Las claves de la campaña por el 20-O
Una campaña larga, una guerra de trincheras Como nunca, la campaña boliviana tuvo una larga duración, de casi un año, a partir de una decisión estratégica de electoralizar prematuramente el escenario, con tres objetivos: Desplazar y convertir la lucha por el 21F en una lucha...
Una campaña larga, una guerra de trincheras
Como nunca, la campaña boliviana tuvo una larga duración, de casi un año, a partir de una decisión estratégica de electoralizar prematuramente el escenario, con tres objetivos:
Desplazar y convertir la lucha por el 21F en una lucha electoral. Ello contribuyó, con las primarias de por medio, a legitimar la candidatura oficialista.
Quitar del escenario el factor sorpresa, ante nuevos candidatos (contra el oficialismo) y otorgar tiempo para desplegar campañas de desgaste.
Exigir un mayor presupuesto, con un oficialismo que tiene las de ganar en ello, por razones obvias.
La larga campaña se convirtió en una guerra de trincheras, de desgaste del enemigo, sin grandes ofensivas, propuestas o promesas, sin grandes apariciones ni grandes piezas publicitarias. Resalta que no se desarrolló una campaña fuerte con fake news, sino ataques sobre todo en los medios de comunicación.
Una oposición dividida.
Los principales frentes de oposición no lograron ponerse de acuerdo para ir juntos en una sola candidatura, emergiendo viejas disputas (occidente y oriente) y dividiendo así de partida el voto opositor, aunque probablemente en el momento del voto se produzca una concentración en el opositor favorito.
¿Fin de ciclo?
Cambio o continuidad, un encuadre ambiguo, una elección plebiscitaria.
Como plantea la maestra Gidela Rubah, el candidato que históricamente representa y que se apropió del concepto del cambio, Evo Morales, planteo la continuidad de un orden establecido, mientras que el candidato que representa la institucionalidad republicana y que plantea mantener medidas importantes del régimen actual, Carlos Mesa, planteó el cambio, aunque nunca logró el contraste necesario para ser realmente el cambio. Pareciese darse allí, en ese entramado, una ambigüedad y contradicciones, que probablemente hayan impedido que los indecisos tomen una decisión a lo largo de la campaña. El mensaje del tercer actor, Oscar Ortiz, en torno a la honestidad, no termina de pegar en ese encuadre.
En el fondo, probablemente el eje de la campaña sea: cambio o continuidad de ciclo. El oficialismo, mantiene la hegemonía discursiva, a través de un potente relato político, cultural y económico (aunque priorizó lo económico en esta campaña, mostrando su lado pragmático), mientras que la oposición no terminó de de armar un relato, que articule el pasado, presente y futuro del país, simplemente se baso en una lectura casi mecánica de lo que dice la gente en encuestas y grupos focales.
Sin embargo, todo parece indicar que el ciclo se encuentra en una fase de agotamiento, por ello se le pasará factura a Evo Morales, sobre todo porque mucha gente siente abuso de poder, aunque el gobierno realice un extraordinario esfuerzo por demostrar lo contrario y forzar la continuidad del ciclo.
El ataque a Mesa fue tema central de la campaña, funcionó y no funcionó.
Tanto oficialismo como oposición colocaron a Carlos Mesa en el centro del ataque, Evo Morales en una jugada estratégica se libró del ataque en esta campaña. Aquí fue clave el rol de los candidatos de oposición que atacaron a Mesa y la agenda mediática impuesta por algunos medios de comunicación.
El ataque a Mesa funcionó al lograr distraerlo de su estrategia e impedirle que despliegue su mensaje, lo mostró ambiguo también, sin embargo no lo dañó estructuralmente. Lo que logró fue detener su crecimiento a lo largo de la campaña (especialmente en los indecisos), pero y aquí está una clave, probablemente no impida la polarización a último minuto, es decir que Mesa pueda captar gran parte del voto opositor.
Este es el tema central: hay una posibilidad de que el ataque (y la inacción en la respuesta) se vuelva contra sí, al mostrar a una poderosa fuerza haciendo un tremendo esfuerzo por mantener el poder y atacando a una víctima indefensa.
El incendio en la Chiquitania, estancó las tendencias y detuvo el crecimiento de los candidatos.
El incendio en la Chiquitania (Santa Cruz) impactó y fue tema central de la campaña en los meses de agosto y hacia finales de septiembre. De acuerdo a las encuestas detuvo la tendencia y el crecimiento de los actores en disputa. Detuvo el crecimiento del presidente Morales, al sacarlo de su encuadre y mensaje. Sin embargo, los otros actores no capitalizaron inteligentemente este suceso, sí Morales. Se apagó el incendio e, inexplicablemente, se apagó el tema en la agenda electoral.
Inusitada aparición de encuestas.
En esta campaña aparecieron encuestas todas las semanas, como nunca en la historia electoral de Bolivia. Según un trabajo de Amaru Villanueva de la FES (Fundación Ebert Stiftung) desde noviembre de 2016 hasta octubre de 2019 se presentaron 55 encuestas públicas. Probablemente muchas de ellas jugaron un rol estratégico en la campaña, a favor de uno u otro candidato.
Una campaña deslucida.
Se ha calificado a la actual campaña, como una campaña sumamente mediocre en cuanto a la creatividad de los mensajes y piezas publicitarias. Los candidatos que tenían razones muy interesantes para armar piezas, como spots muy creativos, se limitaron a aparecer en spots de forma tradicional.
Fue una campaña sin emotividad, sin pasión, sin grandes mensajes, salvo las excelentes campañas del ministerio de comunicación, que tributan indirectamente y la efectiva campaña de reconocimiento internacional a cargo del propio presidente en el inicio de la campaña. Resalta que la campaña de Mesa no logró desplegar una acción comunicacional potente, atractiva, innovadora y creativa, cuando tenía en sus manos insumos muy interesantes para hacerlo.
Quizás jugó aquí la falta de comprensión del votante de hoy, de las nuevas formas de comunicación política y de las causas ciudadanas visibilizadas especialmente en las redes sociales. Faltó conexión con los jóvenes.
El factor sorpresa, Chi
Un pastor evangélico, que recién a mediados de agosto se lanzó como candidato, habilitado de manera no muy clara por el tribunal electoral, se convirtió en la sorpresa, como outsider. Sus planteamientos conservadores y de defensa de Dios y la familia, llevados por una campaña llamativa, le redituaron en un extraordinario crecimiento. A días del 20-O se encontraba pisándole los talones al tercero, Oscar Ortiz.
A último minuto pareciese polarizarse el voto, los cabildos ayudaron a ello.
Los cabildos realizados en varias ciudad de Bolivia, demandando respeto a la democracia y exigiendo al gobierno que derogue normas que impulsan los asentamientos en tierras y los consecuentes incendios como parte del trabajo agrícola, al parecer ayudaron a compactar y enardecer al voto opositor, ello podría traducirse en concentrar el voto en Carlos Mesa, polarizando así el escenario contra Evo Morales.
@SergioLeaPlaza
*Coordinador del grupo ComPolBolivia.com
Como nunca, la campaña boliviana tuvo una larga duración, de casi un año, a partir de una decisión estratégica de electoralizar prematuramente el escenario, con tres objetivos:
Desplazar y convertir la lucha por el 21F en una lucha electoral. Ello contribuyó, con las primarias de por medio, a legitimar la candidatura oficialista.
Quitar del escenario el factor sorpresa, ante nuevos candidatos (contra el oficialismo) y otorgar tiempo para desplegar campañas de desgaste.
Exigir un mayor presupuesto, con un oficialismo que tiene las de ganar en ello, por razones obvias.
La larga campaña se convirtió en una guerra de trincheras, de desgaste del enemigo, sin grandes ofensivas, propuestas o promesas, sin grandes apariciones ni grandes piezas publicitarias. Resalta que no se desarrolló una campaña fuerte con fake news, sino ataques sobre todo en los medios de comunicación.
Una oposición dividida.
Los principales frentes de oposición no lograron ponerse de acuerdo para ir juntos en una sola candidatura, emergiendo viejas disputas (occidente y oriente) y dividiendo así de partida el voto opositor, aunque probablemente en el momento del voto se produzca una concentración en el opositor favorito.
¿Fin de ciclo?
Cambio o continuidad, un encuadre ambiguo, una elección plebiscitaria.
Como plantea la maestra Gidela Rubah, el candidato que históricamente representa y que se apropió del concepto del cambio, Evo Morales, planteo la continuidad de un orden establecido, mientras que el candidato que representa la institucionalidad republicana y que plantea mantener medidas importantes del régimen actual, Carlos Mesa, planteó el cambio, aunque nunca logró el contraste necesario para ser realmente el cambio. Pareciese darse allí, en ese entramado, una ambigüedad y contradicciones, que probablemente hayan impedido que los indecisos tomen una decisión a lo largo de la campaña. El mensaje del tercer actor, Oscar Ortiz, en torno a la honestidad, no termina de pegar en ese encuadre.
En el fondo, probablemente el eje de la campaña sea: cambio o continuidad de ciclo. El oficialismo, mantiene la hegemonía discursiva, a través de un potente relato político, cultural y económico (aunque priorizó lo económico en esta campaña, mostrando su lado pragmático), mientras que la oposición no terminó de de armar un relato, que articule el pasado, presente y futuro del país, simplemente se baso en una lectura casi mecánica de lo que dice la gente en encuestas y grupos focales.
Sin embargo, todo parece indicar que el ciclo se encuentra en una fase de agotamiento, por ello se le pasará factura a Evo Morales, sobre todo porque mucha gente siente abuso de poder, aunque el gobierno realice un extraordinario esfuerzo por demostrar lo contrario y forzar la continuidad del ciclo.
El ataque a Mesa fue tema central de la campaña, funcionó y no funcionó.
Tanto oficialismo como oposición colocaron a Carlos Mesa en el centro del ataque, Evo Morales en una jugada estratégica se libró del ataque en esta campaña. Aquí fue clave el rol de los candidatos de oposición que atacaron a Mesa y la agenda mediática impuesta por algunos medios de comunicación.
El ataque a Mesa funcionó al lograr distraerlo de su estrategia e impedirle que despliegue su mensaje, lo mostró ambiguo también, sin embargo no lo dañó estructuralmente. Lo que logró fue detener su crecimiento a lo largo de la campaña (especialmente en los indecisos), pero y aquí está una clave, probablemente no impida la polarización a último minuto, es decir que Mesa pueda captar gran parte del voto opositor.
Este es el tema central: hay una posibilidad de que el ataque (y la inacción en la respuesta) se vuelva contra sí, al mostrar a una poderosa fuerza haciendo un tremendo esfuerzo por mantener el poder y atacando a una víctima indefensa.
El incendio en la Chiquitania, estancó las tendencias y detuvo el crecimiento de los candidatos.
El incendio en la Chiquitania (Santa Cruz) impactó y fue tema central de la campaña en los meses de agosto y hacia finales de septiembre. De acuerdo a las encuestas detuvo la tendencia y el crecimiento de los actores en disputa. Detuvo el crecimiento del presidente Morales, al sacarlo de su encuadre y mensaje. Sin embargo, los otros actores no capitalizaron inteligentemente este suceso, sí Morales. Se apagó el incendio e, inexplicablemente, se apagó el tema en la agenda electoral.
Inusitada aparición de encuestas.
En esta campaña aparecieron encuestas todas las semanas, como nunca en la historia electoral de Bolivia. Según un trabajo de Amaru Villanueva de la FES (Fundación Ebert Stiftung) desde noviembre de 2016 hasta octubre de 2019 se presentaron 55 encuestas públicas. Probablemente muchas de ellas jugaron un rol estratégico en la campaña, a favor de uno u otro candidato.
Una campaña deslucida.
Se ha calificado a la actual campaña, como una campaña sumamente mediocre en cuanto a la creatividad de los mensajes y piezas publicitarias. Los candidatos que tenían razones muy interesantes para armar piezas, como spots muy creativos, se limitaron a aparecer en spots de forma tradicional.
Fue una campaña sin emotividad, sin pasión, sin grandes mensajes, salvo las excelentes campañas del ministerio de comunicación, que tributan indirectamente y la efectiva campaña de reconocimiento internacional a cargo del propio presidente en el inicio de la campaña. Resalta que la campaña de Mesa no logró desplegar una acción comunicacional potente, atractiva, innovadora y creativa, cuando tenía en sus manos insumos muy interesantes para hacerlo.
Quizás jugó aquí la falta de comprensión del votante de hoy, de las nuevas formas de comunicación política y de las causas ciudadanas visibilizadas especialmente en las redes sociales. Faltó conexión con los jóvenes.
El factor sorpresa, Chi
Un pastor evangélico, que recién a mediados de agosto se lanzó como candidato, habilitado de manera no muy clara por el tribunal electoral, se convirtió en la sorpresa, como outsider. Sus planteamientos conservadores y de defensa de Dios y la familia, llevados por una campaña llamativa, le redituaron en un extraordinario crecimiento. A días del 20-O se encontraba pisándole los talones al tercero, Oscar Ortiz.
A último minuto pareciese polarizarse el voto, los cabildos ayudaron a ello.
Los cabildos realizados en varias ciudad de Bolivia, demandando respeto a la democracia y exigiendo al gobierno que derogue normas que impulsan los asentamientos en tierras y los consecuentes incendios como parte del trabajo agrícola, al parecer ayudaron a compactar y enardecer al voto opositor, ello podría traducirse en concentrar el voto en Carlos Mesa, polarizando así el escenario contra Evo Morales.
@SergioLeaPlaza
*Coordinador del grupo ComPolBolivia.com