“Nuestra casa está ardiendo”

Es el título del libro que Greta Thunberg (ed. Lumen 2020 – Trad. Español) escribió junto a sus padres y su hermana, relatando las razones por las cuales ella ha asumido el reto de luchar contra el cambio climático y muestra como una familia, que pese a las comodidades y beneficios que les brinda una sociedad como la sueca, emprende una tarea de critica que poco a poco, así espero, labre la piedra de la testarudez de una sociedad que no alcanza a comprender las dimensiones catastróficas de las implicaciones del sistema de desarrollo consumista y el cambio climático, más aun en un contexto de una pandemia que junto al cambio climático exacerbará la pobreza y la muerte.

“Vivimos una época de sobreabundancia sin parangón en la historia. Los recursos mundiales nunca han sido mayores. Al igual que la brecha que separa a ricos y a pobres” señala en el libro la madre de Greta (Malena Ernman) y sostiene con claridad que en ese contexto, “el mundo que nos rodea empeora cada vez más. El hielo se derrite, los insectos mueren, los bosques son devastados y los océanos y los ecosistemas han quedado exhaustos”.

Es interesante conocer que Greta, pese a tener la enfermedad del síndrome de Asperger y luchar también contra un sistema educacional sueco, que aunque no se crea, aún no evoluciona, según también denuncia su madre, en una atención diferenciadora que resalte las capacidades que tienen los niños y niñas con este tipo de síndromes, se haya sentido con la capacidad de iniciar una huelga de hambre frente al parlamento de su país para invocar cambios de política y de conductas ante el cambio climático y que en la actualidad haya generado un movimiento juvenil importante a nivel global.

Como si fuera una premonición el libro denuncia “.un nuevo orden mundial está a la vuelta de la esquina. Se hallan en juego enormes intereses económicos: mentiras, medias verdades y estadísticas creativas se comparten. ….. Se contraponen unas emisiones (de Gases de efecto invernadero) a otras”. Lo anterior va en línea con las diversas formas que seguro las grandes potencias buscaran para cumplir sus obligaciones establecidas en las Contribuciones Determinadas Nacionalmente (NDC por su sigla en inglés), que dicho sea de paso no alcanzaran para generar un verdadero cambio si no son reforzadas hasta el año que viene, en ocasión de la Conferencia de Países sobre el cambio Climático (COP 26).

Greta plantea en el libro algo muy relevante con relación a la “hipocresía” de parte de su propio país con relación a los compromisos reales de reducción de emisiones, señalando: “Por lo menos Trump es sincero. Apuesta por el empleo y el dinero y le importa un comino el Acuerdo de París, y así todos piensan que es un extremista, pero nosotros hacemos lo mismo”.

Denuncia, asimismo, datos escalofriantes en el capítulo “Anno domini 2017” señalando que durante ese año, nueve millones de personas murieron por contaminación ambiental; 75 a 80% de insectos desaparecieron (dato de investigadores alemanes); la población de aves en Francia han disminuido y ciertas especies de pajaros se redujeron en 70%, 42 personas poseían más dinero que la mitad de la población mundial. “Fue el año en el que 82% del aumento total de riqueza en el mundo fue para el 1% más rico. Huracanes y lluvias torrenciales ocasionaron miles de víctimas mortales, inundado ciudades. También fue el año que la curva de emisiones de gases invernadero tuvo una hipervelocidad de crecimiento”, señala.

En el contexto actual, si sumamos a esta realidad que plantea Greta como un apocalipsis por el cambio climático, la pandemia del COVID se constituye en un elemento adicional. Imaginémonos un mundo con más de 2 grados de elevación de temperatura, un sin número de eventos extremos climáticos que inciden en pérdidas económicas, impactos sobre la seguridad alimentaria, mayor deforestación, impactos sobre la salud, incremento de los migrantes climáticos, elevación del nivel del mar, y ahora nuevos virus pandémicos, sin duda estaremos en un planeta que arde.

 *Docente Investigador – UMSA