La semana opositora: ¿Quién quiere al alcalde Arias?
Hasta la fecha han saltado a la palestra casi una docena de potenciales candidatos opositores. Algunos tradicionales como Carlos Mesa, Doria Medina o Tuto Quiroga, a los que todo el mundo da por descontados; otros “nuevos” que llevan años haciendo trabajo ruidoso en redes sociales, como Agustín Zambrana o Antonio Saravia; otros que creyeron en su impacto inicial como Vicente Cuéllar anclado en el MIR y el mismísimo Manfred Reyes Villa; y otros que buscan un par de puestos de salida en un conglomerado amplio, como Oto Ritter, los Sin Miedo, los ADN, los NFR y otros de la misma procesión. De quien no se sabe qué es lo que quiere hacer es precisamente del que acumula mayor poder institucional: el alcalde de La Paz, Iván Arias.
Arias ha pasado una vida haciendo consultorías de gestión pública y poder popular para cualquiera que lo requiriese. Por las cosas de la vida, acabó más volcado hacia la oposición y llegado el momento, Jeanine Áñez le dio la alternativa para pasar de la discreta segunda fila a los Rasputin a la primera. Ni más ni menos que en el Ministerio de Obras Públicas del que, por cierto, salió andando: Arias siempre fue un populista y desde ese momento ya pensaba en su siguiente paso: la Alcaldía de La Paz.
No le costó mucho hacerse con el cargo porque el alcalde en ejercicio, Luis Revilla, salió en estampida sin siquiera dejar un aspirante. Tampoco intentaron poner candidato en serio ni Mesa, ni los Demócratas, ni Camacho ni nadie. Aun así ganó tras una intensa vigilia.
La gestión sin embargo no ha sido nada fácil. Su agrupación ha funcionado como casi todas de su especie: entre tránsfugas y díscolos, y sus decisiones sobre los pocos servicios públicos impulsados por Revilla, como los buses urbanos o los parqueos, han acabado por dinamitar su popularidad. Asuntos turbios como el de Las Loritas, sus silencios estratégicos en temas centrales y el afán por explicar los problemas con juguetitos lo han llevado al borde del precipicio. Pero ahí sigue.
Nadie tiene especial interés en atraerlo hacia sus filas ni se deja mostrar en público con él… pero ahí sigue.