Cambio y autocritica

Cuando uno se pregunta por qué existe en el país un 30% de indecisos que no sabrían por quién votar en los comicios del 18 de octubre, se podría deber a cuestiones multifactoriales o sencillamente porque esos indecisos quieren que este país tenga un cambio real que deben demostrar los contrincantes en la escena electoral.

Ese cambio real significa por ejemplo que desde el MAS la palabra crítica y autocrítica se instale de manera franca y honesta, que se recupere y profundice lo bueno que se hizo, pero que se destierre todo aquello como la soberbia, la falta de diálogo y capacidad de negociación. Asimismo, pensar en un cambio radical en su perspectiva sobre la protección de los recursos naturales, dejando de tranzar con las oligarquías agroganaderas que no les interesa para nada la Madre Tierra y, evidentemente, poner en ejercicio real y no discursivo lo planteado en la Ley 300 que establece un “diálogo” con los recursos naturales, la protección de los bosques, no caer en el agronegocio vinculado a la deforestación y la quema de inmensas extensiones de bosques.

Implica también que reformule la peregrina idea de los biocombustibles y del uso de organismos genéticamente modificados, así como la construcción de mega represas, y que se instale en su lugar la producción agrícola orgánica y un cambio paulatino pero eficiente hacia energías y tecnologías limpias y contemporáneas. La soberbia debe dar paso a la autocrítica, quienes votaron tres veces por el MAS esperan eso y además erradicar la influencia negativa de cierto corporativismo que busca sus intereses sectarios y no nacionales. Vale la pena no olvidarse que se debe superar y no caer en posiciones racistas, algo que se pensó que había sido desterrado y que los hechos de noviembre pasado desnudaron lo contrario.

En la otra acera está COMUNIDAD CIUDADANA que si desea acceder a los votos de los indecisos deberá convencer y asegurar que, más allá de la falta de carácter que se le indilga a su candidato, su política no deberá caer en manos de las transnacionales y los Bancos internacionales, no deberá ponerse a los pies del Grupo de Lima o retornar al consenso de Washington y deberá tener la valentía de tomar medidas en favor del Estado y su pueblo, asimismo debe dejar su estadio de autosuficiencia y poner los pies en el barro. Deberá cumplir y no retractarse respecto a las políticas ambientales que son los cambios que esperan todos y los jóvenes en particular. No se debe olvidar que el Tipnis, la Chiquitania, el avance de la frontera agrícola, entre otros, son los elementos sustantivos que desgastaron la anterior gestión gubernamental.

Sobre CREEMOS es difícil pedir cambios o ajustes, está muy claro que postula todo menos lo que plantean los otros contrincantes en la elección, con CREEMOS, sin duda, está garantizado el agronegocio, la oligarquía agroindustrial, el racismo, el uso de los transgénicos, los biocombustibles, el avance de la frontera agrícola y el federalismo.

Cambiar y autocriticarse es el gran reto que espera el pueblo boliviano de los partidos y agrupaciones, y ese 30% de indecisos a quienes se los debe convencer de que ese cambio será real y no coyuntural.

Esta además latente el nuevo paradigma del desarrollo que no puede ni debe estar al margen de lo que significa e implica las pandemias actuales y futuras, el cambio climático con sus retos ya inmediatos, la resiliencia y la economía circular, algo que de manera muy poco profunda analizan los candidatos y que debe ser el otro tipo de reto y cambio que esperan los y las jóvenes de nuestra Bolivia.

*Docente Facultad de Ingeniería UMSA


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