La grieta blanda. Polarización de las narrativas en Bolivia y el lujo del pluralismo

A menos de un mes de las elecciones generales de este sui generis procesos electoral, los números de intención de voto denotan que muy atrás quedaron los 21 días de octubre, la calificación de fraude desde la OEA y la posterior salida de Evo Morales del país. La política sigue y el Movimiento al Socialismo (MAS) mantiene una estructura política orgánica, una sólida presencia en el Estado -no sólo en el poder legislativo-,  y hoy es la opción política que singularmente puede lograr la mayor cantidad de votos de los bolivianos en un proceso democrático.

Quiero compartir algunas reflexiones del ¿por qué?: ¿Por qué de la vigencia del MAS?, ¿Por qué de la -aún- centralidad de Evo en el proceso electoral?

Si algo nos dejan estos casi dos años de proceso electoral es la clara vulnerabilidad del sistema de partidos que en los últimos 15 años quedó eclipsado y desarticulado por la hegemonía política del MAS. El dinamismo de los actores y alianzas dentro de la oposición -al MAS-  acentúo lo que llamaría una "grieta blanda"- una polarización narrativa- que inició Evo Morales en la política nacional. 

A partir de la asunción de Evo Morales el año 2006, se traza una grieta blanda, una polarización discursiva que se utilizó para construir lo que Mario Riorda denomina como mito de gobierno, una forma de legitimar a autoridades y acciones a través de construcciones discursivas (M,Riorda & O,Rincón. 2016). En el relato del MAS, con la llegada de Evo Morales la historia de Bolivia se reescribía, se fundaba un nuevo Estado. Todo lo que venía de Evo era desarrollo, un "proceso de cambio"; todo lo que no venía de Evo: colonialismo, racismo, imperio. Durante 14 años Evo fue origen y protagonista de la historia de Bolivia a oídos de sus seguidores.

La oposición apostó por la grieta, quiso sacar provecho de la polarización  en la cual quedó sumergida y buscó diferenciarse en base a una nueva interpretación: los defensores de la democracia Vs la dictadura, sin embargo, la narrativa de la oposición no se pudo consolidar ante la estabilidad económica del país y el gradual proceso de inclusión social, por lo cual la grieta giró siempre alrededor de la construcción narrativa de Evo, alimentando al mito, siempre con Evo como protagonista  ya que NO EVO no era suficiente para romper el relato. Y con estos argumentos quiero sostener que no fue la política la que gestó la salida de Evo Morales, sino, una causa concreta, la defensa del voto ante un nuevo criterio de nacionalidad que se articula por causas y que fue capaz de encontrar los consensos que se gestaron en los 21 días de octubre.

Tras la salida de Evo de Bolivia, la política vuelve a tomar las riendas y el error demuestra la oposición es creer que tiene la razón y que sus argumentos acerca del retroceso democrático son lapidarios para Evo Morales y el MAS. Ciertos, no lapidarios, ya que se olvidan de la interpretación y la percepción del ciudadano acerca de los 14 años de Evo. El mito que construyó Evo no será fácil de (de)construir, más aún si la campaña contra el MAS los últimos 6 años se limita a decir NO EVO y nada más. Hay un vacío (aún) en la percepción y en la construcción de otro proyecto u otra hegemonía.

La oposición es diversa -ideológicamente- pero tiene una gran dificultad de diferenciarse, tanto que se espera y supone que deben estar juntos, olvidando que el pluralismo es un lujo de este país, una riqueza que hay que mantener.

El evocentrismo de la política boliviana -girar alrededor de Evo-, radica en el conflicto de sus adversarios entre la intención de reducir y/o ampliar la polarización de la "grieta blanda", al no poder consolidar un relato político propio que deconstruye el mito político que es Evo Morales y no lograr encontrar los caminos que seduzcan al electorado en un discurso -competitivo- de lo social y nacional.

Considero que la grieta boliviana es blanda porque existen argumentos de consenso social, creo que hay un nuevo criterio de nacionalidad basado en causas concretas como el valor del voto, la salud, el medio ambiente, la inclusión, la diversidad de nuestra cultura. Tenemos la oportunidad de una Bolivia más conectada, donde los clivajes sociales y las fronteras internas se desdibujan ante un "clic". 

La política pos Evo y la economía pos Covid nos exige a los bolivianos ahondar sobre cuáles son las causas comunes en ese nuevo criterio de nacionalidad e  identificar las aristas de consenso que nos permitan recuperar la honestidad de la pluralidad ideológica que existe en el país, ya que claramente no están todos en el mismo saco de la política, y diez años de idas y venidas en una falsa unidad de la oposición son la prueba de este argumento.

Uno de los principales desafíos para el país es articular un nuevo sistema de partidos y darle solidez e institucionalidad a nuestra democracia, y creo que mucho de esto parte por reconocer que el pluralismo es un lujo con el que contamos pero al que le tenemos miedo.

El evocentrismo sigue y quizás se quede un tiempo más hasta que la oposición encuentre su nicho. Hoy, el encuadre de la oposición es demostrar quien puede garantizar el no retorno de Evo Morales al país, lo que quizás sirva para la elección inmediata pero claramente no para la gestión. Sin embargo se empiezan a ver algunas opciones electorales -reales-, se dilucidan diferencias ideológicas y es mucho más difícil creer que son lo mismo, por lo que creo que la grieta es blanda y el pluralismo político todavía está presente en Bolivia.

 

* Politólogo Boliviano, Director de wecompol.com.


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