¿Feliz Día del Trabajador? Realidades del desempleo e incremento salarial en época de Pandemia

Hace un par de días atrás se “celebro” el Día Internacional del Trabajador, esto en conmemoración de los “mártires de Chicago”, que, en el año 1886, en Estados Unidos, fueron ejecutados por luchar por sus reivindicaciones laborales y sociales, en búsqueda de mejores condiciones de empleo y una jornada laboral digna para la mayoría de ellos. Estos obreros sindicalistas quedaron en la historia como héroes de la clase obrera trabajadora, cuyas exigencias y reclamos hasta la fecha aún están vigentes, más aún en países como el nuestro, que están sumergidos en la pobreza y un gran nivel de desempleo actualmente.

 

Pero antes que nada analicemos como la mala situación económica, y finalmente luego la Pandemia, afecto al mercado laboral del país y sobre todo al nivel de empleo nacional. Para esto usaremos la información proporcionada por la Fundación Jubileo, que se caracteriza por elaborar excelentes investigaciones socio económicas en nuestro medio. De acuerdo a sus estudios, el 2020, existía una Base Empresarial de 1.314.852 unidades, de las cuales el 34,3% eran MyPes y el 60% eran Unidades Económicas Campesinas, ambas concentraban el 94,3% del Tejido Empresarial. Se observo que ambas categorías o sectores absorbieron el 66,1% de la masa laboral, que en ese entonces eran 5.904.968 empleos, la mayor parte informales de acuerdo a nuestra estructura de mercado y economía informal. Un dato igual relevante es que apenas un 8,49% (497.723 empleos) es absorbido o producido por las Entidades Públicas.

 

Según publicaciones y datos proporcionado por el INE, en julio de 2020, hemos alcanzado un nivel histórico de Tasa de Desempleo Urbano, mismo que llego al 11,56%, esto quiere decir que, de la PEA urbana, de cada 100 personas casi 12 estaban cesantes o sin trabajo; esto en números represento a 419.702 personas desempleadas para ese periodo. En el caso de Tarija el dato que se rescato fue de 10,84% aproximadamente, situación preocupante dada su crisis sostenida desde el 2014. Todo esto reflejo la fuerte contracción económica que se vivió, principalmente por el confinamiento y medidas restrictivas que paralizaron mas del 80% del aparato productivo e industrial del país, dañando seriamente la estabilidad laboral. A finales del 2020 la desocupación llego al 8,23% en Bolivia y al 9,20% en Tarija, según datos preliminares, a febrero de 2021, se tiene 8,93% para el conjunto del país y para nuestro departamento el 8,38%. Como se observa, la reactivación económica es muy lenta, hecho que repercute directamente en que haya aun niveles altos de desempleo, sobre todo formal, ya que las últimas medidas gubernamentales están socavando la estabilidad financiera de las empresas privadas y de una gran parte de la oferta nacional.

 

Se estima que del total de empleos que había el 2020 (5.904.968), se perdió aproximadamente un 17,6% (1.029.824). Si se hace un análisis por tamaño de empresa en el país, de la pérdida total de fuentes laborales, un 66,5% corresponde a las MyPes, un 28,2% a la Mediana Empresa y un 5,3% a la Gran Empresa. Ahora según Actividad Económica, se observa que el sector más golpeado, durante la gestión pasada, fue el Sector de Servicios, que representa el 28,9% del total del empleo perdido en ese entonces. El segundo sector más dañado fue la actividad de Comercio con un 22% del total, luego se ubica la industria manufacturera con el 16%, restaurantes y hoteles con un 15,6%, la construcción afectada al 15,3%, finalmente la Minería le correspondió el 2,3% del empleo total perdido en 2020.

 

Según apreciaciones del CEDLA, la situación del empleo y mercado laboral en nuestro país ya era mala, cosa que se acentuó mas aun con la Pandemia, afectando tanto las remuneraciones y la calidad de los empleos. Antes de la pandemia, 8 de cada 10 asalariados en el área urbana tenían empleos precarios, de los cuales seis tenían empleos precarios extremos; con la pandemia, todo esto empeoro más. También se revela que antes de la Pandemia aproximadamente un 50% de la PEA era asalariada, en el sector publico y privado, pero a finales del 2020 esta cifra cayó al 42%. Otro dato importante, anualmente 160 mil jóvenes entran cada año al mercado laboral, de estos 40% apenas lograban conseguir empleos, ahora por la pandemia unos 120 mil se fueron a trabajar a la economía informal. Según datos de la Encuesta de Hogar 2020, la tasa de desempleo urbano de los profesionales fue del 14,9%, unos 251.084 profesionales quedaron sin empleo.

 

Después de haber dado un pantallazo general a la situación del empleo de nuestro país, en esta época de pandemia y crisis económica, toca analizar brevemente el tema del incremento salarial tan polémico y debatido actualmente. Finalmente, el Gobierno Nacional, en consenso con la COB, y una vez más dejando al margen de la negociación a los empresarios privados de Bolivia, se estableció un incremento al Salario Mínimo Nacional del 2%, es decir pasará de Bs. 2.2122 a 2.164, es decir apena un aumento de Bs. 42; que para los obreros es una miseria y hasta una burla y para los empresarios una carga financiera mayor a su ya mellada economía. Pero revisemos un poco la evolución del salario en nuestro país, el año 1982 era de Bs. 50, a finales de los 90 llego a Bs. 330, el año 2009 fue de Bs. 647, en el 2012 fue del Bs. 1.000 teniendo un gran ascenso hasta el 2019 con Bs. 2.122, es decir en apenas 8 años creció un 112%, algo llamativo, pero que se explicaría porque en esos años hubo la época dorada de gas, con muy buenos precios de venta y grandes volumenes de exportación, que hizo que tengamos muchos excedentes económicos, mismos que se destinaron mas a Gasto que Inversión Publica. Se sostiene esto porque como se observa durante el periodo 2012-2019, en todas las gestiones el incremento salarial fue mas alto que la tasa de inflación, claro ej. el año 2012, donde el incremento fue del 22,6% pero la inflación apenas del 4,54%, cosa que en economía esta política no es sensata, ya que la finalidad es solo mantener el poder adquisitivo del salario nominal, dar, más allá de esto, se denomina “despilfarro financiero”.

 

En un contexto de contracción y crisis económica, lo sensato hubiera sido, como máximo, subir un 0,67% al salario, en la misma proporción que fue la inflación el 2020, sin embargo, lo positivo fue que el Haber Básico no se tocó, esto, si hubiera traído un terrible daño al empleo. Sin embargo, pienso que igual habrá un daño a las finanzas públicas y privadas, en este contexto actual de caída de ingresos y de demanda, con poca recuperación de la economía, puede darse una caída y cierre de varias empresas, elevación del desempleo, crecimiento del subempleo, mayor economía informal y contrabando y menos impuestos, en resumen, un desequilibrio macroeconómico e inestabilidad financiera y laboral. ¡Seguimos poniendo curitas, pero no vacunas a la economía nacional!

 


Más del autor