¿Y los municipios resilientes?

Ofrecen, como en mercado persa, autopistas, trenes, mercados, industrialización de la basura, desburocratización, salud, etc, etc. Son los candidatos a alcaldes y gobernadores que buscan a como de lugar sumar votos en una subasta de ofertas sin un plan estructural que permita un desarrollo integral de las ciudades y sus áreas rurales. Ninguno plantea la resiliencia como elemento clave en los procesos actuales del desarrollo, quizás porque la palabra sea un poco compleja y no sea entendida o quizá simplemente porque la ignoran y no entienden de su trascendencia en los procesos de planificación.

Hoy en día la resiliencia, entendida como la capacidad de un sistema de recuperarse ante eventos extremos de todo tipo o shocks que ponen en riesgo el desarrollo económico, social, cultural, tecnológico de una sociedad, debería considerarse la hoja de ruta de cualquier municipio. Es también considerada para describir y explicar por qué algunas ciudades que padecieron un agudo declive consiguen revitalizar su economía, regenerar su tejido social y renovar sus espacios deteriorados, mientras que otras muchas no encuentran cómo lograrlo.

La resiliencia cobra más relevancia cuando eventos de stress brutales como el cambio climático, el COVID 19 y otras enfermedades, los eventos extremos climáticos sin precedentes que están generando sequias e inundaciones con las enormes pérdidas económicas consiguientes, las migraciones que suman los cordones de pobreza en las zonas perirubanas, el uso de transgénicos, el deterioro de sistemas vitales, el deterioro ambiental, los incendios forestales, etc. están generando circunstancias de alto riesgo, que los municipios y gobernaciones deben atender, más allá de que los gobiernos centrales también deben hacerlo.

Un sistema resiliente implica, entre otros factores: una institucionalidad con recursos de planificación y con un estado de derecho fuerte; una representación política con liderazgo y plena participación; un reconocimiento y transferencia de costumbres y tradiciones que fortalezcan la interculturalidad; sistemas de comunicación, inclusión y redes de apoyo; seguridad alimentaria, salud y educación; seguridad económica; fortalezas medio ambientales con el adecuado uso de la tierra, sostenibilidad y equilibrio en el manejo de los recursos naturales y la biodiversidad; sistemas de infraestructura adecuados y sistemas vitales de suministros de agua y saneamiento. A lo que se debe incluir el desarrollo de capacidades institucionales y humanas con esta perspectiva.

Como se puede apreciar, la integralidad de acciones debe estar presente y las ofertas electorales son muy primarias, a excepción de una u otra candidatura que de manera periférica tocan esta forma actual de enfrentar los retos del futuro para las ciudades, las poblaciones, las áreas rurales y todo el entorno que abarca un municipio o una gobernación.

Se debe reconocer que el Sistema de Planificación Integral del Estado (SPIE) busca de alguna manera un vinculo hacia la resiliencia y debería ser en esa perspectiva que los municipios y gobernaciones actúen, naturalmente respetando sus características propias y sus entornos. Un Plan Nacional Integral de ciudades resilientes estaba en proceso durante 2019 desde el Viceministerio de Vivienda, sin embargo, en 2020, el Ministerio de Obras Públicas publicó un documento denominado “Política de Ciudades” que no se sabe si es de carácter oficial y aprobado como política nacional. Urge tomar acciones porque el futuro y sostenibilidad de los municipios se debe construir bajo el cimiento de la resiliencia.


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