Los desafíos del contexto internacional
Con las singularidades propias de cada caso, desde la perspectiva latinoamericana está planteado el desafío de conformar liderazgos legítimos y robustos, aptos para superar el descrédito de los partidos políticos y sus contextos institucionales; establecer mecanismos para una lucha efectiva...
Con las singularidades propias de cada caso, desde la perspectiva latinoamericana está planteado el desafío de conformar liderazgos legítimos y robustos, aptos para superar el descrédito de los partidos políticos y sus contextos institucionales; establecer mecanismos para una lucha efectiva contra la corrupción; evitar la concentración de los poderes económicos, políticos y mediáticos en un solo lugar; recomponer el sistema de organismos regionales de integración y cooperación; y concertar una agenda latinoamericana sobre las grandes transformaciones globales en curso.
En tal contexto cabe recordar que, a diferencia de otras regiones del mundo, en las últimas siete décadas América Latina ha oscilado pendularmente entre modelos económicos y políticos contrapuestos, lo que se ha traducido, además de otros perjuicios, en una brecha creciente de desarrollo en comparación con la dinámica acumulativa de otras zonas periféricas y semiperiféricas, en particular las de Asia Pacífico. La brecha mencionada se refiere a dos cuestiones primordiales. En primer lugar, la desigualdad rebelde que se manifiesta en muy diversos aspectos no obstante la reducción de la pobreza lograda en las décadas pasadas, y que se expresa en la distancia cada vez mayor de ingresos, condiciones de salud, educación y poder político entre los estratos privilegiados; las impacientes capas medias; los sectores populares y los pobres propiamente dichos. En segundo lugar, hay que hacer referencia al rezago de la región latinoamericana en materia de productividad, debido a la inserción internacional subordinada y dependiente; la postergación de la transformación productiva profunda; y en general la ausencia de estrategias, políticas e instituciones apropiadas para el dominio del cambio tecnológico permanente. América Latina no está preparada para enfrentar los problemas de la nueva época, donde Estados Unidos está muy lejos de ser la potencia hegemónica indisputable del sistema multilateral de las Naciones Unidas, la Unión Europea está enfrascada en la superación de sus propios problemas, y los países de Asia Pacífico no están en condiciones de reemplazar efectivamente los factores geopolíticos, el sistema de valores y las instituciones que configuraron el orden internacional al finalizar la Segunda Guerra Mundial, que se sostuvo durante la Guerra Fría y parecía representar la última estación de la historia cuando desapareció la primera experiencia socialista en la Unión Soviética y en Europa oriental. Traigo ahora a colación estas reflexiones puesto que afectan directamente a la colocación real del país en los diversos ámbitos de nuestro relacionamiento internacional en lo inmediato y en el futuro, a mediano y largo plazo; en lo político y en lo económico; así como en lo global y en lo que atañe a nuestro entorno vecinal inmediato. Considero que, a pesar de todas las apariencias en contrario, la gestión ideologizada de la política exterior le ha hecho más daño que bien al país; y que dicho enfoque es particularmente inapropiado en el contexto internacional descrito, peor si se consolida la polarización interna.La movilización de los médicos ha dado lugar a una recolocación de temas y actores de la disputa política e institucional en el país, y ha dejado en la orfandad a los partidos de la oposición parlamentaria. La incorporación de la sociedad civil a la lucha por las libertades democráticas en contra del autoritarismo puede crear las condiciones para la discusión sobre los nuevos acomodos entre el Estado y la sociedad y la correspondiente rectificación de la política exterior.