La importancia del futuro gobierno guaraní para Bolivia

Hace un mes se realizaron las elecciones generales en la República del Paraguay, resultando ganador el candidato conservador Mario Abdo Benítez, líder de la Asociación Nacional Republicana (ANR) comúnmente conocida como Partido Colorado, quien se impuso con el 46,44% de votos válidos sobre...

Hace un mes se realizaron las elecciones generales en la República del Paraguay, resultando ganador el candidato conservador Mario Abdo Benítez, líder de la Asociación Nacional Republicana (ANR) comúnmente conocida como Partido Colorado, quien se impuso con el 46,44% de votos válidos sobre el candidato Pedro Efraín Alegre, representante del bloque Alianza Ganar conformado por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el Frente Guasú (FG), quien obtuvo el 42,74% de la votación general.

En esa apretada elección nuevamente ganó el oficialismo, que mantiene el poder de manera casi hegemónica por más de setenta años, salvo un pequeño periodo en el cual Fernando Lugo al frente de la Alianza Patriótica para el Cambio obtuvo la Presidencia en 2008 hasta 2012, cuando fue destituido mediante un controvertido juicio político dentro de una grave crisis política y social. Si bien el Partido Colorado ganó la elección para la presidencia y obtuvo mayoría en los departamentos más importantes, esta vez obtuvo el resultado más ajustado desde el retorno de la democracia en el país vecino.

Se espera que su propuesta en materia económica sea continuista a la del actual gobierno. En materia internacional, se vislumbra que el Senador reelecto Luis Alberto Castiglioni será el futuro Ministro de Relaciones Exteriores, relevando a Eladio Loizaga Caballero, quien acompaña al Presidente Horacio Cartes desde inicio de su gobierno en agosto de 2013. De acuerdo al anuncio realizado por el presidente electo Mario Abdo Benítez, “Castiglioni será un buen canciller teniendo en cuenta el dinamismo de las relaciones internacionales, y la necesidad de que el gobierno electo pueda desarrollar una activa comunicación con todos los gobiernos, instituciones, organizaciones y representantes de la comunidad internacional”. Castiglioni, conocido por su posición política y económica de corte neoliberal y por un discurso antichavista, cuando fungía como Vicepresidente de Nicanor Duarte (2003-2008) lideró varias visitas al Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y al Departamento de Estado para solicitar créditos destinados para sanear la economía y otros para educación, ciencia y tecnología.

No obstante, ya actuando como futuro canciller, Castiglioni ha deslizado que pretende mejorar el intercambio comercial entre Paraguay y China a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para dejar de exportar mediante terceros, y así evitar dañar los vínculos con Taiwán y también que revisará las bases para un relacionamiento “mucho más eficiente” con la Federación Rusa. Por todo lo anterior se observa cierto pragmatismo del próximo encargado de las relaciones internacionales del gobierno paraguayo.

Ahora bien, ¿por qué le debería importar a Bolivia el rumbo que tome el nuevo gobierno paraguayo? Pues, hay muchas razones para observar lo que ocurra en el país vecino debido a que tenemos ciertas semejanzas, a saber: Tanto Paraguay como Bolivia, en los últimos años, ocupan los primeros puestos en crecimiento económico del Producto Interno Bruto (PIB) en Sudamérica, dato que no es menor tomando en cuenta que hasta hace poco ambos Estados eran considerados como pobres y con grandes problemas políticos, económicos y sociales. Actualmente los gobiernos de Bolivia y Paraguay, respectivamente, celebran la estabilidad política y económica inédita pero aun les queda mucho por hacer para reducir las brechas sociales y la reducción de la pobreza existente en ambos casos.

Así también, cabe añadir que Paraguay y Bolivia son países mediterráneos y conforman el grupo de Países en Desarrollo sin Litoral (PEDSL), sin embargo, las exportaciones de productos naturales y minerales constituyen la base del crecimiento económico reconocido por organismos internacionales como la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Otro dato a considerar es que en ambos casos emerge una poderosa y pujante nueva clase media que busca un relacionamiento directo con el mundo globalizado y tecnológico.

Bolivia y Paraguay comparten una historia común marcada por la tristemente célebre Guerra del Chaco (1932-1935) que marcó el curso de las relaciones bilaterales entre ambas naciones. Ahora, en pleno siglo XXI, corresponde a nuestras autoridades mejorar el diálogo para la búsqueda de mejores condiciones para que nuestras economías se fortalezcan y profundicen, pretendiendo siempre la integración económica, social, cultural y energética de ambos Estados.

En ese sentido, la vertebración caminera es fundamental; cuando en Bolivia se concluya la tan ansiada Ruta al Chaco -una deuda histórica del Estado con el Departamento de Tarija- recién podremos enlazarnos en condiciones óptimas con nuestro vecino, partiendo de la capital tarijeña, pasado por Villamontes, Ibibobo y el Hito BR-94 que conecta con la Ruta No. 9 Transchaco en territorio paraguayo (que será reconstruida próximamente), hasta la población de Infante Rivarola para llegar finalmente hasta Asunción. Esta ruta debería ser prioridad en ambos Estados, sólo así podremos hablar de una integración efectiva entre pueblos. Además, dicha ruta será un nuevo corredor económico que una los Andes con la Cuenca del Plata y que se integrará a la red ferroviaria oriental Santa Cruz-Villamontes-Yacuiba-Argentina que será parte del bien promocionado Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI) que unirá a Brasil, Bolivia y Perú.

Si el futuro canciller paraguayo considera que “Paraguay tiene que ser fácil de ir y fácil de venir”, nuestro Estado y la República del Paraguay, a la brevedad posible, también deberían implementar medidas más efectivas para optimizar la operatividad del tránsito de mercancías de ambos Estados a través de sus respectivos puertos en la Hidrovía Paraguay-Paraná-Uruguay. No hacerlo significará continuar dependiendo de los puertos chilenos como salida de nuestras exportaciones que tienen altos costos y problemas recurrentes que perjudican el libre tránsito.

En consecuencia, es importante que nuestro Ministerio de Defensa viabilice la industria naval mediante el intercambio de informaciones, experiencias y opciones técnicas para la navegación fluvial y de ese modo explotar nuestros puertos en dicha hidrovía y también en otros corredores fluviales y de integración. Por otro lado, el gas debería beneficiar a ambos pueblos para el desarrollo de polos económicos, comerciales y productivos en el Gran Chaco Sudamericano, así avanzaremos en la complementación energética tan anunciada por el gobierno nacional que pretende que Bolivia sea el centro energético subregional. Recién se anunció que el presidente paraguayo Cartes y su sucesor Mario Abdo Benítez asistirán a la inauguración de los XI Juegos Sudamericanos en Cochabamba. Esperemos que nuestras autoridades conversen sobre temas de integración urgentes más allá del deporte. Bolivia y Paraguay tienen un nuevo destino común: Crecer económicamente de manera sostenida y, a la vez, reducir los niveles de pobreza lo más pronto posible.

Fernando G. Torres Gorena, es internacionalista*


Más del autor