La deuda externa en época de pandemia

Nuestra economía, en los últimos años, tuvo un decrecimiento importante debido principalmente a su gran dependencia de los ingresos fiscales provenientes de la venta de materias primas sin valor agregado, principalmente del gas natural; los recursos por exportaciones, cayeron de forma importante, debido al descenso de los precios internacionales de estas materias primas como también por un menor volumen de comercio en las últimas gestiones. Si a todo esto le sumamos la actual coyuntura, donde existe una contracción y desaceleración económica considerable debido a las políticas gubernamentales que paralizaron gran parte de la industria y comercio a nivel nacional, además de la caída de los ingresos propios del Estado por diferimiento de cobro de impuestos y caída de recursos derivados por la venta del gas al Brasil y Argentina, finalmente un contexto internacional financiero adverso que acrecienta aún más nuestra crisis económica, ¿qué hacer, como financiar nuestro Gasto Público?

 

Entonces si nuestros ingresos estatales bajaron considerablemente y tardarán en recuperarse, tal como lo estipulan las proyecciones como ser del BCB que indica que nuestra economía tendrá una recesión del 6,2% y la de organismos internacionales que estiman que nuestro PIB será de -6%, en el mejor de los casos, no nos queda de otra que financiar nuestras Políticas Públicas con mayores compromisos de Deuda Externa a mediano y largo plazo; la gran diferencia que ahora no solo nos endeudaremos más para cubrir nuestro Déficit Fiscal, sino que también lo haremos para reactivar la economía, combatir la pandemia y proteger a los grupos vulnerables de la población. Por eso mismo es muy importante que se tomen directrices objetivas y claras respecto a la Política Fiscal que llevará a cabo el Gobierno, presente y futuro, respecto a captar más recursos del exterior mediante préstamos multilaterales, bilaterales o de fondos de origen privado; se debe buscar siempre créditos blandos, sin restricciones extremas o sea en las mejores condiciones de negociación a favor del Estado, procurando también que su uso y destino tenga un criterio racional y optimo desde el puesto de vista financiero, buscando siempre la austeridad y no el despilfarro de estos fondos económicos.

 

El saldo de la deuda externa pública, de mediano y largo plazo, al 31/05/2020, era de 11.294,6 millones de dólares americanos, de los cuales un 66,7% era prestamos multilaterales (BID, CAF, BM, otros), un 13% bilaterales (China, Francia, Alemania, otros) y un 0,4% de fondos privados. Los indicadores de solvencia y liquidez, muestran que el DE/PIB (saldo de deuda externa/PIB) fue de 28,4%, mientras que el SD/Xbs (servicio de la deuda/exportaciones) fue de 7,7% (diciembre 2019); indicando un adecuado nivel de sostenibilidad y liquidez para el pago de la deuda, según lo establecido en el Marco de Sostenibilidad de la Deuda del FMI-BM. La estructura de plazos de los prestamos son de 11 a 30 años (75%), mas de 30 años (13,8%), hasta 10 años (8,9%) y sin plazo (2,3%). La tasa de interés por acreedor de la Deuda Externa Pública del país, al 31 de diciembre de 2019, alcanzó un promedio ponderado general de 3,1%; por tipo de tasa interés el 53,3% a tasa variable, el 46,0% del saldo adeudado fue pactado a tasa fija y el 0,7% se encuentra exento de interés. Finalmente, un 89,1% de la deuda externa se debe cancelar (capital e intereses) en dólares americanos, el resto esta en euros y en las monedas locales de los países acreedores.

 

Al comienzo de la emergencia sanitaria, el BCB otorgo una línea de crédito de 1.000 millones de dólares al ejecutivo para cubrir el funcionamiento del Estado y combatir los efectos negativos de la pandemia; luego se obtuvo y aprobó créditos tales como los del Banco Mundial por un monto de 254,3 millones de dólares (a través del BIRF y AIF), del BID por 450 millones de dólares, principalmente para pagar los bonos sociales, reactivar la economía y protección social. Finalmente, el famoso crédito del FMI por 327 millones de dólares (aun no aprobado por la ALP), que no es ni préstamo sino el uso de un Instrumento de Financiamiento Rápido (IFR) otorgado a los países miembros mediante la compra de DEG, de los cuales sin usar estos fondos ya pagamos 1,7 millones por intereses.

 

Aunque estamos aún en márgenes “aceptables” de deuda externa, la deuda interna creció en un 48.04% respecto a junio 2019, nuestro déficit fiscal en el 1er semestre fue de 20 mil millones de bolivianos, lo que estaba programado para todo el 2020; todo indica que por el descenso notable de nuestros ingresos fiscales y la recesión económica arrastrada de gestiones pasadas, no queda de otra que endeudarse mas por el momento para financiar el gasto público y las políticas gubernamentales para reactivar la economía y luchar contra el COVID. El detalle es en que, y como se están gastando estos recursos, si realmente son con fines económicos o políticos, si realmente están siendo eficientes este tipo de políticas fiscales. Si no hacemos un buen uso y administración de estos recursos, esto pesara financieramente a las futuras generaciones, ya que tarde o temprano debemos pagar las deudas como cualquier prestatario, donde de seguro no habrá ley de diferimiento que nos salve!


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