La deuda pública de Bolivia, debemos invertir en tractores y no gastar en ferraris

En Bolivia, durante el 2011-2020, la Deuda Pública creció en un 157,49%, la Deuda Externa en 217,23% y la Deuda Interna en 106,67%, cifras realmente extraordinarias, hasta preocupantes, más considerando que, en teoría, éramos una de las economías con mayor crecimiento en la región. En estos últimos años, mientras las RIN cayeron y la deuda externa subió, así mismo también aumentó el porcentaje de nuestros pasivos estatales en relación al Producto Interno Bruto (PIB), la Deuda Total/PIB el 2020 fue de 47,7%; pero la “deuda pública per cápita” igual ascendió, el 2011 cada habitante adeudaba $us. 819, a finales del 2020 nuestra deuda individual llego cerca a los $us. 1.800 por persona. Ahora, ¿Cómo estaremos en este primer semestre 2021?

Al 31 de mayo de 2021, la Deuda Externa representa el 30,9% del PIB, mientras que la Deuda Interna el 26,2%, haciendo un total de Deuda Publica de Bolivia del 57,1% respecto al PIB nacional, es decir, que, a la fecha, de toda nuestra renta nacional más de la mitad esta “hipotecada” para deudas. Pero demos un pantallazo rápido y general de cómo está actualmente nuestra Deuda Publica Nacional, más aún con los últimos informes respecto a un crecimiento “algo desmedido” de la misma. Actualmente la Deuda Pública Externa del país, según el último informe oficial del BCB, es de $us. 12.524,7 millones. De la deuda multilateral, los principales acreedores son el BID (30,4%), CAF (22%) y el Banco Mundial (10,9%); respecto a la deuda bilateral, a quienes debemos más son los países de China (8,9%), Francia (2,9%) y Alemania (0,6%).

Respecto al indicador SALDO DE LA DEUDA/PIB, el cual mide la relación entre el saldo de la Deuda Externa Pública y el Producto Interno Bruto del País, a finales de mayo de 2021, alcanzó a 30,9%, este indicador es inferior al límite del 40% establecido dentro del Marco de Sostenibilidad de Deuda del BM-FMI; lo cual que implica que estamos con una deuda sostenible pero próxima al límite recomendado internacionalmente. Un dato interesante, que no puedo dejar pasar, es que del 100% de la deuda externa contraída hasta mayo 2021, un 90,5% será para el TGN, un 3,1% para ENDE, el resto para algunos municipios, empresas estatales y gobernaciones departamentales; en el caso de Tarija nos “tocaría” apenas el ínfimo porcentaje del 0,1% de la misma.

La Deuda Interna del BCB con el Sector Privado (letras, bonos, otros) es de Bs. 3.682 millones, según el último informe semanal del BCB, al 02 de julio de 2021. La deuda con el sector público financiero (BCB y otros) es de Bs. 40.464,8 millones y con el sector privado por Bs. 33.587,5 millones (AFP's, mercado financiero subasta y otros); haciendo un monto total de Deuda Interna del TGN de 74.053,1 millones de bolivianos, hasta abril de 2021, según datos del BCB; sin embargo si actualizaríamos estos datos a fines de este 1er semestre 2021, la deuda externa como interna, las cifras podrían ser más elevadas, ya que el Gobierno Nacional tiene iliquidez para el gasto e inversión pública, ya que nadie se endeuda si es que tuviera la capacidad financiera de generar sus propios recursos o ingresos de forma sostenible, y a corto plazo, para el funcionamiento y operación plena de la economía nacional.

No hay que olvidar que en comparación con el periodo 2020, en este primer semestre 2021 nos endeudamos (internamente) más que toda la gestión pasada, algo realmente llamativo. Además, otro dato interesante, es que entre enero-junio 2021 se colocaron en el mercado interno Bs. 5.230 millones en Bonos y Letras del TGN, en comparación, el 2020 se colocaron Bs. 5.319 millones; en los últimos años (2016-2020), la cifra colocada en ese semestre superará ampliamente de las gestiones precedentes. Si nos endeudamos internamente o buscamos fuentes de ingresos alternativos mediante la venta de títulos, activos y/o valores financieros en los mercados locales y extranjeros, es porque es necesario captar recursos frescos e inyectarlos a la economía nacional para dinamizarla; pero a pesar que sus tasas de interés están entre el 4 y 5,5% anual, muy atractivas para los inversionistas, “no todo lo que se ofrece se vende”.

Para el caso de la deuda pública total, existe un costo social y económico elevado de incurrir en la misma a causa de financiar el gasto público; el hecho de pagar la deuda externa o interna (más su respectivo servicio) ejerce presiones sobre los recursos disponibles presentes y futuros, ocasionando que no se puedan realizar políticas sociales y económicas de mayor impacto, sostenibles y a largo plazo.

No es crítica, es una realidad, más que todo es "una necesidad", es inevitable no endeudarnos para afrontar la pandemia, reactivar la economía y proteger a los sectores más vulnerables, pero la mejor opción, dadas las actuales condiciones internacionales, es recurrir en primera instancia a la deuda externa, ya que se están otorgando créditos blandos, con tasas de intereses muy bajas, plazos largos y sin condicionamientos en la política económica del país. Si países desarrollados se endeudaron para salir a flote después de este tsunami económico y sanitario, ¿porque no hacerlo nosotros?

En esta vida ¿quién no se endeuda? pero hay que saber cuánto, como y cuando hacerlo, creo que es “ahora”, más dada esta coyuntura de crisis; pero nuestra deuda debe ser inteligente, austera, optimizadora de recursos y orientada a obras de impacto económico y social, que generen mayores niveles de ingreso y empleo a nivel nacional a gran escala. No es lo mismo “gastar que invertir”, es decir no es lo mismo prestarse dinero del banco para comprarse un Ferrari, a comprar 10 tractores agrícolas. Lastimosamente aún estamos con un modelo económico y de gestión pública con un elevado gasto, el cual dio lugar a un déficit fiscal considerado, porque a pesar que los ingresos fiscales cayeron de manera importante en los últimos años, no paso lo mismo con los gastos del Estado. Pero bueno, ya no se gana nada “llorando sobre la leche derramaba”, es momento de hacer las cosas bien y mejor, si hay que endeudarse, lo hagamos, pero no para despilfarrar ni para gastar el dinero en políticas u proyectos “queda bien” con el populo. Hay que invertir, invertir e invertir, en el sector público, en el sector privado, en todo lo que sea realmente productivo para Bolivia, ¡pero no solo en cemento sino también en la mente de nuestra población!


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