Casa Creart: la fuerza de la No-Violencia
Desde hace días, Casa Creart es objeto de atención a escala nacional. Diversos medios de prensa publicaron y siguen publicando notas y reportajes sobre la amenaza de desalojo que lanzaron las autoridades de la Saracho, la Universidad local, sobre este centro cultural. Medios digitales alternativos también se ocuparon del tema. Ni que decir de las redes sociales, cientos de mensajes se publicaron expresando enérgicamente su punto de vista. No faltaron las llamadas de teléfono y las cartas dirigidas a las autoridades de la Saracho.
En esta gran diversidad de mensajes y medios usados -diversidad en términos de lenguaje, de formato, de emisores, etc.- se destacan, sobresalen, tres notables coincidencias: a) Todos los mensajes expresan su total desacuerdo con la intención de desalojar a Casa Creart de su actual sede; b) Dan su apoyo unánime a este centro cultural, haciendo a la par un recuento de muchos de los beneficios que da a la ciudad y sus habitantes, incluyendo los beneficios económicos que recibe la Saracho cada mes; c) Los mensajes surgieron espontáneamente, no son una campaña orquestada y menos aun pagada.
Las coincidencias que menciono son notables pues surgen en un momento histórico de aguda polarización en Bolivia y en muchos países. Se están imponiendo en el mundo entero prácticas inhumanas, donde quien piensa distinto es un enemigo, y por lo tanto hay que destruirlo como sea; recurriendo sin escrúpulo alguno a la mentira, la difamación o el enfrentamiento directo. A ello se suma que la religión dominante de esta época tiene como principal (anti)valor el culto al dinero. El dinero es el valor supremo que moldea desde las amistades hasta las relaciones de pareja. La codicia campea a diestra y siniestra.
En este contexto, surge este hecho que reúne a moros y cristianos para defender a Casa Creart, reconociendo así la vital necesidad que tenemos los seres humanos del Arte y la Cultura -así con mayúsculas- para poder seguir siendo seres humanos, y no robots dedicados a acumular bienes y dinero. Los murales que lucen a Concepción, Padcaya y varias escuelas son una muestra de ello; igualmente las clases de pintura que se realizan periódicamente para niños y adolescentes de los centros Oasis, Moisés Navajas, Nueva Esperanza.
Todas estas personas que manifestaron su apoyo se adhirieron de hecho a los valores humanistas de Casa Creart, que en su accionar coloca a los seres humanos como valor central por encima del dinero. Casa Creart, merced a su enfoque humanista, no discrimina a nadie. Todas las personas son bien venidas, tengan la orientación sexual que tengan, la posición y el estatus social que posean, a nadie preguntan por sus creencias religiosas o ideales políticos. A Casa Creart acuden personas de todas las edades, desde niños hasta adultos, de muchas nacionalidades, con y sin tatuajes, rastafaris y rapados. Portando un Rolex en la muñeca o una manilla tejida por artesanos. Vestidos de Armani o del ropero americano. Todos son seres humanos y así son tratados.
Y para poner la ciruela sobre la torta es preciso destacar otro valor humanista de Casa Creart. Su decidido accionar para contribuir a eliminar la violencia. En particular, la violencia de género que afecta a miles de mujeres, siendo cientos de ellas asesinadas por la violencia patriarcal. Casa Creart es la sede de los y las activistas que luchan por crear un mundo mejor, sin violencia. Un lugar donde no hay trámite ni pago alguno a realizar para usar los espacios de Casa Creart. Este accionar de Casa Creart y las activistas esta dando frutos, y no solo localmente. Basta un ejemplo, el Ensamble Imaybe usó los espacios de Casa Creart para la producción y los ensayos de una canción que denuncia la violencia machista. La canción fue vista por mas de 72 mil personas. Les sugiero buscarla en Youtube o en Facebook usando “canción sin miedo letra ensamble” como descriptor.
Todo esto y mucho más podríamos comentar pues queda mucha tela para cortar. Por lo pronto, nos reafirmamos en gritar: ¡la Casa no se mueve!
