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El peligroso retorno de Evo

Se produjo el retorno de Evo Morales, supuestamente “refugiado” en la Argentina. Hasta ahí muy bien, el ex presidente no tenía por qué mantenerse fuera del país y menos en calidad de víctima. Bienvenido a su tierra.

Pero lo notable, y preocupante, es que (a partir de las primeras noticias que genera) viene en actitud de “Jefazo”, cuando lo que le correspondía era comportarse como un ciudadano más, y además como un ciudadano que tiene cuentas pendientes con la Justicia (no me voy a poner ahora a enumerar esas cuentas) y muchas más cuentas pendientes con el país (montón de millones que eran de todos los y las bolivianas y que se destinaron a obras suntuarias y absolutamente innecesarias (ahí están el Palacio de UNASUR y el museo de Orinoca, por citar sólo dos ejemplos). Por tanto Evo debía llegar calladito y discreto y dedicarse a cultivar en el Chapare lo que considere más rentable.

Sin embargo nada menos que su ex ministro Carlos Romero afirma que Evo viene a imponerle una dirección política al binomio elegido para gobernar. (Y por su parte el nuevo gobierno nombra Procurador General del Estado a un abogado de Evo).

Más aún, en su discurso ante multitud de seguidores que los aclamaban a él y a Alvaro García Linera, Evo tiró la línea política a seguir (incluyendo datos tan concretos —y tan injustificables— como el de la necesidad de interpelar a Salvador Romero).

No es de extrañar que mientras él se comporta así sus seguidores (los nuevos masistas que han sido nombrados en cargos de gobierno) no respetan la línea del presidente Luis Arce y se estén peleando por copar oficinas del Estado.

Evo es bienvenido al país, pero no para que se meta en responsabilidades de gobierno para las que nadie lo había reelegido, y más bien sí para que asuma la responsabilidad que le corresponde en los juicios que tenía pendientes (y en otros temas que también están pendientes, más allá de la Justicia, entre ellos las acusaciones de pedofilia).

Los compañeros a los que por mayoría absoluta hemos elegido para que nos gobiernen los próximos cinco años son Luis Arce y David Choquehuanca, y nadie tiene que meterse a darles instrucciones, tampoco Evo, y menos a título de máximo dirigente del MAS. Los que ahora mandan en Bolivia son el Presidente y el Vicepresidente, que hasta ahora se han mostrado con una actitud abierta, respetuosa y realmente democrática (el discurso de David Choquehuanca el pasado día 8 fue aplaudido y bienvenido a nivel nacional e internacional). Por supuesto todos y todas nos podemos comunicar con ellos, y expresarles tanto propuestas como análisis críticos. Evo también tiene ese derecho, pero no más que cualquier ciudadano, y con toda la prudencia que requiere su delicada situación.

En las últimas elecciones ha vuelto a dominar la convicción democrática de nuestra población, y tenemos que alegrarnos por ello, pero nadie puede sentirse dueño de esa convicción, ni siquiera Evo que en su momento sin duda fue el principal protagonista de esa convicción. Personalmente seguiré afirmando que el primer gobierno de Evo fue el mejor de nuestra historia, pero precisamente el hecho de que su segundo y tercer gobierno fueran una demostración de que “el poder crea daño cerebral” nos autoriza a reclamar que nadie se meta a ejercer una autoridad para la que ahora no ha sido elegido.

En todo caso confiamos en la capacidad y sentido de responsabilidad de Arce y Choquehuanca, y esperamos seguir viviendo en auténtica “demo-cracia”…

Amén.


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