La deuda del Gobierno con la educación

Amerita empezar este artículo, formulando la siguiente pregunta: ¿Si la educación es la base del crecimiento a largo plazo, porqué se da tan poca importancia a este importante pilar en nuestro país?, pese a que -prácticamente- tenemos un solo gobierno desde hace 15 años, salvo el año pasado, que fue de transición para salvar la democracia.

Hace más de 10 años, el 20-12-10 se promulgó la ley 070 “Avelino Siñani -Elizardo Perez” con bombos y platillos en nombre de la descolonización, anti - imperialista y muchos epítetos más, que, entre su artículo 83 propone la “Creación del Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa, institución pública descentralizada, técnica, especializada, independiente en cuanto al proceso y resultados de sus evaluaciones”, encargado de realizar el seguimiento, medición, evaluación y acreditación de la calidad educativa del sistema educativo en los subsistemas Regular, Alternativo y Especial.

Lamentablemente, como muchas leyes, esta duerme el sueño del olvido, mientras la educación es un barco a la deriva que navega en aguas contaminadas de conformismo y desinterés, azotadas por la postergación en el mar de promesas y en la falta de voluntad de medir los resultados de la educación en todos sus niveles (inicial, primario, secundario y superior), mientras Bolivia, rechazó participar en el Programa de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) en el 2016.

Consiguientemente, resulta imposible medir el nivel de educación en la que nos encontramos, más aún en momentos de pandemia en el que vivimos, conscientes de saber dónde y cuándo empezó el virus, pero con la certeza de no saber cómo y cuándo va a terminar, mientras tanto; al margen de tomar los cuidados correspondientes, debemos vivir con la zozobra que implica este azote a la humanidad entera.

No cabe duda de la estrecha relación que existe entre la educación y el crecimiento económico, midiendo éste como un aumento del Producto Interno Bruto (PIB), que se resumen en:

- Incrementando la productividad laboral al generar recursos humanos capacitados para el desafío que implica el proceso de crecimiento.

- Aumenta las innovaciones mediante la creación de nuevos conocimientos sobre nuevas tecnologías, procesos de producción y productos.

- Facilitan la difusión del conocimiento e información para la aplicación e implementación de tecnologías externas necesarias para aumentar la producción y productividad.

Solo, si como país, aceptamos que nos hemos equivocado en la implementación de políticas educativas y damos el paso firme a una verdadera reforma educativa que impulse una educación integral al servicio de la sociedad y con una clara orientación a fomentar la calidad de la misma y no solo en aumentar la matrícula o las horas escolares, podremos contribuir a mejorar la competitividad del país, generando el anhelado crecimiento económico, pues los cambios tecnológicos, demográficos y sociales han generado una disrupción en la dinámica del mercado laboral tan necesaria en esta época donde la globalización obliga a subirse al tren de la competitividad.

La educación debe cumplir el rol de preparar a las generaciones futuras destinadas a enfrentar los problemas que exigen los progresos de la ciencia y la tecnología en beneficio de la sociedad, en el sector público y en el sector privado, lo que indudablemente implica una “alfabetización científica” en toda la población, con el objeto de formar recursos humanos con sentido crítico al conjunto de conocimientos y destrezas orientadas a una revolución productiva tan necesaria para combatir dos de los grandes males que aquejan a la economía nacional: la informalidad y el contrabando

Como corolario de nuestra realidad, basta comparar nuestro PIB en el contexto de la región para verificar que estamos en el penúltimo lugar, es decir, ligeramente superior Paraguay e inferior a todos los países del cono sur. Esta situación continuará mientras mantengamos el actual sistema educativo anacrónico y anclado en el siglo pasado y descontextualizado de las necesidades que la era digital exige.

El proceso de reforma educativa es largo, pero necesario, pero aún tenemos tiempo, caso contrario, estamos condenados a repetir la historia enfangados en el barro de las exportaciones de materias primas hasta que los países desarrollados se apiaden de nosotros y vivamos de la ayuda humanitaria internacional.

 

 


Más del autor