Covid 19: ¿Más Estado y unilateralismo?

Desde el surgimiento de la pandemia Covid 19, en diciembre pasado en la ciudad de Wuhan, en la República Popular China, hasta la fecha y de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, se han reportado más de 12,9 millones de casos de la enfermedad en 218 países y territorios en el mundo. Los cinco países con mayor número de infectados son Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Italia y México. Hasta el momento se reportaron más de 500.000 muertes producto de esta enfermedad global y más de 7 millones de casos de personas recuperadas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció al Covid 19 como una pandemia global recién el 11 de marzo de 2020. A partir de esa declaración, los Estados, en mayor o menor medida, implementaron planes de emergencia en materia sanitaria, de acuerdo a sus recursos disponibles. En aras de proteger a sus poblaciones, asumieron medidas de salud y sobre todo de control poblacional como la imposición de cuarentenas rígidas, dinámicas, mixtas y la priorización de los servicios de emergencia, la implementación de dispositivos de seguridad y defensa, el cierre de sus fronteras, el arresto y la penalización de los infractores a las medidas impuestas, el aislamiento de enfermos y la supervisión de pacientes recuperados, el cierre de actividades económicas no sustanciales, el confinamiento obligatorio, entre otras medidas.  

En definitiva, vemos el regreso del Estado, con sus aciertos y debilidades, con sus lastres y nuevas capacidades, con autoridades firmes y otras ambivalentes y equivocadas en algunos casos. Asimismo, observamos a funcionarios públicos trabajando con riesgo de contraer el virus. Además, fuimos testigos de operaciones policiales y/o militares, desplazamientos de profesionales en salud pública, movilización de funcionarios civiles y militares para controlar el orden público, acciones de agentes migratorios, embajadores y cónsules en actividad febril para repatriar a sus conciudadanos y hasta groseros casos de corrupción en la compra de material sanitario en plena emergencia.

En fin, ha vuelto el Estado y eso se debe ponderar. Aún es necesario un ente de esa naturaleza para luchar contra nuevas amenazas como las pandemias. No basta que el mercado y empresas privadas generen seguros de vida y/o de salud, o sistemas sanitarios de pago. Necesitamos, por lo menos en América Latina, del Estado y sus mejores capacidades institucionales. Lamentablemente, en Bolivia, se observó la priorización de la seguridad interna y el control del orden público mediante la militarización del país, antes que un verdadero reforzamiento del sistema de salud, pero ese tema será abordado en otra oportunidad.

En el contexto internacional durante la crisis Covid 19 hemos visto como los Estados cooperan o confrontan, volviendo a la teoría clásica de esta disciplina. En el primer caso, tenemos el ejemplo de la Unión Europea que ha cerrado filas, no sin antes sortear una serie de problemas y diferencias, para enfrentar a la crisis sanitaria global. Sin duda alguna, la experiencia de la crisis económica de 2008 despertó mayor solidaridad entre países hermanos en el viejo continente, pero se evidenció que todavía existen varias Europas y que tienen sus propias velocidades.

En el Consejo Europeo acordaron disponer de material médico compartido como equipos de protección, respiradores, laboratorios y la creación de la primera reserva común de material médico y la adjudicación de contratos públicos comunes para la compra de equipos de protección individual. Al mismo tiempo, se autorizó la exportación de equipos médicos fuera de Europa y los países miembros de la Unión Europea acordaron apoyar la investigación de una vacuna contra el Covid 19, para tal efecto, se logró recaudar 7400 millones de euros para diagnósticos y tratamientos.

En contraposición, observamos a Estados Unidos, China, Rusia, Brasil e India, como actores globales de primer orden, que han llevado sus respectivas luchas contra el Covid 19 de manera independiente, unilateralmente, y en pocos casos han ayudado a sus vecinos o zonas de influencia. Por tanto, han reafirmado ante la comunidad internacional su rol de superpotencias políticas y económicas. Entre Estados Unidos y China han surgido acusaciones mutuas de haber generado o propagado el virus a escala global. Quedará como materia de investigación científica determinar aquello, pero en el fondo y, no se debe perder de vista, está la guerra comercial librada entre ambas economías desde el año pasado, antes que inicie la pandemia.

Hace días, el presidente Donald Trump, notificó formalmente a Naciones Unidas de la salida de su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una muestra más de desprecio al multilateralismo. Hasta hoy, ese país contabiliza 129.947 muertes atribuidas al Coronavirus y la Universidad de Washington estima que el número de víctimas llegará a 180.000 para octubre. Por el momento, Trump ha iniciado la campaña electoral para su reelección y todo indica que es su única agenda. En frente está Joe Biden, a la cabeza de los demócratas. Una elección decisiva que ha iniciado con duros cuestionamientos sobre la gestión de la pandemia.

Respecto a nuestro país, el futuro gobierno deberá encarar de la mejor manera posible el complejo escenario debido al repliegue de varios Estados en el contexto internacional. Es decir, vamos hacia una especie de nueva regionalización que implica privilegiar solo mercados comunes. Por tanto, el MERCOSUR y la CAN, son los espacios que debemos priorizar, mucho más en un momento de recesión económica global. Así también, Bolivia deberá hacer los esfuerzos diplomáticos necesarios para reflotar iniciativas como UNASUR y CELAC que, con seguridad, habrían jugado un rol determinante en esta crisis sanitaria, pero lamentablemente fueron abandonadas por los gobiernos de derecha bajo influencia de Estados Unidos. El diálogo político de alto nivel en la región, actualmente, no tiene un escenario propicio como ocurre en la Unión Europea. Urge recuperarlo.

A partir de octubre, y si la pandemia lo permite, será momento de reconstruir el Estado Plurinacional, recuperar nuestra economía y pensar nuevamente en la región y la cooperación Sur-Sur. No podemos estar a merced de la voluntad imperial, menos someternos a sus intereses como pretende el (des)gobierno de Añez. Será un nuevo tiempo para que Bolivia sea la abanderada del multilateralismo en esta parte del mundo. ¡Enhorabuena!

 


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