección y designación de profesores del nivel inicial” de María Eugenia Chirinos Huachani). En 1952 se pone en vigencia el Código de la Educación Boliviana que fue sustituido con la reforma de 1969 por el gobierno de Barrientos Ortuño. En 1970 se realizan el I y II Congreso Pedagógico cuyas conclusiones no fueron evaluadas ni aplicadas. Con el gobierno de facto de Banzer en 1973 se implanta la Ley de la Educación Boliviana y en 1976 se instituye la reforma del Consejo de Racionalización Administrativa (CRA). En 1994 se emite la Ley 1565 de Reforma Educativa que da plena cobertura en el nivel primario e incorporando la educación intercultural bilingüe. En diciembre 2010 se emite la Ley 070 “Avelino Siñani, Elizardo Pérez” dónde se ratifica la cobertura en el nivel primario, atención preferencial a la mujer y extiende su obligatoriedad hasta el bachillerato, garantizando así la gratuidad de la educación pública, incluida la educación superior 

Si resiliencia es el “término psicológico que explica el viraje que da el hombre modificando situaciones negativas, cambiando los fracasos y obstáculos en situaciones positivas o beneficiosas, asimilando los errores y colocándoles como motores del cambio y la transformación (https://epunto.es>resiliencia-gestión…12. sept 2016); ¿como se explica esta disposición en gobernantes y gobernados de nuestro país que nos haya propulsado a obrar al amparo del ideal de contar con una buena educación como derecho de todos, como bien, como verdad y como justicia?  

Considero muy importante y muy urgente aparejar al proceso de formación de los recursos humanos (educación), la resiliencia pedagógica que sea capaz de establecer el tránsito del proceso educativo en el que suceden muchas situaciones difíciles y con los que los docentes nos sentimos comprometidos a salir airosos, buscando la refracción, el desarrollo de la empatía, el desarrollo del autoconocimiento, tener un proyecto de vida sustentable y de realización personal y colectiva. Para desarrollar el sentido de resiliencia sería importante fortalecer procesos que generen autoconocimiento, apoyo social, confianza, responsabilidad y sentido del logro, de obtener lo que se busca. De esta manera los estudiantes serán capaces de superar sus dificultades y desafíos que los conlleven a obtener buenos resultados sobre todo en hogares poco favorecidos.  

Para enseñar resiliencia en nuestros estudiantes, debemos incitarles a preguntar; enseñarles a ser bondadosos; inducirlos a desarrollar hábitos saludables; que aprendan a ser útiles, a ser pasivos, a que potencien sus habilidades y destrezas; que les guste resolver problemas y busque elevar la autoestima. En todo caso, que aprendan a hacer lo que está bien y evitar hacer lo que está mal y evitar el vicio. 

La resiliencia distingue dos componentes: la resiliencia frente a la destrucción; es decir la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.  

La mayor voluntad, vocación o capacidad de resiliencia en educación en Bolivia debería estar demostrada por la aplicación de metodologías activo participativas que sustituyan al método transmisivo y de memorización mecánica, con el uso casi absoluto del pizarrón, la tiza y la palabra. Es necesario el uso diversificado de medios y recursos tecnológicos hoy existentes, que potencialicen la calidad y rendimiento educativo. En Bolivia intentamos ser resiliente ante la adversidad del COVID -19, implementando otras modalidades de educación además de la presencial, lo que por lo general se consideró un hecho irregular; por lo que, ya casi pasada la pandemia, todos se sienten felices al volver a la regularidad; es decir, al protocolo tradicional vigente prácticamente desde siempre. ¿Qué tan resilientes somos entonces?  


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