¿Qué le importa a Bolivia del FPEG?

El Foro de Países Exportadores de Gas Natural es primer nivel, en él se sientan los grandes jeques árabes del golfo, los países ricos de África y sobre todo, Rusia. La noticia de que no vaya a llegar el presidente Vladimir Putin es sin duda una mala noticia, ya que el ruso es el contrapeso a...

El Foro de Países Exportadores de Gas Natural es primer nivel, en él se sientan los grandes jeques árabes del golfo, los países ricos de África y sobre todo, Rusia. La noticia de que no vaya a llegar el presidente Vladimir Putin es sin duda una mala noticia, ya que el ruso es el contrapeso a los exportadores del desierto, cuyo poder está más ligado al petróleo y que no acaban de decidir una estrategia concreta sobre el combustible gaseoso.Hace más o menos una década se lleva anunciando que “el gas es el combustible del futuro” o que arranca “la era dorada del gas”. Bolivia ha sido origen de una de esas operaciones de marketing a gran escala con el proyecto LNG Pacífic que pretendía llevar gas a México y California a través de Chile y que, al final, lo acabó cambiando todo. Hasta el momento, poco o nada ha pasado salvo algunos movimientos agresivos de Rusia para proteger sus mercados europeos y cierta hostilidad al aumento del tráfico en barcos metaneros para transportar el Gas Licuado desde los países del Golfo Pérsico hacia el mundo entero. El gas también ha tenido su lugar en la última crisis abierta entre los Emiratos Árabes y Arabia Saudí que aislaron a Qatar (primer exportador del mundo por barco) precisamente por su relación con Irán. El debate en el seno de la FPEG es el mismo desde que nació a principios de siglo, y hasta el momento no se encuentra un consenso. Las coyunturas cambiantes no han contribuido a despejar la incógnita principal y que no es otra que saber si desligar el precio del gas al del petróleo es o no una buena idea.Rusia diseñó en algún momento un plan regionalizado para cotizar los volúmenes de gas en función del demandante. Una propuesta que pretendía blindar sus gasoductos tendidos por toda Europa de la injerencia árabe, que con barcos ágiles permitía sistemas de negociación a corto plazo mucho más cercano a la demanda. Hoy la duda sigue siendo la misma. El petróleo subió de 2003 a 2008, cayó en 2009 y volvió a marcar cifras extremadamente altas hasta 2014. De ahí empezó una caída casi imparable desde los 130 dólares por barril a los apenas 25. En este 2017 se ha logrado frenar esa caída y estabilizarlo entorno a los 60 dólares.El País de Madrid titulaba a cinco columnas el domingo “Los señores del petróleo vuelven a sonreír” y cronicaba lo acontecido en la ADIPEC —la feria internacional del petróleo celebrada la pasada semana en Abu Dabi y cuyos protagonistas vienen a ser casi los mismos que desde hoy aterrizarán en Santa Cruz. La crónica detallaba que los precios estabilizados entorno a los 60 dólares, los compromisos de mantener los recortes en la producción asumidos por la OPEP y sobre todo, por los países de fuera de la OPEP, y por encima de cualquier cosa, la constatación de que las especulaciones sobre la sustitución del energético por otros más limpios no eran más que eso han dejado felices a los señores del petróleo.Esta semana toca entonces conocer si los hermanos de los señores del petróleo salen igual de felices del Foro de Países Exportadores de Gas y si hay margen para un acuerdo y que este sea satisfactorio para todos.El Ministerio de Hidrocarburos y Yacimientos petrolíferos Fiscales Bolivianos ya hace unos meses que decidieron convertir el evento internacional relevante en una subasta interna de campos a disposición de los visitantes, para ver si cae algo. De momento ninguno se ha posicionado respecto a lo que interesaría a Bolivia que saliera de esta cumbre y todo apunta a que en este caso el anfitrión no utilizará la localía para sentar criterios, lo que en sí constituye que las conclusiones sigan dejando al Foro en un margen a la deriva dependiente de lo que decidan los hermanos mayores del petróleo y pendientes de lo que hagan los hermanos revoltosos con el auto eléctrico y el resto de aplicaciones que el gas, de momento, no está aprovechando a escala mundial.


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