¡La fuerza de la razón o razón de la fuerza!

Como sabemos, razón es la facultad del ser humano de pensar, reflexionar para llegar a una conclusión o para formar un juicio de una determinada situación o acontecimiento. Es poner al cerebro a pensar y sacar una conclusión, un concepto o una decisión lógica respecto a algún objeto, necesidad, o problema.  

Supuestamente una persona cerebro-pensante, como comúnmente se le dice a la persona que tiene un buen nivel académico o de estudios o cerebro-organizado, como también se le suele llamar; tendría una mejor posibilidad de razonamiento, tendría un mejor razonamiento como producto de pensar respecto a un objeto o cosa, problema o necesidad; dado que cuenta con muchísima más información. Esta persona estaría en condiciones de generar mayor razón; es decir, tendría como persona su razón y por consiguiente, ¡más fuerza! 

Por el contrario, personas que por injusticia social o por razones a saber, tiene muy poco estudio, comúnmente se le llamaría persona de cerebro-desorganizado o cerebro-desparpajado. Claro, no tiene en su pensamiento o en su conocimiento mucha información que le ayude a concebir mejores razones, un mejor juicio, mejores conclusiones y soluciones con sujeción técnico-científica, ética y moral. Esta persona estaría en condiciones de crear menos razón, menos criterio, menos sapiencia en sus decisiones; y en compensación saca a relucir un carácter fuerte, es brabucón, altanero y violento; tiene que aplicar, la fuerza como razón, como mecanismo para imponer sus criterios, sus opiniones y decisiones.  

No me culpen a mí por abordar esta reflexión, culpemos a la realidad que a diario vemos y que estamos obligados a hacernos que vivir, "dizque",  en paz; sin contar con empatía real o verídica entre personas. Nos tenemos que demostrar respeto, consideración, tolerancia unos a otros por gozar de un ambiente mágico insincero, en el que debemos vernos en nuestra diaria existencia; cuando, si no se habría dejado anidar la injusticia en todas sus dimensiones, empezando por educación; todos seríamos cerebro-pensante; todos seríamos cerebro-organizado, lo que sin duda influye en nuestra forma de ser y hacer las cosas, hacer la vida.  

Cuan evidente y cierto es que la educación es el primer derecho del ser humano, después del derecho a la vida y que “todos tenemos las mismas posibilidades pero no las mismas oportunidades” y ambas premisas son la muestra palmaria de la más patética realidad ante el incumplimiento del derecho a la educación, que es el primer eslabón de la cadena de injusticias al que está expuesto el ser humano.  

En nuestro país, declarativamente siempre se consideró que la educación es la primera y más alta función del Estado y si esto habría sido cierto, en 196 años de vida republicana; ¿Cómo se explica que sólo "el 55% de jóvenes consiguen ser bachilleres y el 45 % no”?, según informó Ernesto Pérez, economista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (10 de mayo de 2015). Esto implica que 4.5 jóvenes de cada 10 no llegan a ser bachilleres. A esta realidad, con la pandemia del COVID-19 que llegó a Bolivia el 10 de marzo de 2019, seguramente la situación sobre todo en términos de calidad la debió agravar.   

Si lo que referimos en el anterior párrafo lo relacionamos con toda la narrativa que antecede, nuestra realidad intelectiva, de salud, economía, humana y social; no puede tener otra gráfica que la que mostramos, pues, como dice Miguel Rojas Sánchez “La educación es el vestido que usarás en la fiesta de la vida” y ¡así lucimos!. Esto explica porque en Bolivia casi nada se puede resolver por razonamiento simple sino a la fuerza; acá estaría el porqué de la falta de capacidad de diálogo ecuánime y la falta de tolerancia.   

No hay más ciego que el que no quiere ver lo que tan triste y cruelmente explicaría por qué nunca se hizo educación de verdad; por qué el Estado y sus mandatarios fueron tan injustos con los niños, adolescentes y jóvenes (especialmente), al negárseles el derecho fundamental a su formación integral. ¿O, es que a alguien, como un buen pescador, le conviene este río revuelto para tener tan buenas ganancias?. 

Humildemente creo que cumpliendo a plenitud el versado de la Constitución Política del Estado, respecto a la educación Art. 17 y 77, volcaríamos la lógica de actuar por la razón de la fuerza y lo haríamos más bien por la fuerza de la razón, lo que a todos nos beneficiaría.   


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