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Dumbar para un desafío que crece

La fecha de caducidad es diciembre de 2012 pero el hecho de que nunca lo hayan suscrito ni Estados Unidos ni China le quitó mucho poder real para por lo menos mitigar los desastres del voraz consumismo, inseparable del modelo capitalista, que han comenzado a notarse en todo el planeta.Y faltan...

La fecha de caducidad es diciembre de 2012 pero el hecho de que nunca lo hayan suscrito ni Estados Unidos ni China le quitó mucho poder real para por lo menos mitigar los desastres del voraz consumismo, inseparable del modelo capitalista, que han comenzado a notarse en todo el planeta.Y faltan apenas unos días para que a finales de este mes, en la Cumbre sobre el Clima, que se reunirá en Dumbar, se intente mejores resultados que en las de Copenhague y Cancún, que  resultaron dos fiascos, a pesar del denodado esfuerzo de algunos pocos países, entre ellos Bolivia.Entre las metas que se van a fijar se encuentra la de lograr un pico máximo de emisiones de dióxido de carbono para 2020, a fin de evitar que la temperatura se incremente más de dos grados, para que luego se mantenga en una meseta y en 2030 comience a descender.De acuerdo con el Instituto para Ciencias Atmosféricas y Climáticas de Zurich, que publicó un informe en la revista Nature Climate Change, manteniendo el año 2020 como fecha límite para lograr el máximo de liberaciones de gases de efecto invernadero, existe un 66% de probabilidades de que la temperatura global no se incremente más de dos grados.No es una probabilidad propiamente optimista y cuando a simple vista nos percatamos de que, por ejemplo, el perfil de las nieves en el Illimani se ha “encogido” notoriamente, no podemos menos que alarmarnos con justo motivo.Es que los conceptos fundamentales para esto ni siquiera se admiten en la discusión, porque “crecimiento cero” es algo que ni siquiera mencionan como utopía los teóricos de la economía y sin embargo, es algo que ya debería estar en la agenda de debates para “cumbres” como la que se realizará a fin de mes en el África. Y para esto será indispensable aquello que ya eventualmente mencionamos, el “control social”, pero en escala global.Si debemos abandonar el crecimiento y reducir de modo notable la producción y el consumo, entonces no hay más alternativa que desarrollar una economía que quede básicamente bajo control social, en la que discutamos, decidamos, planifiquemos y nos organicemos para producir esa cantidad estable de cosas fundamentales que necesitamos para hacer posible una aceptable calidad de vida. Pero “para todos”.Quienes con seriedad analizan el problema, todavía en círculos intelectuales pequeños y casi ignorados, sostienen que existen dos formas para detener completamente el cambio climático: La primera es un cambio radical del paradigma de sociedad de consumo y la segunda es un reemplazo de las fuentes de energía por suministros limpios y renovables, además de continuar con la reforestación y con los proyectos verdes que impiden los avances de los desiertos y fomentan la absorción del dióxido de carbono. Dumbar, sin duda, es un desafío aún mayor que Copenhague y Cancún. Y día que pasa el desafío crece. Es inexorable.

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