A un paso de una conflagración irracional
Lamentablemente, el miedo de ayer pasó a ser hoy, una grave y casi segura posibilidad de convertirse en una aterradora realidad y pesadilla. Ahora más que antes, el inicio de una conflagración irracional entre Estados Unidos y Korea del Norte está, apenas, a un paso de que ocurra. ...
Lamentablemente, el miedo de ayer pasó a ser hoy, una grave y casi segura posibilidad de convertirse en una aterradora realidad y pesadilla. Ahora más que antes, el inicio de una conflagración irracional entre Estados Unidos y Korea del Norte está, apenas, a un paso de que ocurra. Posibilidad que se acrecienta, si se tiene en cuenta, que lo que identifica a quienes están al mando de ambas naciones, no son precisamente la diplomacia, actitudes amistosas ni negociadoras. Por un lado, está el presidente Trump, que cada vez que abre la boca es presa de las más ácidas y virulentas descalificaciones de parte de sus connacionales y una buena parte de la prensa de su país, y por otro, Kim Jong-Un, el de Corea del Norte, quien parece un niño insolente, caprichoso y malcriado, antes que un buen líder. Todo el tiempo están jugando al gato y el ratón, mientras el mundo aguarda azorado, el inicio de una nueva guerra. Quien representa al capitalismo puro de occidente, justifica su accionar en la necesidad de frenar el desarrollo nuclear, que pone en peligro la seguridad de los Estados Unidos. El que representa al comunismo más recalcitrante del otro lado del planeta, se encuentra empecinado en consolidar una incipiente carrera armamentista y nuclear, con el pretexto de defenderse y detener los avances del enemigo imperial. Son David y Goliat modernos, pero distintos a la versión bíblica, en la que el pequeño insolente tiene cero probabilidades de triunfar y el grandulón abusivo, precisamente por esa condición, tiene todas las posibilidades de arrasar mediante su descomunal fuerza y poderío militar. Claro, sustituyendo, lanzaderas y piedras antiguas, con ojivas nucleares, fácilmente transportables en misiles o cazabombarderos gigantes, si antes no se animan a experimentar con el último invento, capaz de ser lanzado desde el espacio exterior, causando estragos similares a los ocasionados por la caída de un asteroide. Lo lamentable del caso es que el argumento de ambas partes es el mismo de siempre…”La amenaza a la paz, debe ser aplastada con la guerra”. Y la guerra es un buen pretexto para ambos. Para uno, poner en práctica el ofrecimiento hecho en campaña electoral, para reposicionar a su país en el liderato económico, político y militar en el mundo y que por versión propia, viene cediendo hace bastante. Para el otro, el momento anhelado de reproducir la fuerza bruta y el militarismo totalitario heredados de su padre, un tirano que se afianzó en el poder mediante la persecución y muerte de sus oponentes y enemigos políticos. Además de hacer realidad sus sueños púberes, de atacar con misiles cargados de ojivas nucleares a occidente. Lo increíble es que los dos están convencidos que vencerán y pasarán a la historia como héroes. Cuando sabemos todos, que habrá un solo y pírrico triunfador, que a lo sumo asegurará su reelección o permanencia en el cargo que detenta, por apenas un pequeño periodo de tiempo; con excepción del asiático, al que un utópico triunfo, lo perpetuaría en el poder. Sin embargo, los verdaderos ganadores, no serán otros, que los señores de la guerra y la muerte, aquellos que desaparecieron Hiroshima y Nagasaki, los que permanecen detrás de escritorios y multiplicarán sus ganancias, que se reutilizarán en crear y desarrollar nuevas armas, nuevas bombas y nuevas formas de seguir reproduciendo muerte y ruina. Por el contrario, los demás perderemos. Se perderán muchas vidas, quizá poblaciones enteras, recursos económicos y materiales. La tierra temblará, se desatarán vendavales con gases tóxicos que envenenarán a los que se encuentren dentro el área de influencia de las bombas, desaparecerá una parte de la materia, muchos sobrevivirán quemados, con cáncer y, se habrá dado un paso gigantesco en la carrera hacia el calentamiento global del planeta. Ahora bien, la pregunta del millón, es ¿cuál el momento o el disparador que desatará la borrasca? Partiendo del supuesto que los gringos ataquen primero, se barajan algunas hipótesis: i) El día que los ensayos nucleares de los norcoreanos, lleguen a límites inaceptables según Washington ii) Cuando a causa de las constantes metidas de pata de su presidente, se precipite la posibilidad de un enjuiciamiento que ponga en riesgo su continuidad al frente de la Casa Blanca, como sucedió con Watergate, que tuvo la particularidad de despachar a Nixon, antes que concluya su mandato. iii) El momento que la popularidad del estadounidense baje a niveles insospechados en su país. La guerra, elevaría su notoriedad al menos por un tiempo, garantizando su continuidad e incluso su reelección por un nuevo periodo y iv) El instante que la inestabilidad emocional le gane a la racionalidad, precipitando los acontecimientos, aún en contra de lo que sus más cercanos colaboradores le aconsejen.Respecto al Norcoreano, la cuestión es más difícil de predecir, puesto que al encontrarse a la defensiva, el comunista actuaría solo si se siente atacado, si para entonces no es demasiado tarde intentar una respuesta. Aunque la posibilidad de un ataque inicial de su parte parece poco probable, tampoco puede descartarse tal evento, si se toma en cuenta su irritabilidad, torpeza, temeridad e inexperiencia. Lo evidente, es que el triunfo de la muerte sobre la vida, está muy próximo. Se necesita saciar el hambre de los carroñeros, que por ahora, permanecen agazapados esperando su oportunidad. Por lo que, quienes profesan alguna religión, tendrán que orar para que ello no acontezca. Los que no tienen creencias, deberán invocar, que un rapto de raciocinio inunde las aturdidas mentes de quienes depende ahuyentar a la parca y su guadaña; que merodeando cada vez más cerca está, sobre demasiadas cabezas.